Futuro incierto

Carlos Cuesta (SPC)
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La reducción real de ingresos al llegar a la edad del retiro es una realidad a la que los trabajadores tendrán que hacer frente

El modelo de Estado de Bienestar por el que muchas generaciones han luchado y trabajado duramente se ha fracturado con la crisis. La mayor parte de los avances laborales se han detenido sine die y el capitalismo más deshumanizado ha tomado las riendas.

Si bien es cierto que muchos empresarios, y sobre todo las grandes compañías socialmente responsables, han seguido manteniendo e, incluso, mejorando los derechos de los trabajadores, lo cierto es que una mayoría de industriales ha visto en estas políticas una oportunidad para ganar más dinero, aprovechándose de los recortes que, además de provocar una gran desigualdad social, a la larga aniquilan el mercado de consumo y generan pobreza.

En este contexto, la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas) advirtió esta semana que las pensiones serán un 35% más bajas tras los cambios introducidos en 2011 y 2013. En concreto, la entidad sostiene que el tijeretazo de hace cinco años supondrá una rebaja media en torno al 20%, mientras el de hace tres años añadirá una pérdida del 15% por la reducción de la nómina media tras la jubilación.

En este sentido, Funcas lamenta que las reformas se hayan hecho solo reduciendo las pensiones y sin aportar ningún recurso extra al sistema, lo que hace que los pensionistas futuros tengan que asumir el coste del envejecimiento de la sociedad cobrando subsidios más inferiores.

Según la Fundación, el enfoque de los ajustes es «inaceptable» porque los contribuyentes sí tienen derecho a cierto nivel de prestaciones y porque, quien ha obligado a los contribuyentes a formar parte de este mecanismo ha sido el propio Estado. «Si el sistema ha salido mal, no parece aceptable que ahora se lave las manos y les haga soportar el coste», advierte.

Por eso, apuesta por unas nuevas medidas que deshagan parte de las planteamientos adoptados y que dote a la Seguridad Social de recursos adicionales y garantice a los jubilados una tasa mínima. De hecho, asegura que España podría gastar un 30% más de lo que destina ahora tras la última reforma.

En 2016, la subida de las prestaciones por jubilación ha sido del 0.25%. De esta manera, la pensión máxima ha quedado en 2.567 euros y la mínima, en 636 euros.

A lo largo de los últimos cuatro años, el Ejecutivo ha echado mano de más de 50.000 millones de los fondos de la Seguridad Social. En estos momentos, la hucha de las pensiones cuenta con 34.221 millones de euros. Se trata de casi la mitad de lo que había al principio de la legislatura (66.815 millones en 2011).

En España hay 2,41 trabajadores activos por cada pensionista. Actualmente, hay 19.591.707 millones de afiliados, de los cuales 16.793.649 están ocupados. Mientras que el número de personas con subsidio de jubilación, viudedad, orfandad,... es de 8.130.374. Los últimos datos arrojan una relación entre afiliados y pensionistas del 2,41, la más baja desde 2002 cuando fue de 2,39.

Ante esta situación, uno de cada cuatro españoles mayores de 55 años, en concreto el 26%, espera seguir en activo a partir de los 65 y retirarse del mercado laboral gradualmente mediante la reducción progresiva de su jornada laboral, según un estudio del Instituto para la Longevidad y la Jubilación de Aegon. Esta situación formaría parte de lo que se conoce como jubilación flexible, que permite compatibilizar la pensión de retiro con un empleo a tiempo parcial.

En el plano internacional, el 46% de los alemanes piensa recurrir a esta fórmula, mientras que en Estados Unidos, Brasil y Australia las cifras alcanzan el 66%, el 74% y el 77%, respectivamente. Entre los motivos más comunes para alargar la vida laboral, los trabajadores citan sentirse activos, seguir disfrutando de su trabajo y  también por causas económicas.

Planes de ahorro. El poco atractivo de los planes de pensiones ha provocado que el patrimonio de estos fondos descienda un 1,37% en enero, hasta alcanzar los 66.416 millones de euros, según VDOS y que cada vez menos personas recurran a este tipo de ahorro.

En definitiva, existe una encrucijada provocada por la crisis que deja a la intemperie al trabajador en los momentos de su vida que más tranquilidad ansía.