Crece la demanda de la radiocirugía al año de su implantación

Angélica González / Burgos
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El HUBU es el único hospital de la comunidad que ofrece esta técnica

La semana entrante se cumple el primer aniversario de la apertura de la Unidad de Radiocirugía. Se trata de una técnica que utiliza dosis de radiación altas y muy localizadas cuyo efecto quirúrgico permite abordar enfermedades cerebrales malignas y patologías benignas. Es cómoda para el paciente pues no requiere anestesia ni ingreso y no duele.

 

Fue el 15 de febrero de 2015 cuando la Unidad de Radiocirugía del Hospital Universitario de Burgos (HUBU) atendió a su primer paciente. La intención de ofrecer este servicio a los enfermos que lo precisaran se había hecho pública por parte de los profesionales de Oncología Radioterápica desde que se anunció la incorporación al centro sanitario de dos aceleradores lineales, aparatos imprescindibles para ponerlo en marcha. La Radiocirugía es un tratamiento con altas dosis de irradiación a niveles muy precisos que consigue un efecto quirúrgico, es decir, como si la lesión fuera extirpada con la radiación.  Esta técnica ha demostrado buenos resultados tanto en patologías cerebrales benignas (por ejemplo, malformaciones arteriovenosas; meningioma, que es un tumor intracraneal con bastante prevalencia; neurinoma del acústico o adenoma de hipófisis) como en malignas (tumores y metástasis).

Ha sido el trabajo de un equipo multidisciplinar el que ha hecho posible que el hospital burgalés sea referencia para toda la comunidad autónoma ya que, de momento, es el único que ofrece la técnica en Castilla y León. El Grupo de Radiocirugía está compuesto por profesionales (técnicos, Enfermería, médicos) de los servicios de Oncología Radioterápica, Radiofísica y Protección Radiológica, Radiología y Neurocirugía. El año pasado valoraron a unos 75 pacientes y trataron a 17, pues no todos reúnen las condiciones adecuadas. Solo en el mes de enero de este año han tenido ya 15 solicitudes. Mercedes Teijeira, jefa del servicio de Oncología Radioterápica, y el neurocirujano y secretario del Grupo, Pedro Delgado, coinciden en afirmar que la demanda se está incrementando y lo hará más «a medida que se vaya consolidando la técnica y que facultativos de otros centros conozcan su existencia y remitan más pacientes». El pasado 13 de noviembre el HUBU acogió la I Jornada Neurooncológica que estuvo centrada en la puesta en marcha de esta unidad, a la que acudieron facultativos de hospitales de distintas provincias.

Las ventajas para el enfermo son muchas: no precisa cirugía convencional, que en estos casos es muy invasiva; tampoco hospitalización ni anestesia. El radiofísico Javier Sánchez lo explica de forma muy gráfica: «Es como si estuviéramos haciendo al paciente, que está despierto en todo momento, una radiografía pero con mucha más dosis y durante más tiempo. No siente dolor ni ningún tipo de incomodidad». La Radiocirugía se administra, por lo general, en cinco días, aunque puede variar según las patologías y la localización de las mismas. También resulta positivo para el usuario que no tenga que irse fuera de la región como ocurría antes y se beneficia de un mejor seguimiento de la enfermedad porque todo (valoración, toma de decisiones y ejecución del tratamiento) se hace en el mismo hospital.

El proceso, de alta precisión y complejidad, persigue el bloqueo del crecimiento tanto del tumor como de la metástasis y es el siguiente: las radioncólogas Mayte Dueñas y Eva Corrales ven al paciente en primera consulta, valoran que el tratamiento sea el indicado para su caso y le explican el procedimiento y los efectos secundarios. Posteriormente, se comenta y discute el caso en el Grupo de Radiocirugía con todos los servicios implicados, se hace una resonancia magnética y se cita a la persona en Oncología Radioterápica para preparar el sistema de inmovilización, un aspecto fundamental de la técnica.

En el siguiente paso, las doctoras proceden a la delimitación de la zona a tratar y de los órganos sanos próximos con la colaboración de las neurorradiólogas (la jefa de sección María Jesús Rubio, y Esther Riñones y Esther García); los radiofísicos (Javier Sánchez y Fernando Pizarro) hacen la planificación del tratamiento, que consiste en calcular la entrada y la distribución de los haces de radiación  y, finalmente, el paciente se trata en el acelerador lineal al que se incorpora un dispositivo especial denominado micromultiláminas, «que es como el obturador de una máquina de fotos, que hace que el rayo sea muy fino», en palabras de  Sánchez. El tratamiento se efectúa después de lo que Mercedes Teijeira define como «una compleja comprobación y verificación de la exactitud y precisión de todos los parámetros del tratamiento».