La única tienda de Sotoscueva

A.C. / Quintanilla Sotoscueva
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Las hermanas Mari Tere y Ana Dorado e Iñaki Zaldibar han dejado sus empleos en Vizcaya para abrir un negocio de alimentación en Quintanilla de Sotoscueva, el único en los 27 pueblos de la Merindad

Como tantas familias de la vecina Vizcaya, los padres de las hermanas Mari Tere y Ana Dorado conocieron Las Merindades tras recibir la recomendación médica de un clima más seco y con aire puro para otro hermano aquejado de problemas en los bronquios. Buscando y buscando recalaron en la localidad de Entrambosrios, en la Merindad de Sotoscueva en la década de los setenta. Después adquirieron una vivienda en La Parte de Sotoscueva. Tras pasar todos los veranos de su infancia en las bellas tierras sotoscuevenses siguieron unidas a ellas. Cuarenta años después han decidido convertir esta tierra burgalesa en la suya y abrir la única tienda de alimentación existente en los 27 pueblos de la Merindad. Les acompaña en la aventura Iñaki Zaldibar, marido de Ana.

Ellas y sus respectivas familias han dejado sus empleos en Vizcaya y hoy abren en Quintanilla de Sotoscueva un establecimiento, bautizado como La Despensa, que proveerá de frutas y verduras, lácteos, productos de higiene, pan y hasta 300 referencias de alimentación, muchas de Las Merindades, a quien se acerque a conocerlo. La última tienda que hubo en Sotoscueva, en la localidad de Vallejo, cerró hace más de dos décadas, recuerdan. «Creemos en nuestro negocio y que realmente hace falta en la Merindad», señala Mari Tere.

Son conscientes de la dispersión de las poblaciones del municipio, pero por ello han pensado en distribuir pedidos a domicilio allá donde se lo requieran. Incluso tomarán nota por teléfono o vía correo electrónico para evitar desplazamientos.

De lunes a domingo

Al pie de la carretera que llega desde Espinosa y continúa hacia Pedrosa de Valdeporres, La Despensa también espera aprovechar al «cliente de paso» y al despistado que en pleno domingo recuerda que ha olvidado un ingrediente básico en su comida a medio preparar. Abrirán los siete días de la semana y prácticamente los 365 días del año para suplir la desventaja de estar instalados en un medio rural por excelencia salpicado por pequeñas aldeas, algunas con apenas tres o cuatro personas empadronadas.

En Quintanilla de Sotoscueva, donde han abierto el autoservicio, se cuentan 27 personas censadas y en La Parte, donde residirán, solo 4. No obstante, la Merindad de Sotoscueva resurge en verano y vacaciones, así como durante muchos fines de semana.

Las hermanas Dorado e Iñaki Zaldibar eran hasta ahora parte de esos visitantes de fin de semana. Pero eso si, no faltaban ni uno solo. «Llegábamos siempre el domingo a casa de bajón», recuerda Mari Tere, quien está convencida, como su hermana, de que este cambio de vida beneficiará a toda la familia. Ellas han venido con sus cuatro hijos, Mari Tere, con sus mellizos de 8 años, y Ana con sus hijos de 16 y 24 años. Salvo el último, los otros tres se matricularán en el colegio y en el IESO de Espinosa de los Monteros. «Creo que para ellos va a ser muy bueno, porque aquí hay mucha riqueza y aprendizaje con la naturaleza», explica Mari Tere. «En la ciudad estamos continuamente con prisa. Nos saturaba mucho la cantidad de gente que había en todas partes», recuerdan y aseguran que entre tanta gente también se puede sentir la soledad.

Mari Tere trabajó 23 años en una importante cadena de alimentación en Vizcaya y conoce bien el negocio. Lo dejó hace dos años para dedicarse a la ayuda a domicilio de personas mayores o con necesidades de apoyo. En esa rama profesional estaba ya empleada su hermana Ana, que lo compaginaba con la cafetería que llevaba con Iñaki en Lejona. Allí han quedado los empleos y la cafetería alquilada.

«En plena crisis hemos cambiado, porque creemos que vamos a vivir mejor y tener más calidad de vida», aseguran. Eso si, habrá que trabajárselo. A las nueve y cuarto de la mañana ya tienen previsto abrir sus puertas para ofrecer el pan fresco desde primera hora. Sus competidores más cercanos estarán en Espinosa de los Monteros, a trece kilómetros, y en el pequeño bar tienda de Pedrosa de Valdeporres, a 8 kilómetros. No tienen miedo al frío ni a la nieve, ni se arredran ante los comentarios de quienes les auguran un duro invierno. Tienen el calor de la familia y los amigos más cercanos.