Educación que brota de la tierra

Andrés Seoane / Burgos
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Ángel Puente promueve y participa en tres proyectos didácticos de horticultura ecológica a los que aporta su conocimiento en la metodología y las técnicas de cultivo de esta corriente

Un concepto tan en boga como el de los huertos ecológicos puede ser, aplicado al plano educativo, una herramienta para potenciar el crecimiento personal y académico de los niños y jóvenes a través del aprendizaje de las técnicas y metodologías de cultivo enmarcadas dentro de esta corriente. Este planteamiento es el que sostiene Ángel Puente, presidente de la Asociación Burgalesa de Consumidores de Productos Ecológicos (Despensa Biológica) y miembro de la Sociedad Española de la Agricultura Ecológica (SEAE), que califica de «impresionante» el potencial didáctico de esta idea.
Armado con sus amplios conocimientos en la materia, promueve y participa en tres proyectos en los que la horticultura ecológica no solo sirve para adquirir las nociones del cuidado de un huerto, sino también para desarrollar la inteligencia interpersonal e intrapersonal, además de aspectos como la competencia lingüística. 
Estas iniciativas cubren tres etapas de la vida estudiantil. En el Colegio Círculo, Ángel trabaja desde hace tres años con niños de los seis cursos de Primaria, en el IES Pintor Luis Sáez, con alumnos de tercero y cuarto de Secundaria desde 2011; y en la Universidad, con jóvenes que cursan el Grado en Ingeniería Agroalimentaria, por primera vez este curso.
El principio bajo el que se aglutinan todas las actuaciones llevadas a cabo en estos huertos es la permacultura, una corriente de la horticultura ecológica que considera que todos los problemas se pueden convertir en recursos. De este modo, se acolcha la tierra para que quede más suelta con restos triturados de poda, que para las empresas suponen un desecho, de manera que se protege la microbiología del los rayos infrarrojos y de las heladas.   
Igualmente, los tres huertos cuentan con un compostero fabricado por Ángel, en el que se mezclan residuos de materia orgánica para abonar los cultivos. También hay un segundo compostero del que se recoge humus de lombriz, al pasar estos restos por el aparato digestivo de los animales varias veces. «Si a eso le añadimos la cobertura, los microorganismos no solo no se van a morir sino que se van a seguir reproduciendo y cumpliendo con su función. Y esto da lugar a una producción de más peso», explica. Como muestra, unas zanahorias de más de 400 gramos que recogieron en el bancal del Pintor Luis Sáez, y es que como relata el experimentado horticultor, «los minerales tienen que estar en forma de sales para que se puedan asimilar, pero si no hay suficiente microbiología, el mineral no se convierte en sal», aclara.
La organización del espacio sigue un diseño también creado por el presidente, con una base de policultivo (varias hortalizas a la vez) en el que además de alternarse en función de la temporada, se intercalan con plantas aromáticas «que decoran pero a la vez cumplen una función de control biológico de plagas, repelen un tipo de plaga o atraen a insectos beneficiosos para lo cultivado», describe Ángel.
Al dar un paseo por los tres huertos, se observa como el brócoli, las acelgas, los berros, los guisantes, las espinacas o la coliflor conviven con la menta poleo, la salvia, la melisa o el tártago. Como ejemplo, el miembro de SEAE expone que hay «una palomilla que hace agujeros en las zanahorias, y los puerros sueltan un principio azufrado que las repele. Y, a su vez, la zanahoria desprende un olor que repele a otra palomilla que aporrilla» el tallo del puerro. Una muestra de control de plagas que se extiende a la relación entre los cultivos y las plantas aromáticas.
Entre las actuaciones que completan la formación interdisciplinar de los alumnos, Ángel indica que en el Círculo divide a los niños en dos grupos, sembradores e inspectores, y mientras unos trabajan otros vigilan que hagan bien su labor. En caso de que algo falle la responsabilidad es grupal. En el Pintor, por otra parte, se organizan en grupos dirigidos por un coordinador rotativo, que es el encargado de que todo se desarrolle en condiciones óptimas, de apuntar las palabras nuevas para desarrollar la competencia lingüística y de que exista cohesión.
Por otra parte, cada centro decide lo que se hace con la producción. En el Pintor se vende a los profesores y padres del AMPA para poder financiar la actividad del huerto, en el Círculo se reparte entre los estudiantes y en la Universidad los alumnos la comercializan para sacar dinero de cara a abaratar su viaje de fin de curso.
Ángel argumenta que además de las ventajas didácticas de estas iniciativas, ayudan a despojar a la horticultura ecológica de falsos mitos que la rodean como que tiene un precio demasiado elevado, además de comprobar que su producción no es en absoluto mínima.