«Venir a Castrojeriz es como volver a mis raíces castellanas, aquí me siento más como en casa»

Andrés Seoane / Castrojeriz
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Margarita Jané SantamaríaPediatra y presidenta de la Fundación Homac

Margarita Jané en la escalera de su posada y en la entrada de la bodega de Emebed, donde sus huéspedes pueden descubrir el encanto que esconden los rincones de su acogedora casa. - Foto: Jesús J. Matías

¿Qué tiene Castrojeriz que ha cautivado a esta mujer?¿Qué labor lleva a cabo la  Fundación Homac? En un viaje Barcelona-Burgos-Etiopía, la pediatra nos abre las puertas de su posada para detallarlo.

Refugiada tras una fachada de piedra con amplios ventanales, típica estampa de casa castellana, Emebed (que en amárico, lengua oficial de Etiopía, significa la señora de la casa) se despoja de esta apariencia de hogar castizo y rural cuando Margarita Jané -propietaria junto a su marido, Jordi, de este hospedaje de ensueño- nos abre sus puertas.

Reformada con el objeto de transmitir quietud, hospitalidad y confort, pero conservando las máximas características estructurales que el indefectible paso del tiempo ha permitido en una casa de pueblo burgalés, la posada evidencia el cuidado por el detalle y la atención minuciosa al huésped en cada una de las diez habitaciones que ofrecen un turismo particular, de exquisito trato y solícita cortesía. Emebed es

Margarita, de madre burgalesa nacida en San Millán de Juarros, ejerce como médico en Barcelona, donde vive junto a su marido y sus hijas, además de presidir la Fundación Homac y, ahora, regentar la posada Emebed. En sus visitas a Burgos salía con la pandilla de su prima, de entre cuyos amigos destaca la gran amistad que le unía a José Manzano, Santino, -cooperante burgalés fallecido el 21 de agosto de 2006, en el accidente ferroviario de Villada, en Palencia- con quien había mantenido el contacto a pesar del tiempo y la distancia, y retomó la relación hace unos diez años.

«Venir a Castrojeriz era, de alguna manera, como volver a la parte de las raíces castellanas. Burgos también me gusta, pero me sentía más como en casa aquí. Una vez falleció (Santino), vine un par de veces al pueblo, y pensé: ¿y si acabamos de echar el ancla de verdad?. Yo empecé a venir por José, José ya no estaba, y yo quería vincularme al pueblo de alguna manera. Y me ancantó la casa. De hecho, nuestra intención de cara al futuro es vivir aquí seis meses, de mediados de abril a mediados de octubre, y viajar otros seis meses por el mundo. Aspiro a que esto sea autosuficiente y sostenible, porque estoy muy contenta con este proyecto y con el comienzo que hemos tenido» relata Margarita, para quien Emebed tiene un valor simbólico por la relación que le unía a Santino, ya que como ella misma cuenta, no ha sido la iniciativa empresarial ni la intención de recuperar la inversión realizada en la posada la base de este proyecto, porque «quería hacer algo que tuviera vida, pero no lo hicimos pensando en el negocio, sino con el cariño de que Emebed fuera como una casa».

La Fundación Homac

El propio Santino fue quien, en un viaje a Barcelona, propuso a Margarita que visitase con él Etiopía, en el 2001. «Primero empecé a ir a Etiopía con él, cuando era época, porque él pasaba 4 o 5 meses allí y otros 4 o 5 meses llevaba el albergue en el pueblo. Gracias a eso pude conocer a las clarisas y a la gente de allí», relata Margarita, que ahora preside la Fundación Homac, organización apolítica, laica y no lucrativa, constituida en el año 2004 con el objeto de financiar, subvencionar y recaudar fondos para la elaboración de proyectos de cooperación e investigación para el desarrollo del Tercer Mundo , así como para promocionar el voluntariado, y cuya misión radica en dar una oportunidad a los más desfavorecidos para que puedan valerse por sí mismos, mejorando su educación, su situación sanitaria y sus condiciones de vida, respetando siempre su cultura.

Margarita viaja dos veces al año a Etiopía -país donde actúa principalmente Homac, aunque su presencia también se ha extendido a la India y Madagascar-, una en febrero para identificar posibles proyectos, y otra en Noviembre para visitarlos y comprobar su estado. La Fundación trabaja con congregaciones religiosas asentadas en el país africano, que son quienes trasladan las necesidades de los etíopes a Homac para que pueda prestarles ayuda de la mejor manera posible, ya que son estas comunidades las que conocen la situación de primera mano y el modo de vida del país.

«Hay gente que va y quiere montar una organización, pero muchas veces lo que hace es montarse un chiringuito, porque no es tan fácil. Nosotros tenemos auditorías, pasamos cuentas... También hay gente que aunque es verdad que lleva dinero, quieren hacer una hacer una casa según su idea y concepto, eso es otra cosa que hacemos mal. Vamos a colonizar de nuevo, y no. Los etíopes conocen el terreno y lo que hay que hacer es construir las casas según su cultura, que las construyan ellos y pagarles un sueldo por hacerlo», explica Margarita ante la ingente cantidad de iniciativas de personas que visitan África y se les ocurre una idea similar.

Este contexto es el caldo de cultivo de un sinfín de organismos que generan mucha desconfianza en quienes se plantean realizar una donación en alguna fundación, por eso Margarita dilucida que «nuestro éxito es que somos muy cercanos y justificamos hasta el último céntimo. Yo no cobro por mi trabajo, ni voy allí a pasearme, hablo con las congregaciones religiosas y ellas me piden lo necesario. Si tus colaboradores te conocen te siguen apoyando, y a nosotros no nos han dejado de apoyar porque nos conocen. A mí según me mandan 2.000 euros, en cuanto hago la transferencia les mando una copia, y cuando llega allí les pido que me hagan un recibo de que les ha llegado el dinero. Lo trabajamos, la verdad, para que la gente, ya que son sus ahorros, sepan a qué están destinados. Les fidelizamos justificándolo todo».

Para ser consciente de como se vive en Etiopía, Margarita pasó un año con su marido y sus hijas allí, y pudo comprobar personalmente al alcance de la ayuda que la Fundación Homac proporciona en Etiopía. «Los pequeños proyectos, como estamos haciendo nosotros, no alcanzan el nivel de las grandes organizaciones. Ahora, por ejemplo, hacemos 19 casas, por lo que el impacto es pequeño. Pero las 19 familias, multiplicadas por los hijos que tienen, van a tener un techo donde cobijarse, porque antes no lo tenían», precisa, orgullosa, Margarita. Homac proporciona ayudas a la construcción de viviendas, escuelas, y un comedor infantil; mejoras en los sistemas de regadío y suministro de fármacos; manutención de huérfanos y ayuda a las familias entre otras actuaciones.