Recuperan el conjunto escultórico de la portada ojival de San Gil

C.M. / Burgos
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Las esculturas se encontraban en un «estado delicado» y ha sido necesario emplear diferentes técnicas en su restauración para reponer la pérdida de la piedra

Los primeros trabajos de rehabilitación de la fachada principal de la iglesia de San Gil, a la que se accede a través de una larga escalinata, han permitido recuperar la portada y las estatuas que adornaban la misma y que se encontraban en un estado «muy delicado». Las inclemencias meteorológicas y el paso del tiempo no perdonan y ha sido necesario un cuidadoso trabajo de restauración por parte de la empresa Nueve Restaura, adjudicataria de los trabajos.

La fachada cuenta con una portada ojival y un rosetón de ocho puntas realizados en caliza blanca de Hontoria, materia prima que comparte con la Catedral, que contrasta con la caliza de Hurones y el ladrillo rojo intenso de la parte superior, de modo que para la restauración ha sido necesario localizar derribos en esa comarca.

Los análisis químicos llevados a cabo ponen de manifiesto que en la portada había policromía de color rojo, que se realizó después de la construcción y que hace un curioso juego cromático. Posteriormente, en otras dos intervenciones sucesivas se ha documentado que la portada fue cubierta de cal, tanto la piedra como la policromía, e, incluso, se dieron acabados de aceite de linaza para recrear un aspecto más cálido al blanco. Estas actuaciones crearon una capa o pátina perjudicial para la piedra. Según explicó el restaurador Francisco del Hoyo Santamaría, con esta pátina la piedra pierde transpirabilidad, quedándose las sales a nivel superficial y disgregando la parte exterior.

Por lo que se refiere a las estatuas, los restauradores aseguran que se encontraban en un estado muy delicado por la costra de suciedad que presentaban y la rotura de la piedra. Además, estaban mal fijadas al tímpano (espacio delimitado entre el dintel y las arquivoltas). Esta situación ha hecho necesario preconsolidarlas y limpiarlas empleando alcohol, agua, acetona, pequeños cepillos de cerdas suaves, bisturíes y escalpelos.

Para la limpieza de las arquivoltas, la dirección facultativa y el equipo de restauración han empleado microproyección de polvo vegetal a a presión. Tras la limpieza se ha comprobado que son escasos los restos de este fondo rojizo debido a la fragilidad de la técnica ante los agentes exteriores.

La actuación ha permitido identificar algunas de las esculturas. En el centro puede verse a la Virgen con el niño flanqueada por dos personajes de menor tamaño. El que viste hábito benedictino y porta un libro en la mano es San Gil, patrono de la Iglesia. Las mayores dudas se planteaban respecto al otro personaje. Tras la limpieza se ha comprobado que bajando por su mano izquierda se adivina el recorrido de una especie de cadena que sostenía algo a sus pies y que hoy se ha perdido.

Este dato ha hecho pensar que pudiera tratarse de San Bartolomé apóstol, cuya representación está relacionada con el Diablo que mantiene sostenido con una cadena. Los restauradores han encontrado datos que atestiguan que en el lugar que se sitúa actualmente la iglesia de San Gil un día estuvo la conocida como ermita de San Bartolomé y que desapareció para la construcción del templo actual, de modo que se puede deducir que se colocó la imagen de este apóstol.

Rosetón

 

Por lo que se refiere al rosetón, realizado en piedra de Hontoria, se encontraba en un «delicado equilibrio» al estar fragmentadas alguna de las tracerías y con pérdida sustancial de su rejuntado. Tras una profunda limpieza, se han realizado múltiples microcosidos con varillas de acero inoxidable y resinas epoxídicas. La vidriera de este rosetón, que no es la original, puesto que pudo destruirse, al igual que las de la Catedral, por la voladura del Castillo en el año 1813 en la ocupación francesa, ha sido limpiada y consolidada por los vidrieros Barrios.

Las obras de rehabilitación de esta iglesia se completan con la actuación en la fachada sur y concluirán dentro de tres meses, momento en el que se devolverá todo su esplendor a esta joya arquitectónica, declarada Bien Interés Cultural y desde 1931 Monumento Histórico-Artístico Nacional.

La primera fase de las obras, por un importe de 67.000 euros, se sufragó por la propia parroquia mientras que los 200.000 euros de la actual son aportados por la Junta de Castilla y León.