El Ebro roza los 7 metros y se desborda por todo el casco urbano de Miranda

R.C. / Miranda
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Más de mil personas estuvieron sin luz durante horas, en Los Pinos y Linares hubo que desalojar a varios vecinos y 13 calles se cortaron al tráfico. El caudal no empezó a bajar hasta las 21 horas, después de superar los 1.410 metros cúbicos por segun

El Ebro cumplió su amenaza y convirtió ayer las calles de Miranda en su cauce. Y es que las peores previsiones no solo se cumplieron sino que se superaron con creces ya que el río alcanzó casi los siete metros, anegando además de las zonas aledañas, gran parte del centro urbano, en la que ha sido la mayor inundación que ha sufrido la ciudad en los últimos treinta años.

Calles como Independencia, Arenal o Condado de Treviño quedaron convertidas en auténticas piscinas en las que solo sobresalían parte de las señales y farolas. Los sacos de arena fueron insuficientes para frenar la crecida y algunos optaron por tirar de ladrillo y cemento para intentar levantar muros de contención. El esfuerzo, en la mayor parte de casos fue inútil, ya que el agua hizo estragos en casas, garajes y comercios.

En Los Pinos y Linares varios vecinos tuvieron que ser desalojados y trasladarse a casas de familiares y amigos, trece calles se cortaron al tráfico en el casco urbano y cerca de un millar de personas se quedaron sin luz durante horas en la zona de Entrevías y Avenida  de Europa. En Anduva, los patos nadaban en las inmediaciones del estadio del Mirandés, una escena que reflejaba la dimensión de la riada y que fue el foco de atención de las cámaras con las que muchos quisieron inmortalizar una jornada histórica.  

Y es que a pesar de que se esperaba la crecida, pronto se pudo comprobar que el dispositivo de emergencia se iba a quedar corto. Con la experiencia de 2003 como referencia, durante la madrugada se empezaron a evacuar los garajes y sótanos de las calles más próximas al río, pero el Ebro no estaba dispuesto a dar tregua y con un caudal de 1.400 metros cúbicos por segundo (casi el doble de lo previsto) se desbordó de forma progresiva e imparable.

En la Parte Vieja los vecinos pasaron la noche en vela, igual que en El Lago, donde se hacía imprescindible el uso de botas para acceder a las viviendas y los cubos no alcanzaban para evacuar el metro y medio de agua acumulado en los sótanos. Muebles, libros y todo tipo de objetos flotaban ante la desesperación de sus dueños. «Lo peor  no es el valor de lo que pierdes sino lo que cuesta luego limpiar, pintar y adecentar todo», aseguraba Raquel, que cada pocos minutos se asomaba a la ventana para controlar que el agua no llegara a la puerta de casa.

Alza constante

Los desbordamientos del Zadorra y del Bayas provocaron un efecto ‘tapón’ en un Ebro ya al límite de su capacidad por el deshielo y la lluvia. El paso de las horas, lejos de apaciguar la situación, solo trajo noticias cada vez más preocupantes ya que los tres ríos mantuvieron una tendencia al alza permanente que solo se vio frenada a última hora de la tarde.

La circulación vivió momentos caóticos y la imagen de comerciantes y hosteleros tratando de salvar parte de su mercancía mientras evacuaban con mangueras el interior de los locales se convirtió en una constante. «Nadie esperaba que el agua llegara hasta aquí y cuando nos han avisado a primera hora de la mañana ya era tarde», lamentaba Natalia, en la puerta de su negocio de alimentación.

Ni siquiera la Plaza España se libró de la inundación ante la incredulidad de los cientos de curiosos que se agolpaban en el puente de Carlos III, del que apenas se apreciaba un metro de ojo entre cada pilar.

Después de horas de incertidumbre y de mirar al cielo rogando clemencia, los partes meteorlogicos por fin anunciaron un respiro. Al cierre de esta edición el cauce se situaba aún por encima de los 6 metros pero se espera que continúe bajando en las próximas horas a pesar de que la climatología seguirá siendo adversa durante algunos días más.