El final del fallo multiorgánico

J.M. / Burgos
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El actual arrendatario de la cafetería Espolón abrió ayer por última vez tras 14 años de actividad y casi 4 de conflicto judicial con el Ayuntamiento. Hoy recogerá para no forzar el desalojo, que el juez había fijado para mañana

¿Cuántos cortados habrá servido la cafetera que ayer por la noche abandonaba el local sobre ruedas? - Foto: Ángel Ayala

No fue ayer un día normal en la cafetería Espolón. A la obligada faena de atender a la clientela se sumaba la más ingrata de empezar a recoger los enseres para entregar al Ayuntamiento el negocio en el que han trabajado durante casi 14 años. Un auto judicial obliga al arrendatario, después de casi una legislatura de disputas en los tribunales, a abandonar el local antes de las 10 horas de mañana, miércoles. No forzarán más la situación. Hoy ya no abrirán sus puertas y se dedicarán a vaciar el local.

Habrá quien después de estos casi 4 años de pelea con el Ayuntamiento considere que el hostelero abandona el negocio con una derrota y quien piense que se marcha con una victoria. Que ha perdido porque así lo ha dictaminando la justicia o que ha ganado porque ha conseguido forzar su permanencia en el local durante un tiempo que pocos, en aquel otoño de 2011, creían que se podría prolongar hasta estos días.

Una derrota por sentirse señalados al conocerse que no habían pagado ni una sola mensualidad del alquiler desde el año 2000 y una victoria porque el famoso ‘fallo multiorgánico’ del Ayuntamiento (así se justificó el supuesto olvido) hizo que solo le pudieran reclamar las anualidades de la renta que no habían prescrito.

Era en esos tiempos cuando en la Casa Consistorial aumentaba el bochorno al saberse que tampoco le habían pasado nunca el recibo de la luz, uno de los gastos más importantes para un negocio de este tipo. Hubo que hacer un cálculo aproximado de lo que podría haber consumido ya que no se le podía cobrar la lectura de un único contador para todo el Teatro Principal. Luego vino un cotillón que organizó sin permiso (tuvo que devolver las entradas) o una terraza que colocó sin licencia y que se le forzó a retirar. A partir de ahí, todo en orden.

El conocido como ‘caso Espolón’ sirvió también para destapar otros ‘fallos multiorgánicos’ como que el Orfeón estaba subarrendando un local municipal (los hosteleros sí cumplían religiosamente su obligación con la asociación) o que el inquilino del bar de la Casa de la Cultura de Gamonal no pagaba la renta desde hacía meses.

Aunque seguramente no fue ayer un día feliz para el hostelero y para los trabajadores (aseguran los dueños que algunos deberán ser subcontratados por los nuevos inquilinos y que a otros recolocarán en el nuevo negocio), probablemente sí haya algo de alivio porque se ponga fin a este culebrón. A primera hora de la tarde, pese a que había un par de clientes en la cafetería, el trabajo no faltaba. Empezaban a preparar la salida. Los botelleros estaban prácticamente vacíos y una veintena de copas se amontonaban en el barra para ir a parar a una caja que subirán al camión de mudanza.

Prefirieron no hablar con este periódico, «de momento». No descartan hacerlo cuando la cosa se  calme. Quizás más adelante sí se animen a dar una versión de la que lo único que se conoce es la mostrada a los tribunales. Tampoco quisieron avanzar si se han presentado al nuevo concurso que ha convocado el Ayuntamiento. Hasta que se resuelva, permanecerá cerrado varias semanas, quizás  meses.