Una feria con pocas manos mirandesas

R.L. / Miranda
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Solo 7 de los 54 artesanos que participaron en la cita del parque Antonio Cabezón eran locales; la mayoría declinó la invitación al no estar dado de alta como autónomo

El alavés Josu Carballeta llevó su torno para modelar piezas de madera delante del público. - Foto: R.L.

La feria de artesanía ha sido tradicionalmente un escaparate para los artistas mirandeses, que veían en ella su oportunidad para darse a conocer en casa y promocionar sus productos. Con el paso de los años, el evento se enriqueció al sumarse colegas de localidades cercanas. Ahora, son precisamente éstos, los foráneos, los que copan la mayoría de los mostradores. Lo percibió el público que ayer recorrió el parque Antonio Cabezón. De los 54 participantes, únicamente 7 fueron mirandeses. El resto procedía de Burgos y de otras localidades de la provincia, como Briviesca o Espinosa de los Monteros, y también hubo representación riojana, alavesa, bilbaína, navarra e incluso vallisoletana.

Pero se echó en falta a los de casa. La obligación de estar dado de alta en la Seguridad Social como autónomo motivó la mayoría de las bajas, algo que el Ayuntamiento comenzó a exigir hace un año y que provocó, a la postre, la desaparición del mercado artesanal de los primeros domingos de mes. «El año pasado no pude venir a esta feria porque no era autónoma, pero ahora sí, he abierto una tienda y cumplo los requisitos», explicaba Alejandra Monfort, una joven emprendedora que ha decidido dedicarse a la artesanía, en concreto al patchwork. Considera «injusto» que un artesano que sale a la calle en «ocasiones puntuales» tenga que pagar un mínimo de 250 euros mensuales de cuota de autónomo. «Es excesivo, aquí no se gana dinero, lo haces más por afición y por darte a conocer», expresaba la propietaria de la tienda Hila la libélula. A su juicio, sería «más correcto» que para este tipo de muestras, los participantes pudieran «pagar una cuota mínima o por día». «No me parece bien que por un día de feria se pague lo mismo que una tienda que abre todo el mes», sostuvo.

Cerca de su puesto, el alavés Josu Carballeta se afanaba con su torno para dar forma a piezas de madera. Era prácticamente el único artesano que estaba trabajando de cara al público. «Lo ponía en las bases, pero parece que no hay nadie más haciéndolo», lamentaba, al tiempo que recordaba que años atrás, cuando la Agrupación Mirandesa de las Artes organizaba la feria, sí había más artesanos que mostraban a los visitantes cómo hacían su labor, y era, a su juicio, «interesante  ver a auténticos artistas de oficios antiguos que tienden a desaparecer».

«En estos tiempos está difícil, y  hay gente que no puede pagar la cuota de autónomo. Si hubiera más trabajo la gente se daría de alta», reflexionaba Carballeta. En su caso, y aunque sigue pagando su cuota, la actividad ha bajado mucho. «Antes hacía sobre todo encargos, balaustrada de escalera, etcétera, pero ahora tengo que moverme, no me queda más remedio que ir a ferias», decía. En la de ayer, por ejemplo, ya sabía de antemano que no iba a tener pérdidas aunque vendiera pocos juguetes de madera. Cada participante recibió una dieta 50 euros  para pagar la comida y el transporte.

Otra mirandesa, Eva Vega, también vivió ayer su primera feria de artesanía en Miranda. Es peluquera, autónoma, y ahora ha comenzado a vender tocados y broches. «Me apetecía venir y darme a conocer aquí en mi ciudad», decía. Lamentaba que muchos compañeros locales se tuvieran que «quedar en casa» al no estar dados de alta, pero entiende que la normativa es así, y que «los demás estamos pagando impuestos».