La guerra que divide al mundo

DPA
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Moscú cree que la actuación en Siria recrudece la tensión entre EEUU y Rusia y reclama recuperar la confianza entre ambas potencias para evitar otro 'telón de acero'

¿Estamos nuevamente sumidos en una guerra fría? Esta pregunta se ha planteado con frecuencia desde el comienzo de la crisis de Ucrania y el primer ministro ruso, Dimitri Medvedev, dio ayer una respuesta clara y afirmativa en la Conferencia de Seguridad de Múnich. Las advertencias sobre una vuelta a los tiempos en los que un telón de acero dividía Europa y el este y el oeste estaban enfrentados no son nuevas. Pero que se está en medio de una situación similar es algo que no se suele oír.

Medvedev no pronuncia discursos incendiarios como los del presidente Vladimir Putin. El jefe de Estado ruso ingresó en los anales de la cita de Múnich con violentos ataques a la OTAN en 2007. Entonces acusó a Estados Unidos de querer dominar el mundo como única potencia global.

Pese a haber sido invitado, Putin prefirió no viajar a la metrópoli alemana y enviar en su lugar a su jefe de Gabinete. El segundo hombre en el Estado ruso no es considerado una persona ruda y con su habitual tono templado planteó: «¿Puede ser que necesitemos una tercera conmoción mundial para entender cuán necesaria es hoy la cooperación en lugar de la confrontación?», se preguntó. Y abogó por recuperar la confianza. «Será un proceso difícil. Pero tenemos que empezar esta fase. Y sin que haya condiciones previas».

Medvedev se pudo permitir pronunciar unas palabras conciliadoras sin que su país corriese el riesgo de estar en inferioridad de condiciones. Rusia ha vuelto a ser considerada un socio indispensable en el plano internacional desde la intervención activa de sus fuerzas armadas rusas en el conflicto de Siria.

Hace dos años, Barack Obama se mofó del mayor país del mundo al tacharlo de «potencia regional». En Múnich, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, se refería ayer a Rusia como «potencia internacional», la primera vez que se la llama así en un discurso importante.

¿Habrá que creer en la mano tendida por el jefe de Ejecutivo ruso? Los hechos parecen indicar que no. Rusia aceptó en la noche del jueves el acuerdo para implantar un cese de hostilidades en Siria, pero ayer intensificó los ataques aéreos.

De Asia a Europa. «En Siria no hay guerra civil. Son sus aviones, señor Putin, que bombardean a la población civil», bramó el presidente ucraniano, Petro Poroschenko, en una mesa redonda celebrada inmediatamente después del discurso de Medvedev. El ucraniano aprovechó la ocasión para volver a acusar a Putin de respaldar con soldados y armas a los separatistas que se han hecho fuertes al este de su país.

Las dificultades que plantean los esfuerzos por la paz en Ucrania también quedaron patentes en Múnich y ayer los ministros del Exterior de Ucrania, Rusia, Alemania y Francia se reunieron casi un año después del acuerdo de Minsk para trazar un balance. Los resultados son muy decepcionantes.

Algunos europeos orientales son más pesimistas. «Probablemente estemos ante una guerra caliente. Esto no está para nada frío, ya está caliente», sostuvo la lituana Dalia Grybauskaite, presidenta de uno de los países que se sienten amenazados por los vecinos rusos.