«La Navidad es la conjura del cielo para salvar la Tierra»

R.P.B. / Burgos
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Fray Roberto de la Iglesia, abad de San Pedro de Cardeña, hace un llamamiento para que quienes hayan perdido el espíritu navideño lo recuperen: «Es por nosotros, por ti, por mí»

El pregonero abandonó por un rato la paz monacal de Cardeña para ensalzar las fiestas navideñas. - Foto: Ángel Ayala

 
Fray Roberto de la Iglesia, el abad de San Pedro de Cardeña, es un hombre de su tiempo. No vive aislado de la realidad que palpita fuera de su monasterio, ni ajeno a la marcha del mundo, como demostró ayer en su pregón de Navidad de Cajacírculo, cargado de fuerza frente a la corriente descreída, cada vez más mayoritaria, y en defensa de la fe en estas fechas: «Está de moda decir que no gustan las fechas navideñas en las que de forma inminente estaremos inmersos. Que son unas fiestas ñoñas, trasnochadas, infantiles. Que no nos gustan los dulces navideños, ni las reuniones familiares típicas de esta época, ni todo el cortejo de oropeles que acompañan estos días, incluido el tener que ser buenos porque llega una determinada fecha del calendario. Y es normal que esto sea así, yo estaría de acuerdo con todo esto, si perdemos el alcance último de estas fiestas. La Navidad no tiene sentido si lo de fuera no tiene trasfondo dentro, si el corazón no siente que hay algo que festejar», exclamó con voz pausada
Fray Roberto se animó, para todos aquellos iconoclastas, para quienes no le encuentran sentido a estos días, para ateos y demás familia, con su personal receta: «La Navidad es la máxima expresión de la compasión y del amor de Dios con nosotros; la Navidad es la Palabra divina que se abrevia para caber en una cuna y sobre todo en nuestro corazón, la Navidad es la conjura del Cielo entero para traer salvación a la tierra; la Navidad es paz, fraternidad entre los hombres; la Navidad es expulsora del egoísmo y la violencia que anida en lo más profundo del corazón humano, en el cuarto ateo del alma de todos los creyentes».
 Pero abundó aún más el abad de San Pedro de Cardeña en su disección navideña, elevando, por encima de todo, el amor. «La Navidad es el amor más puro hecho carne como nosotros, para vivir con nosotros y morir como nosotros. Sí, la Navidad es por nosotros, por ti, por mí, por el que tienes sentado al lado y quizá no conozcas, por tu enemigo, por tu mejor amigo, por los que hacen el mal, por los que intentan hacer bien el bien, por los terroristas, por los explotadores y por los que claman bajo el yugo de tantas explotaciones, por los corruptos y por quienes tienen el alma limpia. La Navidad es por todos. Quizá nosotros excluiríamos a alguien de esta lista porque según nosotros no se lo merecería. Pero Dios no hace eso, él hace salir su sol sobre buenos y malos, sobre justos y pecadores. Porque en realidad, si somos sinceros con nosotros mismos, nadie es tan malo que no tenga algún rasgo de bondad y nadie es tan bueno que haga el bien siempre sin mezcla de mal».
Un lleno salón de actos de Cajacírculo acogió a la conclusión del pregón un concierto a cargo de la Schola Cantorum y la Orquesta Santa Cecilia.