El Papa pide coraje para luchar contra el cáncer del narcotráfico

AGENCIAS
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Francisco critica que la búsqueda de privilegios de los políticos conduce a actitudes corruptas y exhorta a las autoridades a combatir decididamente la violencia del país

En tono sereno, pero con una actitud critica, el Papa Francisco exhortó ayer a las autoridades de México a combatir decididamente «la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de los indígenas, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte, causando sufrimiento y frenando el desarrollo». Era una frase dura para unos políticos poco acostumbrados a esta clase de juicios, pero el Papa hablaba en tono dulce y proponiendo soluciones.

En su primer discurso de esta visita a México, que durará cinco días, y en el Palacio Nacional, el Pontífice denunció ante el presidente del país, Enrique Peña Nieto, que la búsqueda de los privilegios conduce a la corrupción, el tráfico de drogas y la violencia extrema.

Francisco indicó ante las autoridades del país azteca que «para construir un futuro esperanzador  se necesitan «hombres y mujeres justos, honestos y capaces de empeñarse en el bien común».

El Santo Padre pronunció también un inesperado discurso ante el clero reunido en la catedral del DF, que escuchó varias llamadas de atención. En un texto, que en algunos momentos tuvo tonos de reprimenda a los obispos y religiosos mexicanos, les pidió que «no minusvaloren el desafío» que el narcotráfico representa para la «sociedad», incluida la Iglesia.

Francisco aseguró que esta lacra, por su proporción y por su extensión en el país, «es como una metástasis que devora».

«La gravedad de la violencia que disgrega y sus trastornadas conexiones no nos consienten a nosotros, pastores de la Iglesia, refugiarnos en condenas genéricas», subrayó a los obispos del país reunidos en la Seo.

Por ello, les pidió «coraje profético y un serio y cualificado proyecto pastoral» para contribuir a crear una «red humana, sin la cual todos seríamos desde el inicio derrotados por tal insidiosa amenaza».

Para lograrlo les recomendó comenzar «por las familias; acercándonos y abrazando la periferia humana y existencial de los territorios desolados de nuestras ciudades; involucrando las comunidades parroquiales, las escuelas, las instituciones comunitarias, la comunidades políticas y las estructuras de seguridad».

Francisco endureció el tono de su mensaje al improvisar una parte y señalarles que «si tienen que pelearse, peléense. Si tienen que decirse cosas, díganlas. Pero como hombres, en la cara».

Con el presidente.

El Santo Padre ya había hablado de estos problemas en el discurso ante el presidente Enrique Peña Nieto y las autoridades mexicanas, cuando les recordó las cicatrices que tiene el país azteca: corrupción, narcotráfico e inseguridad.

En el acto de bienvenida en el Palacio Nacional, en la plaza del Zocalo, el presidente mexicano describió al Papa Francisco como un líder «sensible y visionario», cuyas causas también son las del país azteca, un Estado que escuchará su «mensaje de aliento y esperanza».