El cowboy de Obarenes que ama a los caballos

A. Castellanos
-

Enrique Pérez Zárate fundó hace cinco años el Centro Ecuestre Rancho San Román, en Arroyo de San Zadornil, y dejó atrás su vida como empresario de la construcción

El mundo del western le «atrapó» y lo que comenzó siendo una afición acabó convirtiéndose en su vida profesional. Enrique Pérez Zárate dirige desde hace cinco años el Centro Ecuestre Rancho San Román en Arroyo de San Zadornil, un lugar mágico abrigado por una inmensidad de bosques que forman parte del Parque Natural Montes Obarenes-San Zadornil. La monta americana o western es su especialidad y, sin duda, su vida, aunque el centro ofrece todo tipo de servicios, desde rutas a caballo en monta inglesa a clases de iniciación a la equitación.

Enrique Pérez era un empresario de éxito en el mundo de la construcción que llegó a tener a treinta personas a su cargo. Viajaba sin cesar «de punta en blanco» y encadenaba una conversación tras otra en su teléfono móvil. Vivía cerca de Miranda de Ebro en la localidad alavesa de Rivabellosa, aunque sus orígenes y su lugar en el mundo siempre han estado en la Jurisdicción de San Zadornil. Pero llegó la crisis del ladrillo y decidió «reinvertarse con un proyecto en el que nadie creía, abrir un rancho». Ahora afirma sin dudarlo que «no cambio esta vida por la anterior aunque antes tuviera más  dinero».

El rancho se lleva todas sus horas de todos sus días, pero tiene junto a él a su familia, su mujer, María Bartolomé, y sus dos hijos, Mikel y Alba. Ellos comparten con Enrique parte del tiempo que trabaja en el rancho, donde la actividad es muy intensa en verano y constante durante todos los fines de semana del año.

Todo comenzó hace doce años, cuando este emprendedor conoció en un centro ecuestre de Álava a un chico que llevaba la montura western. «Me llamó la atención la estética». Ese fue el primer flechazo. Pero lo más importante es que esta modalidad de equitación norteamericana conduce a que los «caballos estén muy domados, porque es una doma natural que lleva a un entendimiento con el caballo», añade. Tanto es así que Enrique se atrevió a montar con 4 años a su hijo en un caballo de solo 30 meses y recién domado.

Los cuartos de milla americanos son la raza de caballos que maneja el rancho. Llegan de Bélgica, Italia, Francia y otros lugares. El centro cuenta con 17 caballos propios y 7 en pupilaje y ha llegado a sumar 32 vacas, que ahora han sido vendidas y van a ser repuestas por otras nuevas. Y es que el ganado vacuno es necesario para los entrenamientos y la práctica de las especialidades de deporte ecuestre western o americano. Lograr que las reses obedezcan a los jinetes a caballo y se dirijan a los lugares marcados por los árbitros es todo un arte, en el que Enrique entrena a los integrantes del equipo Western Team San Román Ranch, en el que también participa como un miembro más junto a sus inseparables hijos.

Además de en el manejo de ganado, el equipo compite en la doma americana o reining, un deporte en el que el caballo demuestra su habilidad y con movimientos rápidos ofrece todo un espectáculo. Se trata de mostrar todo aquello que el animal debería hacer para saber manejarse entre el ganado, pero sin la presencia de las vacas.

El rancho de Arroyo de San Zadornil es el único de su especialidad en Burgos. En Castilla y León solo hay media docena que ofrezcan la monta americana. Entre todos, el de Enrique Pérez fue el pionero. Sus pinitos en la competición western los hizo hace ya nueve años, cuando solo había campeonatos en Cataluña, que después se han ido extendiendo a Aragón, País Vasco y que acaban de llegar a Castilla y León. El pasado mes, el Rancho San Román acogió una prueba del Campeonato de Trabajo con Ganado de Castilla y León que también ha tenido otra cita en Ávila.

Enrique presume de los éxitos de su equipo y de la expectación que generan allí donde participan. Pero no se le caen los anillos y admite que el rancho también genera trabajo duro, como la limpieza de las cuadras. Pese a ello, insiste en que vive como desea y en el mejor lugar posible. «El espacio natural de Montes Obarenes es  maravilloso y lo digo después de haber recorrido España de arriba a abajo y medio mundo», asegura Pérez Zárate, quien ha viajado a numerosos países persiguiendo las mejores piezas de caza, otra de sus aficiones que va perdiendo peso en su vida según crece la actividad del centro ecuestre.

Su tiempo ahora lo acaparan los caballos, a los que cría en semilibertad. Solo duermen en sus establos durante las duras noches del invierno, mientras que el resto del año pastan en el monte y se acercan al rancho a la hora de comer por la mañana. Si a su hora no han llegado, Enrique Pérez asegura que con un silbido responden a su llamada.