Alaska: «Odio en lo más profundo no pasar desapercibida»

María Albilla (SPC)
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Fangoria vuelve a la primera línea con 'Canciones para robots románticos'

12 discos de Fangoria, 12 temas ahora bajo el título Canciones para robots románticos que se presentaron el pasado día 12... «¡No me había dado cuenta! Si llego a caer en esto, con lo maniática que soy, igual hubiera esperado a sacarlo en el mes número 12 y estábamos hasta diciembre sin disco! No sería la primera vez. Ya lo hice el 4 del 4 de 2004 (Arquitectura efímera)», resalta Olvido Gara, o Alaska, la mitad del dúo que desde 1989 forma junto a Nacho Canut y que hoy toman prestada una cita del escritor Terry Pratchett para poner en marcha un nuevo proyecto que habla de ritmo y sentimientos. La estupidez real siempre vence a la inteligencia artificial, decía el escritor británico de fantasía y ciencia ficción y este tema, que ha sido recurrente para Fangoria a lo largo de su carrera, no iba a quedar aparcado en esta ocasión.

«La idea de una inteligencia artificial superior a la inteligencia emocional y todas las cosas que entran en conflicto precisamente porque no somos robots es algo en lo que hemos pensado mucho». Pero nada más lejos de los sentimientos a los que acostumbran las letras de las canciones. Sentimientos que pueden ser buenos y que, evidentemente, pueden ser malos.

«Lejos de ser cada vez más fríos, ahora se premia la empatía. Parece que hay que ser bueno siempre y participar en causas solidarias, aunque luego ya ni se sabe si es de verdad...», reflexiona la artista. Fiesta en el infierno/celebran la degradación de otro corazón/la desilusión de otro amor que se convirtió en te odio, reza parte del estribillo de una genial Fiesta en el infierno.

Y es que para Olvido Gara, en un mundo lleno de fundamentalismos, de guerras, de conflictos religiosos, los sentimientos están mal interpretados y tal vez fuera mejor dejar de empatizar/con quien jamás me importará. Son los Delirios de un andriode cardado, un tema que termina con una declaración de intenciones: Si las máquinas no piensan, ¿por qué voy a pensar yo?

Pues menos pensar y más bailar, porque si algo tiene este disco es mucho ritmo con firma Guille Milkyway y Jon Klein. Así, cualquiera podría imaginarse a Olvi, como llama Mario Vaquerizo a su esposa, rompiendo las pistas de baile... pero no. «Me da vergüenza. Si sueno en un sitio en el que estoy me gustaría desaparecer por un agujero en el suelo», comenta. Tal vez por eso su canción favorita sea Disco Sally, «probablemente la más lenta que hemos hecho en toda nuestra historia» y también con un punto existencial. La vida pasa y no hay más que hacer.

Olvido asevera que «odio en lo más profundo no pasar desapercibida, pero entiendo que es absurdo pensar que lo puedo conseguir siendo famosa. Lo asumo. De ahí a que lo disfrute... pues no», comenta, pese a haber participado en un reality cuya línea argumental no era otra que mostrar su vida cotidiana. Pese a ello, la disputa sobre el control de la privacidad desemboca en el uso de las redes sociales, plataformas de las que no es muy amiga. Solo hace un par de años se hizo una cuenta de Instagram porque le va la fotografía. «¿Twitter?, no me gusta. No me gusta usar la palabra como si fueras un mesías y que luego te retuiteen los demás como si fueras dios y tuvieran que repartir mi palabra por el mundo». Amén. De Facebook ni hablamos. «En mi casa no entra nadie que yo no quiera». Es cierto, pero discutible.

Hablar de la fama con los famosos no deja de ser un tema un tanto robótico, pero habitual. «A mi me ha gustado salir en las revistas del corazón, me divertía, no me importaba hablar de cualquier cosa, no esconderme de nada. Ir siempre de cara sirve para que no intereses y no se pueda negociar con parte alguna de tu vida porque si no está escondido, no vale dinero». Debe ser cierto, su voluntad ha sido resistir y, a día de hoy, con Canut y sin Canut, Alaska es... vintage. Un icono de los 80 que siempre está de moda.

Y si algo ha hecho la artista a lo largo de su vida ha sido reinventarse. Jamás le hubiera gustado parar el reloj molecular. Cuentan Gara y Canut que la nostalgia es una droga dura y adictiva, no porque rechacen el pasado, sino por ese placer que es ir eligiendo cada día con cada decisión un nuevo camino. «Cuando estuvimos 20 años sin tocar las canciones de Dinarama no era por rechazo al pasado, era por crearnos una nueva vida. No lo hubiéramos logrado si solo nos hubiéramos dedicado a alimentar lo que ya habíamos hecho. Ahora hemos vuelto a ellas».

«La gente se empeña en volver y volver y volver al pasado como si no hubiera un mañana, nunca mejor dicho» agrega Alaska. «Yo te cuento lo que quieras, pero no me lleves a mis 15 años porque te mato.

El pensamiento pragmático/acaba siendo más práctico./Un sentimiento más trágico/acaba siendo más práctico.