Decenas de granjas peligran al retirar la Junta la ayuda al caballo hispano-bretón

I.P. / Burgos
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Subvención. Los criadores recibían 120 euros/cabeza por mantener una raza que hace 2 décadas estaba en peligro de extinción

Explotación en extensivo de esta raza equina. - Foto: A. Castellanos

El buen momento por el que atraviesa la raza de caballo hispano-bretón en la provincia, después de  muchos años de esfuerzo, sacrificio y una intensa promoción a partir del año 2005 de la carne de potro, puede venirse abajo ante la decisión de la Junta de no prorrogar este año la ayuda de 120 euros por cabeza que reciben los productores por mantener esta raza que, de otra forma, no resulta rentable a los ganaderos para quienes, sin embargo, sus caballos son algo más que animales, ya que forman parte de su filosofía de la vida, del paisaje en el que viven y de la familia a la que pertenecen.

Casi podríamos decir que mantener la raza hispano-bretona es una pasión de románticos, porque resulta muy costoso. Los ganaderos, sin embargo, empezaron a vislumbrar la rentabilidad de su explotación equina hace apenas  siete años, a pesar de que la mayoría están integrados en la Asociación de Criadores de Caballo Hispano-Bretón de Burgos desde el año 1999, cuando esta cabaña ganadera en la provincia estaba integrada por unas 800 cabezas. Hoy, ese número se ha multiplicado casi por tres, al contabilizarse más de 2.100 cabezas reproductoras en toda la provincia, tanto en la comarca de las Merindades, Condado de Treviño, la Sierra de la Demanda y el páramo de Villadiego. Son las zonas de mayor producción de la provincia. Merindades sigue siendo la que acapara el mayor número de ganaderos, 64; 15 están en la Demanda; 2 en Condado de Treviño; 2 en Páramo y 2 en la provincia de Palencia.

Pese al considerable aumento de la cabaña ganadera, actualmente, los productores asociados han descendido con respecto al momento de la creación de la asociación provincial; en estos momentos, rondan los 90, mientras que hace una década eran unos  127 los ganaderos con hispano-bretones en sus explotaciones, muchas veces como complemento a otra ganadería, vacuno y ovino, y a labores agrícolas.   

Tradicionalmente, el ‘negocio’ de la raza para sus propietarios estaba en las exportaciones de los caballos a Italia y Francia, ventas que también han sufrido un considerable descenso al cambiar la normativa en cuanto al transporte animal. Los potros no eran por entonces otra cosa que animales de compañía.

Al margen de estos usos tradicionales del caballo hispano-bretón, que subsiste gracias al empeño personal de los ganaderos por esta raza autóctona, en los últimos años se ha logrado rentabilizar, en parte, las explotaciones con la comercialización de la carne de potro, cada día más en auge. Ese cambio de tendencia se produjo desde el año 2005. Si hay una persona que ha impulsado y promovido la venta de la carne de potro y con ello reactivar la ilusión de los ganaderos productores esa es Gema Fernández, gerente de la Asociación Provincial de Criadores de Caballo Hispano-Bretón.

     Su trabajo como agente de desarrollo local, en ese momento  (año 2005) en el Valle de Valdebezana, le llevó a interesarse por la ganadería equina, por los criadores y sus posibilidades de desarrollo para la zona. Ahí comenzó su idilio con la Asociación de Criadores por dar a conocer esta raza en peligro de extinción y para intentar que las explotaciones de los ganaderos empezaran a ser rentables a través de la comercialización de la carne de potro, en un momento bastante crítico para el sector al endurecerse los trámites del transporte, lo que hacía plantearse a muchos ganaderos abandonar sus explotaciones, y dejar de paso otro trabajo que se veía haciendo desde la misma en colaboración con la Junta: la mejora genética de la raza.

Desde entonces, no ha parado en esa promoción de un producto en el que en la provincia no había tradición ni cultura de consumo: ferias, jornadas, citas gastronómicas, mercados... no hay evento en el que no esté la Asociación de Criadores, integrada, por otra parte, en la marca de calidad Burgos Alimenta, que cuenta con la protección de la Diputación.

De la mano de Burgos Alimenta y en una difusión sin precedentes, la carne de potro ha ido sumando adeptos. Los cocineros burgaleses trabajan con ella y en un maridaje perfecto con otros productos de la tierra han elaborado deliciosos platos que están contribuyendo a su conocimiento y aceptación en el menús diario. La carne que se consume es la del potro, que se sacrifica a partir de  los 11 meses y hasta los 24. A partir de 3 años ya se consideran caballos y éstos no se sacrifican para consumo.

Gema Fernández estaría encantada de que la Asociación estuviera también en la marca Tierra de Sabor impulsada por la Junta de Castilla y León, lo que hasta ahora es imposible porque para estar en ella se precisa tener un sello de garantía, a la que no renuncian en el futuro. Por el momento, la entidad está detrás de su propia marca colectiva y en estos momentos elabora el reglamento.  

Todo este trabajo corre el riesgo de quedar en el olvido si los productores no pueden mantener la raza. Al traste se irán también algunas explotaciones que han crecido o nacido al amparo de este boom, como la de Amaya del Vigo, en Herbosa.

Quizás cuando se presente dentro de unos meses el borrador del reglamento de la PAC, se aclare si esta línea de ayudas agroambientales tiene cabida de nuevo o no encaja en el futuro.