La quema de matorral está detrás de la mayoría de los incendios del norte

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Más de un centenar de fuegos que siguen activos, aunque han bajado su intensidad debido a la lluvia y a los servicios de extinción, podrían estar relacionados con la preparación del terreno

agencias / madrid
Aunque la Guardia Civil lo está investigando, todo apunta a que detrás de la oleada de incendios que está azotando a la cornisa cantábrica desde el pasado fin de semana, sobre todo a Asturias, podría estar la quema intencionada de matorral para apertura de pastos. Más de un centenar de fuegos continuaban ayer activos en la región, aunque su intensidad disminuyó notablemente, tras los trabajos de los servicios de extinción y por la lluvia caída en algunas zonas. 
Virginia Carracedo, investigadora de la Universidad de Cantabria, explicó que la mayoría de los incendios de invierno del noroeste peninsular «están directamente relacionados con la preparación del terreno para la primavera, cuando el ganado sube al monte».
Estas prácticas ganaderas se remontan a siglos atrás, pero en un principio «se hacían de forma controlada, se preparada el terreno y se elegían episodios de poco viento», pero en la actualidad el monte ha perdido población y el matorral y el arbolado joven han ganado terreno a espacios antes destinados a pastos. 
En su opinión, «si la quema de rastrojos se hace bien no hay problema en seguir usando ese método», aunque es necesario concienciar e informar a los ganaderos jóvenes «hacia un cambio de mentalidad que evite a hacerlo de manera descontrolada».
Carracedo explicó que este tipo de hechos son habituales en todo el noroeste de la península, sobre todo en Asturias y Cantabria, las dos comunidades que registran mayor número de incendios en esta época en toda España. 
Desde las 21,00 horas del pasado sábado, el Principado mantiene activado el Plan de Incendios Forestales (Infopa) en situación 2.
La llegada de la lluvia durante la noche mejoró las condiciones para su extinción, cuyo origen está investigando la Guardia Civil y el Gobierno del Principado, que sospechan que algunos de ellos pudieron ser provocados.
Más de 230 efectivos del Servicio de Emergencias del Principado SEPA , entre bomberos y empresas forestales, trabajan en las labores de extinción, además de los agentes del medio natural, a los que se ha sumado la Unidad Militar de Emergencias (UME).
A lo largo del día de ayer, ya con las condiciones meteorológicas más favorables, se pudo sobrevolar los concejos más afectados por las llamas con un helicóptero para realizar una valoración más exhaustiva de la situación.
Los focos activos se repartían por gran parte de la geografía asturiana, aunque la zona más afectada era el occidente, en concejos como Cangas del Narcea y El Franco, donde las llamas afectaron a cinco casas y una cuadra, y obligó al desalojo de varias familias.
Cantabria también está afectada, una «pesadilla», que según su presidente, Miguel Ángel Revilla, podría acabar con la lluvia.
Actualmente, según explicó, hay 30 focos de fuego «más o menos» controlados o estabilizados y la UME ya está actuando en Ruente y en Cabuérniga, donde se encuentra el más importante.
La situación más complicada se registraba en este valle ya que existen muchos focos, pero también había problemas en Liébana por la extensión de masa forestal afectada. En Polaciones había también un foco, pero empezó levemente a llover.
 
NÚCLEOS DE POBLACIÓN.  Al cierre de esta edición, según el Gobierno de Cantabria, no había a riesgo de que el fuego afectara a núcleos de población.
Revilla lamentó que halla pirómanos y gente que tiene una «mala» práctica, la de pensar que quemando un monte se regenera y luego hay pastos, lo que recalcó que es un «error», porque, según argumentó, está demostrado científicamente que quemar el monte deteriora de manera extraordinaria el suelo.
Mientras Tanto, el Gobierno de Navarra dio por controlado el incendio declarado en una zona de monte arbolado de la localidad de Igantzi y que debido al fuerte viento avanzaba hacia Lesaka.
El aire, que aminoró por la mañana, ayudó a la  extinción, que se inició por la caída de un árbol sobre un tendido eléctrico y se propagó favorecido por el fuerte viento, las elevadas temperaturas y la ausencia de humedad tanto en el suelo como en la vegetación.