Una década sin Valentín Niño, el alcalde humano

G. Arce / Burgos
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La ciudad recuerda mañana a uno de sus representantes políticos más valorados por su talante cercano al ciudadano • El desvío ferroviario y la recuperación del Teatro Principal son los principales legados de este histórico regidor

Valentín Niño jura su cargo en un abarrotado Salón de Plenos municipal. - Foto: Diario de Burgos

La desaparición de Valentín Niño Aragón, de la que mañana se cumple el décimo aniversario, sumió a la ciudad de Burgos en un luto sentido y sincero. Ocupó el sillón de la Alcaldía durante siete años, del 17 de junio de 1992 al 2 de julio de 1999, el tiempo suficiente para demostrar a sus conciudadanos que su bondad, su cercanía y su carácter conciliador y dialogante no eran una estrategia política sino la forma de ser de un hombre bueno, honesto consigo mismo y con los demás, al que le tocó ejercer una responsabilidad pública que quizá en sus adentros nunca ambicionó.

Se le recuerda como un alcalde a pie de calle, muy próximo al sentir del ciudadano; que reía, se divertía y sufría como uno más del barrio, por encima de las diferencias políticas, las polémicas y los desencuentros. Palentino de nacimiento, químico de profesión (llegó a Burgos para trabajar en la Hispano Química), Niño tenía una lima muy especial para las aristas y un imán mágico para atraer contrarios, dos instrumentos indispensables para sosegar a una ciudad muy crispada en lo político tras la inhabilitación de su antecesor, José María Peña, como consecuencia del Caso de la Construcción.

Su gran humanidad, algo tan ajeno a la política de hoy y de la que algunos se sirvieron para criticarlo sin piedad ni respeto, fue en realidad un magnífico bálsamo que permitió a Burgos centrarse en lo realmente importante, en ser lo que es hoy, una urbe moderna y habitable, en la que la convivencia de contrarios -a veces enconada y difícil- genera prosperidad, desarrollo y, sobre todo, paz. Este es, diez años después de su muerte, el gran legado de Valentín Niño.

desvío ferroviario. Su gestión municipal -con luces y sombras y sombras, como todas- dejó también huella indeleble en el entramado urbano de la ciudad. Con Niño en la Alcaldía se rescató el abandono el Teatro Principal, hasta entonces un borrón impresentable en pleno corazón del centro histórico, y se firmó el convenio para el desvío del ferrocarril con el entonces ministro de Fomento, Arias Salgado. Herencia envenenada para algunos por las dificultades actuales de financiación de este gran proyecto urbanístico, la salida definitiva del tren del casco urbano puso fin a décadas de reivindicaciones y demandas ciudadanas y, muy especialmente, a los dramas de atropellos que se vivieron a las puertas de muchos hogares y que tanto consternaban al entonces alcalde. Aunque la crisis y las deudas impidan verlo ahora, aquel proyecto marcará a la ciudad en este siglo XXI.  

En las dos legislaturas del palentino se construyó el primer centro cívico, el de Río Vena, una auténtica revolución en materia de instalaciones sociales, educativas y deportivas, que ha tenido hasta cinco réplicas en otros tantos barrios.

Al igual que ocurrió con el Teatro Principal, la ciudad sacó a la luz sus más preciados y ocultos tesoros: las márgenes del río Arlanzón, el parque del Castillo, la Quinta y su casco histórico, en el que empezaron a desaparecer los coches y entraron los peatones por las calles Paloma, Laín Calvo y Almirante Bonifaz. Se reformó el Paseo del Espolón y también el de la Universidad.

Niño inauguró el segundo edificio municipal en la Plaza Mayor, el complejo de piscinas de Capiscol y también varios polideportivos. Con él, se implantó un nuevo tratamiento y gestión de residuos con la planta de Cortes y el nuevo vertedero.   

Muy religioso, fue a regañadientes el primer alcalde en casar por lo civil a una pareja en la Casa Consistorial. Pese a sus reticencias personales, en aquella ceremonia pionera no faltó el humor y la socarronería con los contrayentes, marca de la casa.

Se fue a punto de cumplir los 68 años, ya alejado de la política, que abandonó en 1999 cuando decidió no volver a presentarse a las elecciones. Sus últimos años los dedicó a labores relacionadas con la cooperación internacional, uno de sus grandes anhelos. Estuvo en Burkina Faso, en Trinidad Tobago, en Polonia... Siempre volvió a Burgos, donde sigue.

Los Recuerdos

4césar rico

pte. diputación

«Sabía estar en la calle y escuchar a los ciudadanos»

«Me dio la oportunidad de ir a la candidatura del PPque encabezaba, junto con Javier Lacalle y Begoña Contreras. Entré con él por primera vez a la política activa. Sabía estar en la calle y escuchar a los ciudadanos. Tenía mucha capacidad de diálogo.  Él planteó la vida política con mucha convivencia con los ciudadanos, con las asociaciones. Imprimió un carácter humano a la Alcaldía. Fue una magnífica persona y un gran político que también hizo muchas cosas para Burgos».

4octavio granado

exsecretario de estado

«Nunca dejó a nadie enfadado»

«Se hizo cargo del Ayuntamiento de Burgos en un momento muy difícil y creo que intentó hacer las cosas como las hacía siempre, sin dejar a nadie enfadado, aunque estuviese de acuerdo o no. Procuró limar las aristas que había dejado una situación política extraordinariamente compleja. Era consciente de que llegó al Ayuntamiento en una especie de carambola y que no era un alcalde vocacional, pero cualquier otra persona no lo hubiera hecho mejor esa transición en dos partes, desde Peña a Ángel Olivares. Fue objeto de acusaciones infames y eso me dolió: en política no se está para que cuestionen tu vida personal».

Antonio Méndez Pozo

Pte. cámara

«Fue un alcalde oportuno para aquel momento»

«Valentín Niño fue un hombre muy leal a sus principios y a sus amigos. Le tocó vivir un momento muy delicado para la ciudad pero puso todo su talante conciliador y pacificador para tranquilizar los ánimos. Tuvo una gran visión de la ciudad y se ganó el cariño de los ciudadanos. En resumen, fue un buen alcalde y además muy oportuno para el momento que le tocó vivir. Fue una persona íntegra que puso todo de su parte por esta ciudad».

Ángel Olivares

exalcalde

«Ejemplo de afabilidad»

«Al margen de que coincidiera o no con su manera de pensar, Valentín niño fue un ejemplo de afabilidad y cordialidad. Manteníamos una amistad antes de llegar él a la Alcaldía. Era una magnífica persona y le recuerdo con mucho aprecio».

Javier Lacalle

Alcalde

«Un impulso

y un avance

para la ciudad extraordinario»

«Fue muy especial para mí, en lo institucional y en el humano. Su lado humano era impresionante. Tuve una relación muy estrecha con él, quizá por ser el concejal más joven de su equipo de gobierno. Dio el primer paso decisivo para olvidar el ferrocarril a su paso por la ciudad y que hoy es una realidad. Construyó el centro cívico del Vena, recuperó los márgenes del río Arlanzón, amplió Villalonquéjar en la fase III y también aprobó el PGOU vigente en la actualidad y que se redactó durante su etapa. Niño supuso un impulso y un avance extraordinario».

Juan Carlos Aparicio

Exalcalde

«Le recuerdo atendiendo siempre a algún vecino»

«Compartimos la pasión y la ilusión por Burgos y por nuestras familias.  Recuerdo su sonrisa amable, que nunca la regateó ni en los peores momentos, cuando hubo una campaña de descrédito que el tiempo se ha encargado de poner en su lugar. Las primeras peatonalizaciones llevan su firma y son una referencia válida para la recuperación plena del casco histórico. Recuerdo con emoción la inauguración de la avenida que lleva su nombre».