Aires isleños en la capital

Agencias
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Duyos exhibe en la Mercedes-Benz Fashion Week de Madrid una colección inspirada en Canarias en la que predominan los colores típicos del archipiélago del Atlántico

DESFILE DE DUYOS - Foto: Víctor Lerena

Nuevos aires corren en el mundo de la moda. Y es que las propuestas que ayer se vieron en la Mercedes-Benz Fashion Week de Madrid dieron buena cuenta de ello. La mezcla de dos artes, el diseño y la danza llegó con Duyos, mientras, el resto de creadores siguieron fieles a sus estilos pero con nuevas técnicas, colores y materiales para la primavera-verano 2015.

El sevillano Rabaneda abrió la jornada con una serie de superposiciones, unidas por una cuerda naranja que hizo de hilo conductor a través de siluetas relajadas y con cierto aire sporty. Con una gama cromática sólida, el creador marcó un discurso muy comercial.

Por su parte, Ulises Mérida mostró, en sus primeros pasos sobre la pasarela madrileña, atrevimiento, osadía y mucha ilusión. Así, se pudieron ver vestidos infinitos, dignos de alfombras rojas, cortados en materiales puros como el lino, la organza, la seda o el satén. Un repertorio cálido en colores como el beige, los blancos rotos o los rojos sangre y burdeos.

Pero el día tuvo un espectáculo destacado y ese fue el ofrecido por Duyos. Así, para celebrar sus 15 años de carrera el diseñador presentó una apuesta diferente que unió dos artes: el diseño y la danza, con ayuda de la coreografía de Antonio Najarro, director del Ballet Nacional. El modisto prescindió de las modelos y confío la tarea a las bailarinas, mujeres que flotaron sobre el escenario impregnando el ambiente de dinamismo y delicadeza. Siete Islas, que así se llama su colección inspirada en un viaje por Canarias, se tiñó de sus colores más típicos: marrones que recuerdan a la tierra, el sol y el fuego. La segunda parte, fue más etérea con vestidos en azul, rojo y amarillo.

La tarde la inició Amaya Arzuaga con una colección que sumó a los inevitables blancos y negros pinceladas coral y aguamarina. El toque deportivo-casual lo aportaron las cremalleras. Uno de los materiales más empleados, el neopreno, aportó cierta rigidez a vestidos y faldas y creó un contraste con texturas finas como la de la seda o el crepé.

Juan Vidal se inspiró en la mítica chaqueta que llevara en 1973 el Beatle Paul McCartney. Bautizada como Strawberry Fields jacket, la famosa blazer fue el hilo conductor del desfile. Los vestidos, siempre estampados y con transparencias.

La colección de Miguel Palacio fue una oda a la sobriedad cromática y a las líneas rectas. Su esencia se sintió en los lazos zapateros en los escotes y las mangas. La paleta empleada fue del negro al marfil.

Cerró la jornada un David Delfín que mostró unos diseños inspirados en los dibujos geométricos de la escuela Bauhaus, con juegos de prendas superpuestas. Completaron su propuestas, bolsos-mochila con cierre de bolas típico de los monederos antiguos.