La muerte vive al lado

I. Elices / Burgos
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Un año y tres meses llevaba fallecida María del Carmen Mata, una anciana de 83 años, en su piso de la barriada Juan XXIII • La Policía halló su cuerpo casi completamente momificado, en su cama, la semana pasada

Envejecer, tristemente, suele ser sinónimo de soledad. Muchos ancianos, acostumbrados a una vida entera en su casa, con sus rutinas, se niegan a pasar los últimos años de su existencia bajo la ‘autoridad’ de un asilo. Prefieren refugiarse en la serenidad de sus casas, cansados ya quizás de conocer nuevas gentes. Algunos, especialmente reservados y refractarios a entablar relaciones sociales, acaban muriendo sin que nadie, ni su propia familia, los eche de menos.  
María del Carmen Mata del Barco vivía en el portal número 23 de la barriada Juan XXIII, en concreto en el sexto piso, puerta seis. El pasado miércoles su casero, quien no la veía desde hace tiempo, se preguntó si le habría pasado algo. Acudió a la Comisaría para solicitar ayuda y una patrulla se dirigió a su piso para ver si se encontraba en su casa. Al comprobar que no contestaba a las llamadas, abrieron la puerta de entrada para socorrerla, pues temían que se hubiera caído y fuera incapaz de incorporarse. No era así, yacía en su cama, tumbada de lado. Estaba muerta.
No había fallecido ese día, ni el anterior ni el otro. Llevaba allí, según los cálculos de la Policía Nacional, un año y tres meses. María del Carmen no hacía mucha vida social. Sus vecinos la conocían de cruzarse con ella y saludarla las pocas veces que salía a la calle, pero no saben mucho de su vida, a pesar de que habita en el bloque desde hace casi una década, señala el presidente del portal, Valeriano Moradillo. 
Así que entra dentro de la lógica que su ausencia no extrañara al resto del bloque, donde viven 65 familias. Máxime cuando hace un par de años desapareció para ir vivir a una residencia;luego regresaría. Además, hacía pocas fechas había pasado una temporada ingresada en el hospital al partirse la cadera.
El caso es que muchos vecinos no repararon en que ya no salía ni siquiera a hacer la compra y quienes lo hicieron -según señalaron a este periódico- pensaron que su familia la había vuelto a llevar a la residencia.
Los vecinos de su rellano tampoco percibieron ningún olor extraño procedente de su casa. Pero tiene una explicación sencilla. Su cadáver apareció parcialmente momificado, pues solo experimentó una primera fase de descomposición, según explican fuentes consultadas por este periódico. Lo que quiere decir que el cuerpo estaba prácticamente incorrupto cuando entró la Policía el pasado miércoles en su casa y, por tanto, no desprendió los olores típicos de una putrefacción al uso.
¿Por qué un cuerpo humano puede aparecer momificado en un simple piso? Seguramente, según señalan fuentes de la investigación, tomaba medicamentos que «favorecieron el proceso». La ingesta de fármacos, unida a unas condiciones atmosféricas determinadas -ambiente seco y altas temperaturas- facilitan la deshidratación de los cuerpos. La evaporación del agua de los tejidos imposibilita la aparición de gérmenes y detiene, así, el avance de la descomposición. Al secarse, la piel se va pegando al hueso y se endurece, al tiempo que adopta un color pardo y un aspecto general que la asemeja al cuero. Esta imagen es la que se encontraron los policías que la semana pasada entraron en su casa.
El cuerpo fue enviado al Instituto de Medicina Legal, pero todo indica que la muerte de la anciana, que sobrepasaba los 83 años, fue natural. ¿Cómo ha calculado la Policía la fecha de su muerte? Allí hallaron los últimos tiques de la compra que hizo María del Carmen y databan del mes de marzo de 2014. Las fechas de envasado y caducidad de los alimentos que tenía en el frigorífico confirmaron sus sospechas. 
En el vecindario hay personas que no las tienen todas consigo y aseguran que la vieron hace cosa de siete meses. «Yo no creo que llevara tanto tiempo muerta; yo la vi poco antes de Navidad», afirma la moradora de una de las viviendas del bloque. Sin embargo otros, como el propio presidente, creen que sí puede ser que llevara más de un año muerta. Aunque quienes la conocían -no mucho, porque no hacía mucha vida en común- creyeron que había regresado a la residencia.
El Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) seguía ingresándole religiosamente su pensión en el banco y su casero percibía mensualmente la renta del alquiler, pues el pago lo tenía domiciliado. En su entidad financiera tampoco extrañó que no hiciera ningún movimiento desde hacía tanto tiempo.
Era viuda -su marido al parecer había sido pintor- y tiene dos hermanos, a los que no veía demasiado. Con uno de ellos pudo hablar este periódico y explicó que tiene casa en Burgos pero no vive en la ciudad. Estos días sí que ha venido con motivo del fallecimiento de su pariente.