Cada burgalés tira una media de 19,2 kilos de plástico

G.A.
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El Ecoparque de Cortes recicla cerca de 600.000 kilogramos de bolsas de la compra, una cantidad que no deja de crecer

Cada vecino de Burgos capital tira a la basura una media de 19,2 kilogramos de envases de plástico al año, una cantidad que puede parecer menor a simple vista pero que equivaldría -si el reciclaje permitiese esta transformación directa- a 600 botellas vacías de litro y medio de agua mineral con sus respectivos tapones por persona (póngalas en una fila, sumen a los integrantes de su hogar y háganse una idea). La misma comparativa en bolsas transparentes, de colores, con o sin marcas comerciales, da como resultado 3,3 kilos, es decir, cerca de 700 unidades por persona, las que vamos sumando un día sí y otro también al ir al supermercado o a cualquier otro comercio. 

Además, lejos de contenerse -por el evidente impacto ambiental que está produciendo en nuestro planeta-, todo este consumo de plástico sigue aumentando en la ciudad a un ritmo del 5% anual y ya genera 3.385.730 kilogramos de desperdicios, cerca de 600.000 de ellos solo en bolsas, por las que se empezará a pagar entre 5 y 15 céntimos por unidad a partir del próximo mes de julio.

En la ciudad consumimos lo que luego tiramos y mayoritariamente reciclamos, por lo que los contenedores amarillos se han convertido en una referencia para medir la evolución del consumo de plástico en el día a día. Así, según los balances de actividad que maneja el Ecoparque de Cortes (donde se gestiona el contenido de estos contenedores), cada año se tiran 2.804.570 kilogramos de envases de todo tipo seleccionados previamente en el hogar, a los que hay que sumar casi 600.000 kilos más no reciclados que se extraen de la basura convencional y del resto de contenedores a través de los diferentes procesos mecánicos y manuales que se desarrollan en la planta de reciclaje. 

El origen de ese 17% de plástico oculto en la basura orgánica es una mala decisión tomada en el hogar. El desconocimiento sobre cómo funciona el proceso de tratamiento de basuras, el desinterés o la comodidad provocan una disfuncionalidad que debe ser corregida.

Lógicamente, también hay un porcentaje que escapa a este proceso extra y es el que encontramos en las riberas de los ríos, abandonado en los merenderos y las zonas de recreo, en los vertederos ilegales junto a los caminos, en los basureros urbanos improvisados en patios interiores, fincas abandonadas, naves fuera de uso... El océano queda lejos de Burgos, pero si fuese una ciudad costera contribuiría de igual forma que otras a las enormes masas de plástico que están matando los mares.

 

Efectividad. Pero, volviendo a la estadística, en los últimos cinco años hemos sumado una media de 334.000 kilos de plástico al balance anual y todo parece indicar que este extra de consumo se alcanzará cada vez en menor espacio de tiempo. Seguramente, en los próximos dos años hablaremos de la misma cantidad extra.

Afortunadamente, el 75% de este desperdicio se recupera y se valoriza (más de 2 millones de kilogramos) y el 25% restante son los impropios que acompañan a los envases (basura orgánica, vidrio, cartón o textiles) que acaban en el vertedero de Abajas o en otro ciclo de reciclaje diferente al de los envases. «Esto ocurre porque la gente echa envases a la basura orgánica cuando tenía que separarlos, aunque nosotros tenemos tratamientos que recuperan estos elementos de la basura convencional», explican los gestores del Ecoparque.

La calidad del reciclaje de envase en Burgos es «buena», es decir, que los vecinos depositamos la basura razonablemente separada, lo que no evita que aún tengamos mucho por hacer para evitar que el plástico que utilizamos cada día acabe dañando a la naturaleza.  

 

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