Investigar no es espiar

R. Travesi / Burgos
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Los detectives que trabajan en Burgos lamentan el daño que la trama de espionaje en Cataluña ha hecho a una profesión que está regulada por ley. El colectivo de aquí hace trabajos para aseguradoras, mutuas, empresas y particulares.

Detras de un detective se esconde alguien normal, que hace seguimiento a personas. - Foto: Alberto Rodrigo

Una gabardina, un sombrero, unas gafas oscuras y un periódico con el que ocultarse. Son estereotipos de los detectives que tanto han explotado con éxito la literatura y el cine policiaco y de espías. Desde los personajes de Agatha Christie hasta Sherlock Holmes pasando por el Teniente Colombo. Pero detrás de un detective privado no hay historias de espías que ahora están de actualidad con la trama destapada en Cataluña o la reciente de la Operación Pituisa (relacionada con el tráfico ilícito y compraventa de datos privados de particulares). Detrás de un detective se esconde una persona con aspecto normal, un profesional que realiza seguimientos e investigaciones dentro de la legalidad.

La grabación de una conversación entre una exnovia de Jordi Pujol hijo y la presidente del PP catalán, Alicia Sánchez Camacho, por parte de la agencia Método 3 en un conocido restaurante de Barcelona ha puesto de actualidad a los detectives. Un episodio que mancha la imagen de los investigadores privados.

Un detective debe contar con el título de investigador privado y la TIP (Tajerta de Investigación Profesional), que expide el Ministerio del Interior. Solo con estas credenciales, las averiguaciones del profesional tendrán valor como prueba en un tribunal de justicia. Se trata de un colectivo muy regulado y controlado, que debe someterse a las inspecciones de la Policía Nacional. Incluso, cada agencia está obligada a contar con un libro de registro, en el que figura cada asunto investigado y los clientes que han seguido.

Diario de Burgos ha contactado con tres detectives privados que trabajan en la provincia. Dos de ellos tienen su agencia aquí. Se trata de Ricardo Colmenero (Detectives Rimay) y Susana Gorostiaga (Facsiam Detectives). Después de 13 y 6 años, respectivamente, en la profesión saben de lo que hablan y coinciden en que episodios como el de la trama de espionaje política en Cataluña daña la imagen de un colectivo reconocido.

Ambos desarrollan una labor que nada tiene que ver con la imagen romántica y cinematográfica del detective privado. «Somos notarios porque la gente nos contrata al tener sospechas de una persona y nosotros solo buscamos contrastar si eso es cierto o no», apunta Colmenero.

Los ámbitos se centran tanto en el área de las mutuas con el seguimiento de lesionados y bajas fingidas como en el mundo empresarial. Pero la aprobación de la reforma laboral, con el abaratamiento del despido, ha reducido, considerablemente, los encargos de seguimientos a trabajadores.

Colmenero reconoce que, en su caso, tiene un colchón con algunas compañías de seguros que, de forma periódica, contratan sus servicios para investigar a clientes. Es un ámbito que ha aumentado mucho porque los fraudes se han disparado. Hay gente que busca obtener dinero con los seguros y se encargan investigaciones para controlar la simulación de accidentes, secuelas de los heridos, simulación de robos, solicitud de una invalidez y la investigación de siniestros.

Infidelidades

Tampoco faltan las solicitudes de empresas para recobros y deudas, además de particulares. Y no son las infidelidades de pareja, que no tienen ningún valor en un juicio pero sí mucho de sentimental. «Puede parecer frívolo pero que una mujer o un hombre se vea con su amante o que vaya a un club con ‘señoritas’ es una cuestión que interesa mucho a matrimonios con 30 años de convivencia», precisa este detective burgalés.

También hay peticiones para el control de hijos, ya sea por sospechas de malas compañías o consumo de drogas, así como seguimientos por gente que acude a salas de juegos e incluso algún caso de captación de personas en sectas.

Los problemas económicos por las que atraviesan las familias obligan a controlar los gastos. De ahí que hayan aumentado los seguimientos a personas relacionados con el cobro de las pensiones alimenticias. Se busca destapar que alguno de los progenitores, que tiene a su cargo a su hijo, no realiza ningún tipo de trabajo en la economía sumergida. El objetivo es tratar de reducir la cuantía de esa prestación. También hay encargos para investigar casos de custodia compartida de menores. «El cliente quiere saber qué hace su ex mujer o ex marido con el hijo cuando lo tiene que cuidar. Hay que ver si se lo deja a los abuelos, sale de fiesta o adónde va», afirma Susana Gorostiaga.

Otro de los detectives que trabaja en Burgos es Luis Fernández, del Grupo Aipasa, con sede en Logroño. Su agencia ha destapado algunos divorcios falsos para que los hijos pudieran beneficiarse de un colegio determinado o para evitar hacer frente al pago de deudas de empresarios o autónomos. También hay trabajos para controlar a la competencia empresarial.

Facsiam Detectives ha hecho varias investigaciones relacionadas con herencias en el ámbito rural. «Burgos tiene muchos pueblos y suele haber bastantes problemas con la titularidad de las fincas, algunas sin escrituras», precisa su responsable.

Trabajos de lo más variados que obligan a hacer seguimientos con unos horarios que marca la persona investigada. «Yo sé cuándo salgo pero nunca cuándo regreso a casa o sé en qué lugar empiezo mi trabajo pero desconozco dónde lo acabo». Es una reflexión de Gorostiaga, que utiliza para explicar el seguimiento de una persona a investigar. La labor del detective cansa desde el punto de vista psicológico al pasar muchas horas en soledad y en el interior de un coche, a la espera de captar la imagen buscada. No es extrañar que una de las ‘oficinas’ de Ricardo Colmenero, como es su vehículo, cuente con una biblioteca de libros, botellas vacías de agua o restos de galletas. Hay que combatir el aburrimiento de alguna manera.

Susana Gorostiaga es natural de Bilbao aunque optó por montar su propia agencia de detectives en Burgos hace 5 años porque veía más mercado en una ciudad pequeña, donde escaseaban este tipo de profesionales. Tanto ella como Colmenero trabajan aquí pero también cubren el norte de España.

La verdadera vocación de Gorostiaga era ser policía, aunque la estatura le obligó a decantarse por la seguridad privada. En el caso de Colmenero, eligió esta profesión por las salidas laborales. Ambos estudiaron en la Universidad de Salamanca, que cuenta con un título propio de diploma en Detective Privado.

Sin hacer ruido

Luis Fernández duda de algunas de las informaciones que están saliendo a la luz con las técnicas empleadas en Método 3 en la trama de Cataluña. Tampoco se extraña de la detención del responsable de esta agencia por su afán por publicitar los asuntos que ha destapado. «Nuestro trabajo es observar y estar en silencio, sin hacer ruido», declara Fernández. Escándalos de este tipo, apunta, ensucian la imagen de los detectives que, ahora, parecen «piratas y profesionales sin escrúpulos ni con un código deontológico». Cuando la realidad lo desmiente.