La Guardia Civil rescata a 21 personas en la montaña burgalesa en año y medio

Gadea G. Ubierna / Burgos
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Accidentes. Son la primera causa para movilizar a los especialistas y, en los casos más graves, también al helicóptero

En Burgos no hay equipo especializado en montaña ni helicóptero; la provincia depende de la unidad con base en Ezcaray, que atiende buena parte del Norte peninsular. - Foto: Guardia Civil

La muerte de tres guardias civiles el pasado domingo durante el rescate de un deportista accidentado en los Picos de Europa leoneses ha puesto en el punto de mira a estos equipos especializados de la Guardia Civil, que solo en año y medio han tenido que socorrer a 21 personas en la provincia burgalesa. En todos los casos se trataba de personas lesionadas o perdidas en zonas de muy difícil acceso de la Sierra de la Demanda, los picos de Espinosa de los Monteros y Las Merindades o los Montes Obarenes. Situaciones tan complejas en las que la intervención de las patrullas convencionales no fue suficiente y hubo que movilizar al Equipo de Rescate e Intervención en Montaña (EREIM) de Ezcaray o al helicóptero, también con base en La Rioja. En total, doce operaciones. Y a estas hay que añadir los que efectúa el Grupo de Rescate y Salvamento de la Junta: por lo menos tres en el primer semestre de 2014, también por lesiones.

La conjunción de temperaturas más o menos agradables y la longitud de los días hacen de la primavera y el verano la época por excelencia para las excursiones campestres: se cuentan por centenares las personas que se lanzan al monte con poca información acerca de la zona a la que van o con una preparación física inadecuada para el objetivo que se han marcado. Un hecho al que cada vez con más frecuencia hay que añadir la celebración de pruebas de competición en las que, como ocurrió la semana pasada en León, lo deportivo puede dejar paso a la tragedia en cuestión de minutos.

Sin embargo, no son estos los meses en los que mayor número de incidencias se registran en las unidades especializadas en montaña de la Guardia Civil, para quienes la época álgida está todavía por llegar: octubre, noviembre y diciembre. La belleza del otoño y el comienzo de la temporada de setas vuelven a llenar de gente montañas y bosques y la estadística oficial refleja que es frecuente que no se tomen las precauciones necesarias. Y a diferencia de lo que ocurre en los meses de calor, las condiciones meteorológicas ya no acompañan tanto y un esguince que en mayo o agosto puede resolverse con la intervención de las patrullas convencionales de la Benemérita y un todoterreno, en noviembre y diciembre conlleva la movilización del equipo de rescate y/o del helicóptero. De ahí que haya que extremar la precaución. Como destacan fuentes oficiales del Instituto Armado, «un porcentaje muy alto de los accidentes que ocurren en montaña se deben a fallor humanos que casi siempre son evitables».

El invierno, en cambio, es una estación en la que suelen registrarse menos incidentes porque solo se atreven a salir montañeros experimentados a los que es más difícil que la improvisación les juegue una mala pasada. Pero también ocurre. El pasado marzo, por ejemplo, murieron cinco montañeros en Gredos (Ávila) y en la provincia también hubo que lamentar desgracias; concretamente, en el Pico San Millán (Pineda de la Sierra), el más alto de la provincia. Un hombre se desvaneció a 50 metros de alcanzar la cima por la cara norte junto a ocho compañeros de ruta y cuando efectivos del Grupo de Rescate y Salvamento de la Junta conseguieron llegar junto al grupo, el hombre ya tenía el pulso débil y falleció en Pradoluengo. Las fuentes oficiales indicaron que la causa del accidente fue una parada cardiorrespiratoria, pero solo un mes antes y en el mismo pico, una mujer estuvo a punto de pagar cara una imprudencia. Una pareja hacía montañismo un domingo de febrero por una zona inaccesible por tierra para vehículos, cuando, bien por la niebla o por otras causas que no se especificaron, la mujer se cayó, se lesionó y se quedó aislada con la única compañía de su teléfono móvil. El hecho de que la señal de aviso se diera pasadas las15.15 horas de un día de invierno y que la pareja se hubiera separado complicó el rescate, porque primero hubo que localizar a quien hizo la llamada y, después, rastrear la zona para tratar de localizar a la herida. Por fortuna para ambos, la escasa visibilidad a la que aludieron los expertos no impidió que la encontraran -ya con hipotermia- y que pudieran trasladarla de urgencia al HUBU. Si ambos montañeros no se hubieran separado o si hubieran llevado aparatos GPS, como recomienda encarecidamente la Guardia Civil, todo hubiera sido más rápido.

cuatro en 2014. El San Millán era el punto que hasta ahora atraía más a la afición al montañismo. Pero los especialistas han comprobado que cada vez son más quienes ya se atreven con otras zonas muy exigentes como es el Pico de Castro Valnera, cuya cara norte pertecene a Cantabria y la sur a Las Merindades. Esta comarca es otra de las que acapara ahora buena parte de las intervenciones de los equipos especializados, tanto los de la Guardia Civil (que se desplazan desde La Rioja) como los de la Junta (base en Valladolid).

Los dos percances ocurridos en la Demanda que se han citado con anterioridad en este texto fueron atendidos por efectivos del equipo de salvamento de la Junta, cuyo helicóptero también tuvo que salir por lo menos a otra intervención. Por otra parte, los agentes del Equipo de Rescate e Intervención en Montaña de la Guardia Civil en 2014 han tenido que movilizarse solo en dos ocasiones, en las que han tenido que prestar auxilio a cuatro personas. Si el otoño no conlleva muchos más sobresaltos, podrían cerrar el año con mejores datos que en 2013. Entonces, el equipo de montaña protagonizó diez rescates con 17 personas implicadas, en la mayor parte de los casos por accidentes y gente desorientada, que o bien se ha perdido o se ha retrasado y se les hizo de noche.

Otras veces el motivo de la intervención de los especialistas se debe un cambio repentino de las condiciones climatológicas. No es lo habitual, pero se dan casos. Por ejemplo, a mediados de abril fue necesario que la Guardia Civil acudiera de urgencia a las Lagunas de Neila, a las que dos excursionistas habían subido en bicicleta y, estando en la parte alta de la sierra, les sorprendió una tormenta que impidió que pudieran volver en bici: entre la nieve y el agua de la tormenta, el terreno quedó convertido en un barrizal intransitables. Llamaron a la Guardia Civil y todo quedó en un susto.