Juana y su locura razonada

G.G.U. / Burgos
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Alrededor de 160 vecinos volvieron a recrear anoche ante un millar de espectadores la llegada del cortejo fúnebre de Felipe el Hermoso a la localidad burgalesa, hecho histórico ocurrido en 1507

Una Juana desesperada reprocha al cadáver de su marido sus continuas infidelidades y desprecios. - Foto: Jesús J. Matías

Arcos de la Llana volvió a representar ayer con éxito el cúmulo de desgracias que llevaron a Juana I de Castilla a convertirse en Juana la Loca: un matrimonio de conveniencia que la separó de su familia y de su tierra a los 16 años, un marido infiel que la despreció desde el primer día que pisó Flandes pero de quien ella estaba profundamente enamorada y un padre que la traicionó en beneficio propio antes de condenarla a vivir encerrada en una torre. Y como hilo conductor de cada escena, la soledad que acompaña a la muerte; esa sombra negra que en octubre de 1507 llevó a la reina Juana a hacer un alto en el camino en la localidad burgalesa durante el traslado del cadáver de su esposo, Felipe el Hermoso, a su sepultura en Granada.

Esa parada acabó prolongándose durante 18 meses y ha sido pretexto para prolongar las fiestas con una semana cultural en la que todo el pueblo rinde homenaje a una mujer maltratada. El espectáculo Juana: ciega razón (escrito por Felipe Ureña) cumplió ayer su octava edición;la primera con José Fernando Manrique como director. «Pero el camino estaba allanado. Felipe Ureña realizó una labor impresionante y yo solo he tenido que recoger el testigo», explicaba ayer Manrique, quien no solo dirige a casi 160 personas, sino que también interpreta a uno de los personajes principales, el marqués de Villena, y canta. El año pasado se decidió que la parte en la que el personaje interpretado por Manrique tiene que poner en antecedentes a Fernando el Católico de los ‘desvaríos’ de su hija Juana, se hiciera a través de una canción a dos voces entre Manrique y María Espino, quien interpreta a una mujer de la corte de Juana a cargo de su hija. «Es una manera distinta de resumir y poner en situación al rey de cómo están las cosas», apunta Manrique.

Otro elemento de contemporaneidad lo ponen un grupo de jóvenes que rompen la estética medieval con mallas y jerséis para representar las angustias, temores y penas que rondan a Juana cuando su padre la traiciona por primera vez arrebatándole a uno de sus hijos varones y herederos al deseado trono de Castilla. «El baile representa los miedos que atenazan a Juana en un momento crucial», apunta Manrique, quien en todo momento elogió la disposición y labor de sus vecinos, todos ellos aficionados como él.

Es especialmente destacable la interpretación de Cristina Alonso, quien desde hace ocho años se ha metido en el papel de esa Juana adulta y desesperada a quien todos creen loca, pero que demuestra estar muy cuerda. Se sabe engañada y ninguneada, cuando ella, en realidad, lo único que deseaba era el amor de su esposo. «¿De dónde me vino esta pasión tan arrebatadora?» se pregunta Juana en uno de sus soliloquios, antes de concluir que «amor y deseo están por encima de conveniencias» y de culpar de «este destino aciago» a su madre, Isabel la Católica.

Toda una lección de historia que ha encandilado a los vecinos del pueblo y a otros tantos de fuera, que ayer se agolpaban en el exterior y en el interior de la iglesia para ver llegar a la comitiva que acompañaba al cadáver de Felipe el Hermoso en mitad de la noche, de forma semejante a cómo entró en la localidad burgalesa hace más de 500 años. Alrededor de 1.500  personas, según fuentes oficiales, acudieron a ver esta edición de la obra, que aspira a entrar a formar parte del programa turístico La ruta de Isabel una vez que cumpla 10 años. Quienes no pudieran acudir ayer, tienen otra oportunidad hoy, a las 21.45 horas.