El extraño caso de la receta electrónica

Gadea G. Ubierna / Burgos
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Castilla y León es la única región que no ha implantado la prescripción sin papel, a pesar de llevar una década trabajando en ello y de haber invertido varios millones de euros

La Carta de Servicios al Ciudadano del Servicio de Infraestructuras Telemáticas de la Dirección General de Desarrollo Sanitario de la Gerencia Regional de Salud, publicada en el Boletín Oficial de Castilla y León del 24 de marzo de 2004, decía entonces que entre sus compromisos estaba «colaborar con la Dirección Técnica de Farmacia para dar soporte al proyecto de receta electrónica generalizada antes del 31 de diciembre de 2005». Leer estas palabras ahora causa cierta risa, dado que han pasado diez años y el proyecto de implantación de la receta electrónica sigue siendo eso: un proyecto cuya culminación se producirá, suponiendo que a partir de ahora salga todo a la perfección, a mediados de 2016. Once años después de esa publicación en el Bocyl.

Castilla y León es la única región de España que todavía no dispone de este sistema que suprime el papel y que, entre otras cosas, permite a los médicos prescribir medicación a largo plazo. El resto del país ha dado ya este paso y es cierto que no en todas las autonomías tiene el mismo grado de implantación, pero incluso en aquellas de extensión y complejidad semejantes a Castilla y León funciona desde hace tiempo. Entonces, ¿qué ocurre en esta parte de la Meseta para que no haya sido posible? La respuesta a esta pregunta es compleja y hay que abordarla desde distintos puntos de vista.

El responsable de la Gerencia Regional de Salud, Eduardo García, explica en conversación telefónica que «ha habido una serie de problemas técnicos en cuanto a la estabilidad del programa que soporta la prescripción electrónica y todo el tema relacionado con la receta electrónica». Yañade que «lo primero que hubo que hacer fue un nuevo módulo de prescripción porque en un principio estaba insertado dentro de Medora [programa informático que rige la actividad en Atención Primaria] y dificultaba que pudiera ser utilizado por los hospitales [trabajan con otro programa diferente, Jimena] y por toda la red de Sacyl». Es decir, que el apartado que, se supone, se había reservado en el programa Medora para esta cuestión resultó inservible y la Junta tuvo que encargar un dispositivo diferente, pero que se pudiera acoplar a Medora. Y así se hizo, pero añadiendo un primer retraso a la implantación de la prescripción sin papel y una nueva inversión presupuestaria. Con el agravante de que, si se atiende a la versión extraoficial, el único problema que hay es que ese acople de tecnologías no se está consiguiendo. Esto es, el programa específico de receta electrónica funciona hasta que se conecta con el que utilizan los médicos de Atención Primaria, el famoso Medora. En ese momento, cortocircuita.

Y es esto lo que se está intentando resolver a marchas forzadas para poder continuar con el proceso, que tiene varias fases más. La siguiente:la instalación del nuevo modelo de prescripción. García declara al respecto que «en este momento, se ha implantado en 41 centros. En Burgos hemos empezado por el Condado de Treviño, Sedano y está previsto que en unos días entre en Valle de Mena y Valle de Tobalina». Una vez que se haya completado este proceso, habrá que conectar este módulo de prescripción al que ha instalado el Consejo de Colegios de Farmacéuticos en todas las oficinas y, claro está, comprobar que funciona.

Esto último -los pilotajes o ‘pruebas de concepto’, como se denominan ahora- se hará el próximo 15 de julio en los centros de salud de dos pueblos de Valladolid: Cigales y Portillo. En un principio estaba previsto que esta prueba se hiciera en Tudela de Duero en lugar de esta última localidad, pero se descartó. Según García, «porque tuvieron problemas con el módulo de prescripción» y según la versión oficiosa, porque los facultativos se negaron a participar. Una afirmación que, sin embargo, no comparte el coordinador del centro de salud de esta localidad, Antonio Ibáñez. Según sus palabras, en la primera prueba piloto que se realizó, en 2009, «nosotros solo dijimos que no veíamos depurado el sistema». En cualquier caso, si las pruebas de julio van bien, el sistema comenzará a extenderse tal cual se organizó hace años: de la zona rural a las capitales. Ydentro de estas, Burgos será la última en entrar.

Empresa acreditada

Lo que más critican la oposición y todas las partes implicadas y afectadas por el mal funcionamiento del Medora -que el pasado mayo se colgó en toda la región y dejó a los centros de salud sin actividad durante casi toda una mañana- sobre este programa es que se le encargó la realización a una empresa que, como el tiempo ha demostrado, no estaba preparada para asumir esta tarea, Castilla Informática Consulting (CIC). Una firma que en 2008 se fusionó con otras bajo el auspicio de la Junta de Castilla y León (y, sobre todo, del entonces vicepresidente segundo y ya Consejero de Economía, Tomás Villanueva) para crear un gran ente de ámbito regional en la materia que se llamó Nodalia Solutions. Pero no salió bien:en 2009 entró en concurso, los socios y Sacyl acabaron en el juzgado a cuenta de unas facturas por valor de 800.000 euros y a la Junta no le queda otro remedio que volver a invertir dinero para enderezar el archiconocido Medora con otras firmas y seguir informatizando la sanidad. Yesto no es todo. El secretario del PSOE en Castilla y León, el burgalés Luis Tudanca, afirmó días después del colapso generalizado en Atención Primaria que CIC cobró 7 millones de euros por la creación del fallido Medora y que el propietario de esta empresa, Juan Valentín Gamazo, tiene parentesco con Villanueva porque, según el socialista, es «concuñado, una hermana de Valentín Gamazo está casada con un hermano de Villanueva».

Y aunque estos detalles en apariencia no tienen nada que ver con el desarrollo digital de la receta, están muy relacionados porque con mayor o menor correción política todo el mundo admite que el escollo para la prescripción sin papel está siendo el programa base de Atención Primaria. «Se lo encargaron a una empresa [por CIC] que no tenía ninguna experiencia ni, desde luego, la infraestructura ni el tamaño para un sistema informático de tantísima complejidad y que era un paso previo para el sistema de citas y para la implantación de la receta electrónica, que es muy trascendente. ¿Por qué? Porque también afecta a la devolución inmediata o al no pago de los medicamentos una vez que los pensionistas han superado el límite», critica el socialista, adelantando que llevarán este asunto a las Cortes.

Dado que el apartado de Medora para la receta no funciona, la Junta contó con una empresa muy acreditada en la materia para la creación del denominado nuevo módulo de prescripción: Indra. Esta firma se ha encargado -con éxito- de la implantación de esta tecnología en casi todo el país: Aragón, Andalucía, Asturias, Cantabria, Madrid, Murcia, Valencia, Galicia y también en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. Fuentes de la empresa descartaron hacer declaraciones acerca de cuáles son los obstáculos que están encontrando en Castilla y León y remitieron a Sacyl. En este sentido, tampoco es fácil determinar qué cantidad de presupuesto se ha destinado a subsanar todas las deficiencias creadas por el fracaso de Medora, ya que Castilla y León -como todas las regiones del país- suscribió un convenio con el Ministerio de Sanidad y Política Social y Red.es, un ente público adscrito al Ministerio de Industria, «para el desarrollo de servicios públicos digitales en el Sistema Nacional de Salud, programa ‘Sanidad en Línea fase II’». Según se indica en el Boletín Oficial del Estado del 23 de octubre de 2009, mediante este convenio las partes habilitaban 9.713.650 euros entre 2009 y 2012 para los proyectos de historia clínica y receta electrónica y, aparte, el Ministerio de Sanidad aportaba otros ocho millones, cantidades a las que se suman otras partidas propias de la Junta que, muchas veces, aparecen en genérico en el Bocyl.

Sin embargo, no se puede concluir este relato sobre la tantas veces postergada receta electrónica sin explicar que el retraso también tiene algo bueno: una vez que la implantación se haga realidad, Castilla y León estará conectada con todo el territorio nacional y cualquier español podrá obtener medicamentos en la región. Algo es algo.