La felicidad de lo cotidiano

R.P.B. / Burgos
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La artista rusa Ksenia Filíppova llena estos días la sala del Consulado del Mar con una colección de cuadros que son una oda en clave impresionista a la alegría de vivir

La pintora afincada en Burgos la mitad del año posa junto a algunas de sus obras. - Foto: Ángel Ayala

En los cuadros de Ksenia Filíppova se puede escuchar el murmullo de la calle e incluso alguna conversación, frases tomadas al vuelo en una terraza o durante un paseo mientras el color y la factura de las obras evocan el mejor impresionismo francés, de Tolouse-Lautrec a Manet, cual si las calles del Burgos que retrata en sus lienzos fueran el París alegre de entreguerras. No en vano, la exposición que se puede ver estos días en la sala del Consulado del Mar lleva por título ‘La alegría del instante’, y es que la artista moscovita afincada en Burgos captura la felicidad de lo cotidiano, el momento del alterne al mediodía en la calle de San Lorenzo, por ejemplo, un paseo tranquilo, un pasacalles festivo o el solaz estival de una terraza de verano en el corazón de la parisina urbe castellana.

La artista rusa hace alarde en esta muestra, la cuarta que realiza en la ciudad, de su maestría técnica. No en vano, todo lo que había exhibido hasta la fecha era óleo. En la actual, hay también pastel y acuarela, esa dificilísima técnica pictórica que Ksenia no empleaba desde hace más de veinte años. «Sigo desarrollando la temática de la vida burgalesa, pero por primera vez con técnicas diferentes». Da especial relevancia en esta muestra a la figura humana, abundando en los detalles pese al concepto impresionista, consiguiendo cuadros pintorescos que tienen un paralelismo directo con rúas de Montmatre o Montparnasse.

Rezuman las obras de la pintora rusa un vitalismo que no entiende de crisis ni de depresiones; es una oda a la alegría de vivir. «He buscado que el espectador sintiera la alegría del momento, tanto en la fiesta como en el baile pero también en una conversación tranquila en la calle, tomando una copa, por ejemplo».

Influenciada por los pintores impresionistas, que en sus palabras fueron los mejores de los últimos siglos, dice de Burgos que es un pequeño París, una ciudad en la que es más fácil capturar escenas que evoquen la Belle Époque de la capital francesa, cuando estaba preñada de bohemios y genios, que en la actual Ciudad de la Luz, conquistada por el turismo. «Burgos está llena de motivos para pintar. En cualquier calle, en cualquier rincón. Cualquier escena invita a ello», concluye.

*‘La alegría del instante’. Ksenia Filíppova. Sala Consulado del Mar. Hasta el 28 de julio.