«Nuestro contrato se amplía o reduce a demanda de los clientes»

G. Arce / Burgos
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Marimar Varela y Karina Guarin | Trabajadoras de ayuda a domicilio

A diferencia de muchas mujeres que operan en el sector de la ayuda a domicilio y asistencia personal, Marimar Varela y Karina Guarin sí aparecen en la estadística laboral, aunque su contrato se amplíe o se reduzca de acuerdo a las necesidades de su empresa, Cuidamos Burgos, que ha apostado por la profesionalización de unos servicios en los que todavía impera el empleo sumergido, su principal competencia.

Marimar es auxiliar de enfermería y trabaja de lunes a jueves atendiendo a una mujer de 93 años, en horario de mañana y de tarde. Le acompaña a la compra, a la peluquería, a una exposición o a una cafetería... Los viernes, sábados y domingos los aprovecha para hacer noches en el hospital con otros dependientes cuando surge la oportunidad.

Marimar tiene un contrato fijo por media jornada, que se amplía para atender las noches extras que surjan durante el mes. «Llevo dos años con la misma persona y eso me da estabilidad. Pero la ayuda a domicilio es cambiante y te obliga a trabajar en diferentes lugares».

Como en el resto de ocupaciones, la estabilidad laboral llegó a través de la sucesión de varios contratos por obra o servicio, destinados a atender a un cliente concreto. Al año, se sometió a una valoración profesional y económica por parte de la empresa y se pasó a indefinido. De hecho, Marimar lleva en Cuidamos casi desde que empezó a prestar servicios esta empresa, que tiene oficinas en el HUBU y en la calle San Juan.

   

Desde el verano

Karina, colombiana de nacimiento aunque ya lleva 14 años en España, se dedica al cuidado de personas desde este verano. Actualmente tiene un contrato por obra que se ha ido ampliando. De lunes a viernes cuida a un señor durante una hora diaria por las mañanas. Por las tardes se ocupa durante 2 o 3 horas de una mujer, actividad que compagina con otro servicio a domicilio de limpieza, planchado, cuidado de niños, etc.

«Me organizo las horas y tengo tiempo para hacer mi vida», señala Karina, una de las nuevas en una plantilla en la que hay 30 mujeres. Su directora, Silvia Caballero, insiste en que los servicios que prestan se adaptan al máximo a la conciliación de la vida familiar de la plantilla, apostando por la cercanía y por no más de dos servicios al día.

«Tenemos una baile de ampliaciones y reducciones de contratos, una flexibilidad total a demanda de un cliente que suele tener avanzada edad, que requiere otro tipo de servicios hospitalarios...», señala Caballero, quien subraya la importancia de que la atención a los mayores dependientes quede en manos de profesionales. «Antes la ley de la dependencia ayudaba pero ahora se mira mucho las facturas...».

Karina ha trabajado antes en la hostelería y reconoce sentirse cómoda atendiendo a los mayores. «Cuesta entrar, pero cuando te conocen, les tratas bien, les cuidas, les das cariño te lo terminan por agradecer muchísimo. Incluso se acostumbran a ti...».