Era viernes por la tarde y de repente aparecieron nada menos que nueve focos aislados de fuego en un frente de dos kilómetros en los montes de Ordunte. Era obvio que el incendio, que acabó calcinando 16 hectáreas, era intencionado. 

Las huellas de los cascos de caballos y la información dada por un agente medioambiental que con sus prismáticos vio a un jinete encaramarse a la cima en dirección a Vizcaya fueron el punto de partida de una investigación que ha acabado por situar a J.A.S.E., de 43 años, y a su hijo de 17, como presuntos autores de un delito de incendio forestal intencionado en un espacio protegido como Lugar de Interés Comunitario.

La investigación llevada a cabo por el Seprona de la Guardia Civil y los agentes medioambientales sirvió para concluir que el fuego había sido intencionado y que su origen estaba en un camino estrecho de difícil acceso. La inspección de numerosas explotaciones ganaderas para comprobar las herraduras de los caballos y las pesquisas de la Guardia Civil que ubicaron al menor en el lugar del incendio esa tarde han cerrado el círculo. 

El delito de incendio intencionado puede acarrear penas de prisión