París, mucho más que luz

RODRIGO GÜEMES (SPC)
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Elegante, intensa y única. Así se muestra la capital de Francia, una de las ciudades más atractivas para el visitante, que queda exhausto ante su sublime belleza

Una belleza sublime, intensa, única. Una luz nunca antes vista. Así se muestra París. Envuelta en un aire especial se levanta una de las urbes más visitadas del mundo. Conocida como la ciudad del amor o la de la luz cautiva a los turistas con una gran cantidad de monumentos y de actividades, una impecable y exquisita gastronomía y un ambiente de glamur y romanticismo que no se encuentra en otro lugar del mundo.

Me esperan cuatro días de ensueño. No hay tiempo que perder y tras un vuelo de dos horas y dejar la maleta en el hotel empiezo una nueva aventura. Y lo hago en el emblemáticos como el Barrio de Montmartre, donde recorro su calles de forma pausada y el ambiente bohemio me atrapa de inmediato. Allí admiro la Basílica del Sagrado Corazón. Después, me acerco hasta Saint Lazare y las Galerias Lafayette hasta llegar al Jardín de les Tulleries. 

Comienzo la tarde disfrutando de un paseo por los Campos Elíseos y la visita al Arco de Triunfo, ejemplo de las victorias del Ejército francés bajo las órdenes de Napoleón Bonaparte. Termino sobre la Torre Eiffel, el emblema de la ciudad (entrada 25 euros, ascensor al piso más elevado). Un sueño cumplido. Me siento vivo, libre... Las vistas a 300 metros de altura me dejan sin palabras. Veo el atardecer y como la ciudad se ilumina por completo. Una experiencia única.

La segunda jornada arranco en el Passage des Panoramas, donde sus establecimientos me trasladan de inmediato a los escenarios de una película.

El impresionante Museo del Louvre es mi siguiente parada (entrada 15 euros). Bajo una fortaleza del siglo XII, miles de obras me dejan bociabierto. La Gioconda de Leonardo da Vinci, La Libertad Guiando al Pueblo de Delacroix, Las Bodas de Caná de Veronés o La Venus de Milo son algunas de las joyas que descubro en su interior. El tiempo se detiene y el arte se apodera de mi.

El broche de oro llega con la visita a la majestuosa Catedral de Notre Dame. El gótico es su característica y enseguida retrocedo en el tiempo y añoro acontecimientos históricos que en ella se produjeron, como la Coronación de Napoleón o la Beatificación de Juana de Arco.