La réplica del seísmo

Á. M. / Burgos
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La 'delegación' burgalesa del movimiento 15-M mengua pero las reivindicaciones siguen calando • 1.000 personas formaron la manifestación del primer aniversario

Cabecera de la manifestación en el Espolón. - Foto: DB/Patricia González

La réplica del seísmo que hace un año sacudió los cimientos de los búnkeres en los que dormitaban injusticias socioeconómicas que hoy, al menos, se cuestionan se quedó en eso, en una réplica de lo que fue el 15-M. Al menos en Burgos, y muy al contrario de lo sucedido en las grandes capitales, fue poco comparado con la fuerza que la ‘indignación’ alcanzó en mayo de 2011, pero lo suficiente para que quede claro que el sustrato del movimiento sigue vivo.

Un millar de personas marcharon ayer durante hora y media por las calles del centro de la ciudad recuperando las consignas ya indelebles («lo llaman democracia y no lo es», «manos arriba, esto es un contrato» o «no hay pan para tanto chorizo») y algunos nuevos giros de la imaginación, como el postulado por un grupo movilizado ayer («si los políticos no dejan de hacer el payaso, los payasos tendremos que hacer política», rezaba una pancarta) o el que invitaba a sumarse a «tu banco de confianza», ese que, explicaba el mismo cartel, te facilita la postura ‘presodomización’.

Y así, sin incidentes y con sentadas esporádicas en algunos cruces (plaza del Cid o avenida del Cid con plaza de España) y los pareados dedicados a las sedes bancarias que flanquean el recorrido, fue como en Burgos se decidió decir un ‘estamos aquí’ que cuantitativamente perdió consistencia, pero que cualitativamente ha calado.

Sentada entre avenida del Cid y plaza de España frente a una sucursal bancaria.Sentada entre avenida del Cid y plaza de España frente a una sucursal bancaria. - Foto: DB/Patricia González La prueba más solvente de que la sociedad, más allá de que se sume a la manifestación o prescinda de dar ese paso, sigue alineada con cuestiones que antes eran inexpugnables se vio en la recogida de firmas por la dación en pago y en defensa de aquellos que se enfrentan a un desahucio que se escenificó en la Plaza Mayor.

Porque puede que haya quien se afana en adjudicar el sentimiento del 15-M a un estrato social muy concreto, pero por la mesa de firmas pasaron familias al completo al más puro estilo anuncio de Coca-Cola: mayores, jóvenes, vestidos así, vestidos asá, hombres, mujeres, propios, ajenos, turistas, políticos fuera de servicio, periodistas dentro y fuera de servicio, trabajadores de la hostelería del lugar... E incluso puede que eso ni siquiera ocurra por un impulso de solidaridad y sí porque son muchos los que sienten que hoy están más cerca del desastre que de la supervivencia, pero la cuestión es que ocurre. O que sigue ocurriendo.