Una negociación de película

Pilar Cernuda
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Juanma Moreno se convertirá este miércoles en el presidente de la Junta después de tres semanas de sensaciones encontradas entre el PP, Ciudadanos y Vox para llegar a un acuerdo de investidura

Una negociación de película - Foto: Jesus Moron

El martes pasado una gran inquietud asoló los despachos de la calle Génova, sede del PP; Juanma Moreno pensó en Sevilla que se venían abajo sus posibilidades de convertirse en presidente de Andalucía y, en La Moncloa, Pedro Sánchez temió que por una carambola imprevista, 19 exigencias inadmisibles de Vox, Susana Díaz continuará al frente del Gobierno en el palacio de San Telmo. La presidenta en funciones es la única dirigente socialista que le puede hacer sombra en el futuro, y la que quiere mandar a casa desde que le ganó las primarias. Promotora de que el PSOE se abstuviera en la investidura de Rajoy para evitar más inestabilidad en una España sobrada de inestabilidad, se ha convertido en la bestia negra del jefe del Ejecutivo, nada le gustaría más a Sánchez que verla fuera de la Presidencia andaluza. Y no parará hasta hacerle perder el liderazgo del PSOE autonómico.

La preocupación que se vivía en estos tres escenarios duró solo unas horas: el tiempo que tardaron los negociadores del PP en ponerse a trabajar con los de Vox para convencerles de que había que llegar a un acuerdo porque en caso contrario sus votantes no le perdonarían que no apoyara un Gobierno PP-Ciudadanos y permitiera así la posibilidad de un mandato de izquierdas entre PSOE y Podemos, representado por Adelante Andalucía. A las pocas horas de conocerse el resultado el 2 de diciembre se iniciaron las conversaciones entre PP y Cs. Concretamente entre Teodoro García Egea, secretario general del PP, y José Manuel Villegas, su homólogo de Cs, que mantienen una buena relación, algo que no ocurre con todos los dirigentes del PP respecto a Cs ni al revés. 

Aunque por parte del PP los protagonistas son distintos a los de hace tres años, todo lo sucedido a principios de 2016, cuando primero Rajoy y después Sánchez intentaron formar Gobierno con Cs, y miembros del PP mantuvieron contactos con miembros de Cs, la relación entre los dos partidos ha sido tensa, distante, en la que el PP de Rajoy confesaba abiertamente que se había sentido engañado. Esa situación ha coleado durante toda la etapa del Gobierno de Rajoy, pero en el PP actual se considera a Villegas un dirigente de palabra.

Han sido Teo García, Javier Maroto y Marta Fernández, miembros de la dirección del PP, los que han llevado el peso de la negociación, preservando a Juanma Moreno, que solo ha aparecido cuando el pacto estaba cerrado. Por parte de Cs, ha sido Villegas la persona clave, aunque a veces acompañado de Juan Marín. 

El PP no ha negociado con Vox hasta el último momento, cuando PP y Ciudadanos ya habían pactado que sería Moreno el presidente de un Gobierno de coalición. El PP pretendió también la Presidencia del Parlamento, aunque con la convicción de que Cs no lo permitiría y exigiría que fuera para ellos. Precisamente la composición de la Mesa es la que dio inicio a las negociaciones entre PP y Vox, inexistentes hasta entonces. Y que solo podían ser entre ellos dos porque Cs se negaba a sentarse con Vox.

Las negociaciones de Vox no las llevó Santiago Abascal, sino el secretario general de su partido Javier Ortega Smith y, en menor medida, el responsable andaluz Francisco Serrano. Smith es un hombre de carácter, que no admite bromas, receloso, que no da confianzas. Cuando se iniciaron las negociaciones para la Mesa del Parlamento exigió una secretaría para Vox.

La sorpresa llegó cuando el PP advirtió que los parlamentarios no tenían ni idea de cómo funcionaba el parlamento. Tras explicárselo a Smith y Francisco Serrano, Loles López, la secretaria general del PP andaluz, reunió a los 12 parlamentarios de Vox para instruirlos, haciendo uso incluso de unas cartulinas de colores para que no se equivocaran en las votaciones.

El aldabonazo llegó el martes cuando en una reunión del PP con Vox en un lugar secreto sugerido por Smith, Vox puso sobre la mesa los 19 puntos con sus exigencias, que simultáneamente filtraban a los medios de comunicación. Los negociadores del PP, al ver algunas de ellas, tuvieron sentimientos encontrados. Por una parte que era imposible negociar con un partido que ponía por escrito tantos disparates. Por otro, que precisamente por ser tan disparatadas las exigencias, la propia gente de Vox se daría cuenta de que harían el ridículo manteniéndolas. Incluso se hicieron chistes sobre qué ocurriría si se aceptaban algunas de ellas.

El miércoles la reunión fue en Madrid, también secreta. Una televisión consiguió seguir durante unos kilómetros al coche que llevaba a Teodoro García, Marta Fernández y Javier Maroto, pero le dieron esquinazo antes de que el equipo del PP llegara al apartahotel en el que les había citado Vox. 

El encuentro fue largo, hasta bien entrada la madrugada, pero hubo acuerdo.