Han transcurrido más de 14 años desde que Abdón González (69 años) desapareció sin dejar rastro de su casa de la de la avenida de Castilla la Vieja, en Medina de Pomar. A pesar de que el juzgado de Villarcayo archivó la causa la familia -sus sobrinas- siguió pensando que no se marchó voluntariamente. Contactaron con el abogado burgalés David García y solicitó la reapertura. Y lo ha conseguido, la Audiencia provincial acaba de dictar un auto en el que ordena al juzgado que continúe con la instrucción del caso, pues de las escasas diligencias practicadas se desprende que Abdón no desapareció de forma voluntaria, pues no se llevó su documentación, ni sus tarjetas de crédito ni su ropa.
La Sección Penal del Tribunal Provincial pide, además, que la expareja sentimental declare en calidad de imputada. El auto señala que de las manifestaciones de la Guardia Civil se desprende que la mujer se aprovechaba económicamente de Abdón y que éste había recibido llamadas telefónicas amenazantes. De hecho fue el desaparecido quien comentó a vecinos del pueblo que la autora de las mismas era una antigua pareja. Asimismo, la Audiencia ordena que también acudan como imputados al juzgado dos varones vinculados a dicha mujer. Otras siete personas habrán de declarar como testigos en las próximas fechas.
El letrado de la familia entiende que dada la gravedad de los hechos éstas diligencias han de practicarse, sin que pueda adelantarse que no tienen ninguna perspectiva de éxito. Tras estos interrogatorios el juzgado de Villarcayo habrá de decidir si archiva de nuevo el caso o efectúa más averiguaciones.
En el mismo auto recuerda que la Guardia Civil presentó un oficio en agosto de 2013 para comprobar los movimientos bancarios en las cuentas de Abdón durante los meses anteriores a su desaparición. La Benemérita pedía también la intervención telefónica de varios números de móvil, uno de los cuales era el de su ex. Pero las escuchas fueron denegadas y el caso archivado.
El día 25 de marzo de 2001 Abdón González había quedado con un amigo de Medina de Pomar, pero no se presentó a la cita. Le resultó extraño y dio la voz de alarma a sus familiares. El hombre, de 69 años, era soltero y vivía solo. Sus parientes acudieron al domicilio de la avenida de Castilla la Vieja acompañados por la Guardia Civil, pues temían encontrarle dentro enfermo o muerto. Pero allí no había nadie. En una mesa había restos de su comida, sus llaves y la cartera con el DNI. O sea, que no había planeado su marcha. Además, jamás hubiera dejado solos a sus animales -gallinas, conejos y un perro-, señalaban sus sobrinas, Carol y Bego, en una carta enviada hace escasas fechas a este periódico.
Han pasado más de 14 años y la familia cree a pies juntillas que detrás de su desaparición hay una «trama criminal». Además, hay ciertas conexiones entre algunos presuntos implicados en este caso y los relacionados con otra desaparición, la de la burgalesa Cristina Murié, que se evaporó sin dejar rastro en 2002. La Policía Nacional, de hecho, retomó este caso en 2013 al detener a tres personas, pero después fue archivado.