Dos clásicos enfrentados

A. Pérez / Burgos
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En su nuevo libro, 'El castillo: Teresa de Jesús ante Kafka', Ilia Galán se acerca a la «genial inculta y alegre» y al «culto genio amargado» y contrapone un término que ambos emplearon, 'el castillo', como metáfora de sus sensaciones

El poeta y filósofo Ilia Galán, nacido en Miranda de Ebro, reconoce que se encuentra en un momento en el que hace lo que le gusta y se centra en lo que le interesa y llama la atención.

Con el final del V Centenario Teresiano, este profesor titular de Estética y Teoría de las Artes en la Universidad Carlos III de Madrid publica una investigación en la que compara para acabar deduciendo que son contrapuestos a dos clásicos de la literatura, Santa Teresa de Jesús y Franz Kafka.

Este estudio comienza por un elemento común, «el castillo como símbolo de una persona», explica Galán, pero dependiendo de si es Santa Teresa o Kafka quien describe ese castillo encontramos interpretaciones opuestas.

Las moradas, llamada también El castillo interior, es una obra de Santa Teresa, escrita en 1577 como guía para el desarrollo espiritual e inspirada en su visión del alma como un diamante en forma de castillo. La obra se concibe como el progreso de la fe que concluye con la unión con Dios.

Por su parte, El castillo de Kafka es una obra inconclusa en la que su protagonista lucha para acceder a las misteriosas autoridades de un castillo que representa la alienación, la burocracia y la frustración interminables de un hombre que intenta incorporarse al sistema.

Ilia Galán resalta otras diferencias entre estos autores que, sin embargo, les han llevado a ambos a ser dos autores fundamentales de la literatura universal. «Santa Teresa era una mujer con pocos conocimientos, una escritora defectuosa en algunos momentos pero su frescura y hallazgos literarios la han convertido en un referente porque escribe desde el corazón», explica Galán. En cambio, Kafka era un hombre culto y formado en Derecho pero completamente amargado. Aquí señala Galán otra antítesis, «Santa Teresa era una mujer encerrada en un convento pero feliz, que logra trastocar el mundo que la rodea, en cambio, Kafka era un hombre libre pero amargado».

Por estas razones, ambos castillos son completamente diferentes. El de Santa Teresa es interior y apuesta por el amor, por lograr la plenitud encontrándose con ese amado que es Dios. El de Kafka, por su parte, es exterior o social es una metáfora de los poderes que le rodean y el temor hacía ellos porque, simplemente, no sabe lo que quiere y provoca frustración.

Galán analiza en su libro cómo en el mundo de Santa Teresa el presente es pleno. «El mundo de Kafka es frustrante, se actúa para conseguir contentar al poder pero se sabe que nunca se logrará». Por último, el autor señala que «el mundo kafkiano da mucha pena pero lo bueno es que se transformó en literatura».