Un paseo por los tradicionales puntos de ocio de la ciudad de Burgos evidencia un notable cambio en la hostelería, que ha virado desde la vida nocturna hacia el tapeo. La moda del vino y el pincho ha disparado en el último lustro el número de bares en la provincia, que han aumentado casi un 11% en plena crisis económica, consecuencia de las nuevas preferencias de los burgaleses a la hora de salir.