Burgos emula a Cataluña y el País Vasco y recogerá la basura orgánica separada

J.M. / Burgos
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Se quiere realizar a final de año una prueba piloto para la que se podrían adquirir hasta 150 contenedores. Será la primera ciudad de la región en sumarse a este tipo de reciclaje

Una ciudadana utiliza el contenedor verde (vidrio) en la plaza de La Flora. - Foto: Patricia

Gris, azul, amarillo, verde, naranja y en breve marrón. La Concejalía de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Burgos quiere incorporar un nuevo contenedor a las islas de reciclaje que hay repartidas por toda la ciudad y para ello realizará «una prueba piloto» para la que podría hacerse con hasta 150 recipientes para que los ciudadanos depositen los restos de la carne y el pescado y también del resto de productos orgánicos.

La concejala responsable de este área, Carolina Blasco, detalla que la intención es que esta prueba, en la que los resultados se verán en el medio plazo, se pueda iniciar en el último trimestre de este mismo año. Lo que aún no se ha decido es si se optará porque se instalen los contenedores marrones en una única zona de la ciudad (hasta ver cómo funciona la medida en un barrio concreto) o si se distribuyen de forma dispersa por todo el núcleo urbano.

El dinero para la adquisición de los recipientes no será un problema ya que Semat, la empresa que se encarga de la limpieza viaria, tiene el compromiso por contrato de adquirir 50 contenedores nuevos cada año. Habida cuenta de que aún le quedan tres años para que finalice el compromiso con el Consistorio, Blasco ha preguntado si estarían dispuestos a adelantar los 150. La respuesta ha sido afirmativa.

Introducir este nuevo contenedor, una iniciativa que ya se realiza en el País Vasco o en Cataluña pero que es pionera en Castilla y León, supondrá un cambio de costumbre ya que desde su instalación los productos orgánicos irán a este recipiente y el gris, que antes hacía esta función, se quedará para el resto. Los demás no cambiarán. El azul seguirá siendo el lugar en el que arrojar el papel y el cartón, en el verde se depositará el vidrio, en el amarillo el plástico, las latas y los briks y en el naranja los aceites de cocina.

La concejala de Medio Ambiente admite que un problema que traerá la adquisición de estos nuevos contenedores será la «ocupación de más espacio público». Pero al mismo tiempo, defiende que «es evidente que es un reto que necesariamente hay que abordar y que es imprescindible iniciar de forma inmediata por los innegables beneficios medioambientales que genera mejorar la valorización de los residuos». Entra esas ventajas, destaca que se conseguirá «disminuir su traslado al vertedero e incrementar la calidad del compost que se genera en el Centro de Tratamiento de Residuos (CTR)». Una materia que luego se aprovecha en el sector agrícola y forestal.

Blasco admite también que introducir la retirada de los residuos de un nuevo contenedor puede tener alguna repercusión relevante ya que deberán hacerse más recorridos para vaciarlos. Es más, tratándose de productos como la carne o el pescado, con fuertes olores, parece obligado que se vacíen muy a menudo. Este cambio, detalla la edil, irá acompañado de una «labor de sensibilización» para que los ciudadanos vayan aprendiendo dónde se deben arrojar unos desperdicios y dónde otros.

PATRIMONIO MUNDIAL

La incorporación de un nuevo contenedor no parece que vaya a ser la única novedad ya que la concejal añade también que existe la idea de trabajar en la zona de amortiguamiento del Patrimonio Mundial de la Humanidad de la Catedral para mejorar la imagen de los contenedores en zonas no soterradas.

La edil explica que «no siempre renovar los contenedores es una buena opción ya que el impacto de nuevos modelos es casi más llamativo que los actuales, asimilados por nuestra retina». Por ello, lo que parece que ha gustado es la idea de realizar algo parecido a la iniciativa que se realizó en la Flora, y en la que son los artistas los que los decoran. En cualquier caso, Blasco deja este tema abierto para que los distintos partidos aporten su opinión en una Comisión de Medio Ambiente.

Lo que sí están descartadas son otras opciones como cubrir las islas ya que «aparte de la inversión, se ralentiza la recogida en más de un 20%». Del mismo modo, tampoco se comparte la iniciativa que se ha adoptado en León de dejar de utilizar los contenedores soterrados y volver a los antiguos con a intención de ahorrar dinero. Blasco defiende que en Burgos «aunque sea más costosa ha merecido la pena por la mejora experimentada en la imagen del centro histórico».