«Nos gustaría estar más vinculados a Atapuerca y contar con uno de los codirectores en nuestra plantilla»

A.R. - H.J. / Burgos
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Jordi Rovira, vicerrector de investigación de la UBU

Perfil. Doctor en Biología por la Universidad de Navarra, es profesor titular de Tecnología de los Alimentos de la UBU y está a la espera de conseguir una cátedra para la que lleva acreditado tres años. Desde 2008 es el responsable del área de Investigación.

 
Llegó a Burgos en el año 1989 y durante cuatro años fue director del departamento de Biotecnología de Campofrío. Ahora forma parte del equipo directivo de la UBU en el área que se ocupa de una de las razones de ser de la institución: la consecución y divulgación de conocimiento.  
 
La Universidad está inmersa en la elaboración de los presupuestos de 2015. ¿Qué espera para Investigación? 
 Que el presupuesto pueda aumentar un poquito. En los últimos años, a pesar de lo que ha caído, se ha mantenido más o menos y espero que pueda aumentar. 
¿Y esa tendencia a la baja ha tenido mucha repercusión en el trabajo del día a día?
Tiene, sí, y los recortes que hemos sufrido tendrán más repercusión en el futuro.  Lo que se ha hecho desde la UBU es suplir esa deficiencia con el trabajo de nuestros investigadores. Curiosamente, los números que tenemos en indicadores son bastante buenos a pesar de los recortes. 
¿Por qué cree que la repercusión llegará más tarde?
Porque España pierde posiciones clarísimamente. En 2010 alcanzamos el máximo de inversión en investigación, y como los proyectos tienen una vida media de tres años,  todavía estamos viviendo un poco de los proyectos anteriores.Ya estamos viendo que grupos que siempre han tenido financiación, empiezan a no tenerla. Y eso va a ser trágico, no en la Universidad nuestra, pero sí en el país. Los resultados en investigación nunca son a corto plazo. Por la propia idiosincrasia de la investigación necesitamos inversión sostenible en el tiempo. Eso hace que  los recortes tengan un efecto inmediato y la financiación un efecto más a largo plazo.  
¿Cree que los recortes en la financiación de investigación, además de por la crisis, se deben a que no se crea mucho en ello?
Efectivamente. No hay una política consensuada respecto a que la investigación es importante y que, por tanto, debe ser independiente de los vaivenes políticos y  de la situación económica. Es un tema de presente y de futuro. 
¿Qué hace falta para que ese mensaje cale?
Por un lado, se ha dicho tantas veces que al final les da igual. Yla sociedad del conocimiento, que es algo a lo que deberíamos tender, no tiene ningún efecto. En segundo término, la propia sociedad necesita saber que la cultura científica es importante. La propia secretaria de Estado, Carmen Vela, decía hace poco que la sociedad en general no tiene conciencia de que la ciencia es importante. No hay cultura científica en general y eso es un reto que tenemos por delante. Hay que intentar crear opinión pública favorable a la investigación. Que la gente entienda que el gasto en investigación no es algo baladí, sino que tiene su futuro en la repercusión en el país.  
¿Esta situación ha provocado la salida de investigadores de la UBU fuera de España?
No tenemos datos, pero evidentemente no hemos podido retener a algunos de los investigadores que podían estar. Pero sí hemos notado la falta de incorporación de nuevo talento a la Universidad. Hay un parón importante que afecta también a nivel personal en la promoción, por ejemplo, de quienes están acreditados para catedráticos, de forma que puedan seguir su carrera profesional o los nuevos profesores. Notamos que hay menos investigadores jóvenes y eso sí es una carencia importante que vamos a pagar en el futuro.  
¿De qué países europeos deberíamos tomar nota?
Claramente los países del norte comoSuecia o Finlandia. Pero también los anglosajones. 
¿En qué momento está el proyecto del ‘Campus triangular’ o  Campus de Excelencia con Valladolid y León, y para qué cree que servirá?
Es un proyecto a largo plazo. Empezó con mucha fuerza, nos costó un tiempo que nos concedieran ese reconocimiento y después empezó la crisis, por lo que los cinco millones de euros que nos habían concedido -en gran parte en forma de préstamos- no llegaron nunca. Pese a ello, hemos seguido trabajando en ello con ilusión y con lo que puede poner cada universidad pero a un ritmo mucho más lento del que era esperable y deseable. En todo caso, el proyecto sigue vigente y creemos que hemos llegado a una consolidación del mismo y que ahora es necesario volver a ponerlo en marcha si es posible con más financiación. En esto, creo que la Administración regional debería apostar por esta idea que es bastante interesante e integradora. 
¿Hay suficiente interconexión entre las universidades en materia de investigación o cada una va a su aire o incluso compitiendo entre unas y otras?  
Competencia siempre hay y eso no es malo siempre que sea sana. Cada vez estamos trabajando más en integración; tenemos proyectos comunes también promocionados por la Junta de Castilla y León como el programa Infrared en el que estamos  destinados recursos de investigación de manera coordinada entre las cuatro universidades públicas para que el gasto que se haga en este gran equipamiento sea coordinado. Yes verdad que cada vez estamos más coordinados, pero aún así haría falta una mayor planificación. 
¿Cuáles son sus puntos fuertes en materia de investigación? 
En 2012 hicimos una revisión de la estrategia de investigación de la Universidad y la conclusión fue que por el entorno socioeconómico que tenemos había unas áreas que denominamos más estratégicas, aunque eso no significa que no haya otras que también sean importantes. Éstas áreas eran la evolución humana, las tecnologías industriales, la biotecnología alimentaria y la química aplicada. También las relacionadas con la discapacidad. Sobre esta última, hemos tenido grupos de investigación que han integrado profesionales de la educación con ingenieros y los resultados de esa cooperación entre grupos tan distintos han sido excelentes.
¿En qué le gustaría que fuera más puntera la UBU? 
Discapacidad es importante y también estamos apostando fuerte por la Nanotecnología. 
¿Cuántos grupos de investigación tienen actualmente, por qué desde 2008 solo se ha creado uno? 
Se han creado más, pero otros han caído;y ahora tenemos 68. Hubo una reforma del reglamento, porque había más de 80, y propusimos que cada investigador sólo pudiera formar parte de un grupo, con la idea de reducir el número. 
¿Y ésa es una buena cifra? 
Es elevada para una universidad como la nuestra con unos 800 profesores, de los cuales la mitad son asociados. Pero no importa la cifra porque queremos que sean grupos activos, aunque algunos tendrán más fortuna y otros menos, algunos tendrán una escala más local, otros más nacional y otros más internacional. Ytambién hay gente que trabaja sola. 
¿Le preocupan los ránkings que periódicamente se difunden sobre investigación en las universidades españolas, y que en ocasiones no han dejado a la UBU en buen lugar?
Los ránkings hay que valorarlos en su justa medida. Son indicadores que nos dicen cómo podemos actuar y cómo estamos trabajando, pero también hay que tener en cuenta otras circunstancias que a veces no salen en el estudio como que la UBU es una universidad joven, con pocos investigadores o con limitaciones para tener más catedráticos y que, por tanto, tiene sus limitaciones. 
En cuanto al número de catedráticos, ¿de qué depende, dela tasa de reposición?
Ése es otro aspecto porque  no es lo mismo una universidad joven como la nuestra donde no tenemos mucha gente que se jubile que Salamanca o Valladolid, más consolidadas y con más gente que se jubila. Ello les permite contratar gente joven con menor coste. Y aquí eso no se contempla. 
¿Hay obsesión entre los profesores y catedráticos por las publicaciones, genera competitividad?
El tema de las publicaciones es una obligación de la universidad, una forma de transferir el conocimiento que se genera. Por tanto, la publicación es la esencia de la investigación y es necesario que los investigadores publiquen. ¿Hay competencia entre ellos? Hay competencia sana. Si publico más, soy más conocido, tengo más posibilidades de hacer más currículo y, por tanto, de tener más fondos para investigar. No tenemos muchas publicaciones, pero somos la primera universidad en Castilla y León en publicaciones en el cuartil más relevante. Es decir, no hay muchas, pero son de calidad. 
El año pasado 100 profesores firmaron un manifiesto quejándose de la política de investigación de la UBU al dejar marcharse a una profesora de Químicas con una beca Ramón y Cajal. ¿Cómo interpretó esa ‘rebelión’? ¿Ha mejorado algo la situación desde aquella queja?
Forma parte de la historia, del talento. Quizá en ese momento no se podía asegurar que esa persona pudiera continuar; no lo sé exactamente. Pero la cuestión es que no deberíamos dejar que esto ocurriera más veces. No estamos en situación de dejar escapar talento en esta universidad y de ninguna en general. 
¿Y fue una cuestión económica, de organización?
Fue una decisión que se tomó en el Consejo de Dirección y hay que asumirla. Pienso que la Universidad no podía asumir ese coste en un futuro. 
¿Se ha incrementado el número de doctores y catedráticos, y qué significa eso para una universidad tan joven?
Tenemos 18 personas acreditadas, ya reconocidas para dar ese paso a la cátedra. Y no podemos ejecutarlo por la falta de reposición, que es un lastre para las universidades, sobre todo para las pequeñas, como he comentado antes.  También tenemos unos 30 profesores titulares que están acreditados y no pueden acceder a funcionariado por el mismo motivo. En cuanto al número de doctores, va aumentado, y recientemente se han sumado 41. Además, este año ya están tramitadas entre 30 y 40 tesis y esperamos que el número aumente. 
El rector dijo en la Fiesta de la Universidad que el mercado laboral absorbe al 95% de los doctores, pero lamentó su presencia en el sector privado y reivindicó un mayor acercamiento entre Universidad y empresa. ¿En qué hace falta trabajar para lograrlo? 
La empresa tiene que tener conciencia de qué es un doctor, que es una persona que se ha formado durante cuatro años y que es capaz, ante un problema, de dar una solución más o menos innovadora. Por lo tanto, no tienen que fijarse tanto, y a veces lo hacen, en el tema como en el camino que uno hace para resolver un problema x. Por parte de la Universidad, acercarnos más a la empresa, confiar más en ellos y en ellos en nosotros. Y que no tengan miedo a contratar doctores. 
¿Qué resultados ha dado el vivero de empresas?
Estamos muy satisfechos de la labor realizada por la OTRI en emprendimiento. De no tener nada se ha pasado a 20 start-ups, de las cuales 6 están en nuestro vivero, y 5 spin off en la Universidad.
Se ha referido en varias ocasiones a que la UBUes joven y pequeña, ¿cree que a veces se pide demasiado a la institución sin tener en cuenta ambos hechos?
Sí, se nos pide mucho sobre todo porque partimos de situaciones diferentes y se nos trata igual que las otras. Algo nuevo necesita más recursos para ponerse en marcha. Aunque ser una universidad pequeña y joven tiene una grandísima ventaja, y es el dinamismo que tenemos. Por ejemplo, publicamos menos, pero mejor. Ahora se debate sobre si hay que juntar universidades. ¿Por qué?Una universidad pequeña es mucho más flexible, más fácil de gobernar, los alumnos están más a gusto, no tienen tanto coste... En una ciudad como Burgos el impacto de su universidad es grande. Fomentemos las universidades pequeñas y especialicémoslas. Las grandes universidades americanas o europeas como Harvard, Princeton o Yale no tienen un gran número de alumnos. Y sin embargo son punteras. 
¿No hay entonces un exceso de universidades? En su día se hablaba de eso como de los aeropuertos o las cajas de ahorro. 
Es posible, pero hay un estudio realizado por el ex rector de la Universidad Rovira i Virgili en el que se pone de manifiesto que estamos  por debajo de la media europea o americana. Yo creo que las universidades se han hecho para estar en ciudades pequeñas o medianas, donde dinamizan la actividad de esa ciudad y tienen un gran impacto. Eso es algo que hay que conservar. Grandes universidades históricas españolas como Salamanca, Santiago, Alcalá o Granada no están en grandes ciudades, sino en aquellas donde se crea el ecosistema cultural necesario, también para la gente que viene de fuera. Así que no hay demasiadas universidades, pero sí quizás tendrían que especializarse de alguna manera.
¿Habría que reordenar, entonces, el mapa de titulaciones? 
Claro, no todas las universidades pueden tener de todo. Sería bueno repartir y tener buenas becas que permitan a los estudiantes moverse. Pero la cuestión no es de número, 50 universidades públicas para los habitantes que tiene España no me parece tanto. 
Lo último que se ha dicho sobre el Centro de Biotecnología Alimentaria es que sus primeros ocupantes podrían llegar en septiembre. ¿Mantienen esa previsión? 
En principio sí. Creemos que el edificio acabará a finales de mes, en junio estará listo el equipamiento y en septiembre empezaremos a trasladar los grupos de investigación que van a trabajar allí. 
La UBU participa con un 5% en el Consejo Rector del Centro de Investigación sobre Evolución Humana (CENIEH), donde la Junta tiene el 45% y el Gobierno central el 50% ¿Está previsto ampliar ese porcentaje, o incluso suprimirlo para que quede en manos de una única administración? 
Tenemos que agradecer el 5% que tenemos, a través de una cesión de la Junta que entendió desde un principio que la Universidad tenía que estar presente en el Proyecto Atapuerca y en el CENIEH. Es una sensibilidad que no ha tenido el Ministerio. Y a ver qué ocurre con él. Lo que está fuera de dudas es que tenemos que trabajar conjuntamente para tener objetivos comunes. Colaboramos con investigadores que hemos cedido y nos gustaría que fuera al revés, que del CENIEH pudieran venir a la Universidad.
¿Le gustaría que el Centro quedara bajo una única dirección, en vez de compartida entre Junta y Ministerio como hasta ahora? 
Hombre, eso facilitaría las cosas. Cuantos más interlocutores es más difícil llegar a acuerdos.
Desde fuera existe la sensación de que el CENIEH no ha cumplido las expectativas y de que tiene mucho más recorrido que lo logrado hasta ahora. ¿La Universidad comparte esa impresión?
En la investigación todos queremos más pero es un instituto joven, como la propia Universidad, y no se nos puede exigir como a otros centros que tengan una trayectoria más larga. Una vez más hay que hablar de la crisis, porque a ellos también les ha pillado de lleno. Temática y recorrido tiene, infinitos, y creo que está haciendo lo que realmente puede.
Tampoco han ayudado las polémicas que han rodeado hasta el momento a los dos directores que ha tenido. El primero, Bermúdez de Castro, dimitió, y al segundo no le permiten continuar. ¿Qué opinión le merece esto?
Todos estos temas añadidos no ayudan a dar la estabilidad que la investigación en general necesita.
¿Cómo está el proceso para elegir al nuevo director? 
No sé mucho, pero en principio será un proceso abierto, internacional por el propio carácter del centro. En investigación tienen que estar los mejores, y más en época difícil. Tienen que buscar un buen director capaz de encauzarlo.
¿Por qué teniendo Atapuerca al lado la UBU no dispone de equipos tan potentes como los de la Rovira y Virgili o la Complutense? 
Por una cuestión histórica, está claro. El Proyecto Atapuerca viene de más atrás que la propia Universidad de Burgos y esas universidades ya tenían su vinculación. Este equipo rectoral ha hecho un esfuerzo para incorporar nuevos investigadores al tema de la Evolución Humana porque realmente es importante para nosotros, pero hay que seguir trabajando en que nuestros grupos de investigación estén más integrados. Forman parte del Proyecto Atapuerca pero no son los líderes, no son los codirectores. Intentaremos colaborar al máximo y seguir creciendo.
¿Cree que si estos yacimientos hubieran estado en Barcelona o Madrid se hubieran dejado ‘comer’ el terreno? ¿Es una cuestión de la personalidad o de la mentalidad de aquí? 
Pues es que a veces no se le da importancia a lo que uno tiene cerca. Lo tenemos aquí y sería muy importante que la UBU estuviera más vinculada al Proyecto Atapuerca. 
¿Y cómo conseguir eso? 
A nosotros nos gustaría contar con un codirector en la Universidad. Por ejemplo, con Bermúdez de Castro.
Sería un fichaje estrella y usted quizás tendría que ‘tirar de talonario’... 
Claro, pero una vez más tendríamos la tasa de reposición. Además de que la Junta nos pone un techo de gasto y no nos deja tirar de talonario, pero desde luego que nos gustaría contar con un codirector en nuestra plantilla de investigadores. Ojalá lo veamos pronto.
No es cuestión de jubilarlos de antemano a ninguno, pero además habrá que trabajar el momento del relevo de los codirectores actuales. 
Efectivamente. Nos gustaría estar más vinculados a Atapuerca y eso pasa por tener gente que está en ese proyecto aquí en la Universidad.
¿Cuáles son los resultados y perspectivas del Centro de Materiales que dirige el profesor Santiago Cuesta? 
Estamos justo iniciando el camino, pero el trabajo que están desarrollando y las perspectivas son enormes, ingentes. Es de subrayar, porque es un Ramón y Cajal que vino a la UBU él solo y ahora son más de 10 personas en el grupo. Es lo que se traduce de un trabajo intenso y de una dedicación en exclusiva. Hay otros ejemplos, pero en concreto en este proyecto las perspectivas son muy grandes, porque además ha sido capaz de integrar otros grupos de la Universidad. 
A raíz del accidente de Campofrío firmaron un convenio de colaboración con ellos. 
Sí, es algo positivo dentro de la desgracia. Los técnicos de las empresas deberían usar más ‘su’ Universidad, la que está en Burgos. Tenemos medios para ayudar, e incluso habría sido deseable que se hubieran instalado aquí, y eso sigue abierto. Será una colaboración buena para las dos partes, un ecosistema entre gente que está pensando. 
Además en su caso tiene un componente personal, por su paso por Campofrío. 
Desde luego. Yo siempre digo que mi post doctoral fue en la empresa, algo raro entonces porque todo el mundo se iba al extranjero.
Ahora también, todo el mundo quiere irse al extranjero. ¿Lo considera conveniente? 
Siempre es conveniente el intercambio de ideas. El Camino de Santiago pasa por delante de la Universidad y eso permitió la llegada de nuevas ideas o la construcción de una catedral magnífica como la que tenemos. Salir fuera para cualquier investigador, o para cualquier persona en general, es importante. Si lo hiciéramos todos habría menos problemas en el mundo porque nos entenderíamos mejor. Y ahora mismo salir es imprescindible porque no hay sitio. Datos: en 2013 había 11.400 investigadores menos que en 2010 en el sistema universitario español. La gente sale fuera porque aquí no encuentra perspectiva.
¿Qué opina sobre la polémica del 3+2, del paso a los grados de 3 años y másteres de 2? 
En España teníamos un sistema que era justamente eso, con dos ciclos. Se hizo un esfuerzo importante para cambiar al 4+1, y ahora entiendo que es muy prematuro volver al 3+2. Si miramos al panorama internacional, en EEUU siguen el sistema 4+1 y en Asia igual. Sí que parece que el máster de un año se queda corto y nuestros estudiantes tienen dificultades para que se les reconozca, pero la Conferencia de Rectores ha dicho: «Un momento, vamos a esperar por lo menos dos años, hacemos una valoración global y a ver cómo evolucionan los demás». Y yo también creo que es la opción más adecuada.
Actualmente tener un máster parece casi imprescindible, ¿eso expulsa de la Universidad a los estudiantes con menos posibilidades económicas? 
Cualquier iniciativa que implique un coste tienen que ir acompañado de un sistema de becas que permita que la gente buena llegue, independientemente de su situación económica. 
La secretaria de Estado de Educación ha venido a decir recientemente algo parecido a que hay demasiados universitarios en España. ¿Usted qué opina?
Yo no estoy de acuerdo con eso. Cuando un país está formado es mejor. Hay otros tipos de formación, no solo la universitaria, pero la educación por exceso no me parece mala. Otra cosa es que eso se traduzca en puestos laborales cualificados. 
Pero aquí todavía existe la creencia de que uno adquiere una formación para no acabar en un puesto de trabajo no cualificado. 
Sí, tenemos que romper esa idea, pero también es cierto que la gente formada encuentra más fácilmente trabajo.