La Santina burgalesa

L. Sierra (ICAL)|Cillaperlata
-

La iglesia de Cillaperlata conserva la talla más antigua de la Virgen de Covadonga, un reclamo para decenas de asturianos

Claudio Salcedo, vecino de Cillaperlata, muestra la Virgen de Covadonga, considerada la talla más antigua de toda España. - Foto: Ricardo Ordóñez (Ical)

La localidad burgalesa de Cillaperlata conserva desde el siglo V la imagen de la Virgen de Covadonga. Se trata de la talla más antigua que hay en toda España dedicada a la patrona de los asturianos, después de que la talla que se conservaba en el santuario asturiano fuese pasto de las llamas en el siglo XVII, y remplazada por otra escultura. Picados por la curiosidad, decenas de asturianos pasan cada año por este pequeño municipio burgalés que a orillas del Ebro esconde uno de los secretos nunca desvelados desde tiempos de La Reconquista.

El santuario de Covadonga se encuentra a 230 kilómetros del las ruinas del monasterio benedictino de San Juan de la Hoz de Cillaperlata donde, según narran las crónicas, se ubicó en el siglo V la primera imagen de la Virgen de Covadonga. Una talla de madera policromada en la que puede verse a la Virgen con el niño en su regazo. Es la misma que 16 siglos después se conserva en la parroquia de Nuestra Señora de Covadonga de Cillaperlata, un pueblo en el que viven una treintena de habitantes durante los meses de invierno.

Claudio Salcedo, ebanista jubilado y oriundo de Cillaperlata, es quien hace las veces de guía para todo aquel que llega hasta este pequeño municipio burgalés enclavado en los Montes Obarenes. Responsable de las llaves de la pequeña iglesia del municipio, Salcedo es la persona más buscada por quienes llegan hasta Cillaperlata en busca de ‘La Santina burgalesa’.

«Cada año vienen más personas. Casi todos asturianos. Se ve que les han contado que la auténtica Virgen de Covadonga la tenemos en Burgos y no dudan hacerse más de tres horas de coche para rezar a la santa», explicó en declaraciones a Ical este vecino de la localidad, quien recuerda haber escuchado la historia de la antigüedad de la talla a sus padres y abuelos.

Asturianos en Cillaperlata

Desde que hace dos décadas se diese a conocer con más intensidad la presencia en el pequeño pueblecito de Burgos de la Virgen de Covadonda, han sido muchas las personas que se han acercado hasta la parroquia del municipio. «Vino un matrimonio para rezar a la Virgen, y quedó sorprendido con la escultura porque no tiene nada que ver con la que hay en la cueva. Claro, la que se quemó era como la que tenemos nosotros y muchos no lo saben», recordó Salcedo.

«Muchos llegan tocados por la moral», aseveró el responsable de la parroquia de Covadonga, quien recuerda con especial cariño la visita de un catedrático de Arte de  la Universidad de Oviedo que estuvo horas examinando la talla. «Dicen que la original es ésta porque la Reconquista no llegó nunca a producirse en tierras asturianas», aclaró otra de las vecinas que ha atendido en el último año a «muchos asturianos y personas de toda España» que acuden en busca de explicaciones acerca del origen de la patrona de Asturias.

Lo que aún no está del todo claro es qué talla de las dos pudiera ser la original, si la que en la actualidad se conserva en Castilla y León o la que desapareció en el siglo XVII en tierras asturianas. Las teorías son variadas y no compartidas entre asturianos y castellanos y leoneses.

Cillaperlata en la reconquista

Pero, ¿cómo y por qué la imagen de Nuestra Señora de Covadonga acabó en un pequeño pueblo de la provincia de Burgos? La historia tiene la respuesta. El origen de todo se encuentra en el monasterio benedictino de Cillaperlata, cuyos primeros pasos se documentan en el siglo V. Las mismas crónicas dicen que fue el monarca Alfonso I quien, en el siglo VIII, trasladó a varios de los monjes benedictinos de este espacio hasta las verdes tierras asturianas con el ánimo de que fundaran otro monasterio también consagrado a la Virgen de Covadonga.

Parte de los historiadores consultados mantienen la idea de que la talla originaria pudo encontrarse en Cillaperlata, y fuese ésta la que diese pie a un copiado posterior. La misma teoría comparte la tesis de que ambas tallas- la burgalesa y la asturiana- mantenían una similitud ‘clónica’, por lo que otros historiadores creen que «sería difícil saber cuál de las dos fue precisamente la originaria». Sea como fuera, la única que pudo conservarse en el tiempo es la que cada domingo dirige los rezos de los vecinos de Cillaperlata, que con motivo del centenario de la consagración de la Basílica de Covadonga, cedieron su virgen al Arzobispado de Oviedo. «A cambio nos restauraron la talla», recuerda Salcedo, mientras muestra el estado de la escultura antes de pasar por manos del restaurador, y después. «No tiene nada que ver, se la dejamos un tiempo pero nos la devolvieron como nueva», añade.

La Virgen de Covadonga

Alfonso I, dueño de Pelayo, mandó levantar un monasterio benedictino junto a la capilla dedicada a la Virgen de Covadonga, en la cueva donde se supone que se refugiaron las tropas cristianas del ejército sarraceno. Este primer monasterio asturiano fue levantado por los monjes que años antes hubieron visto nacer el de Cillaperlata, que según algunos estudiosos pudieron ser quienes tallaran la santina que se veneró hasta que desapareciera en un pavoroso incendio en el año 1777. Pese a que el incendio tuvo lugar en el siglo XVIII, la talla fue sustituida por otra realizada un siglo antes.

Reemplazada la escultura, el paso de los tiempos hubo de reescribir la historia de la venerada Virgen de Covadonga. Durante la Guerra Civil, la pieza desapareció. De esta época es la nota que aparece en uno de los libros de la basílica asturiana en el que puede leerse: «La única imagen de Nuestra Señora de Covadonga que hay en España está en un pueblecito de Burgos llamado Cillaperlata». La Santina fue hallada años después en una casa de antigüedades de París.

Cillaperlata, que es traducido del castellano antiguo como ‘celda apartada’, mantiene demasiadas similitudes con la localidad de Cangas de Onís. Además de la talla de Covadonga, el pueblo mantuvo un monasterio dedicado a San Pelayo. «Algunos dicen que tal vez la batalla esa famosa se libró en estas tierras y no en las asturianas. Que la Reconquista nunca llegó a Asturias», declaró otro de los vecinos consultados.

A expensas de lo que los historiadores descubran, los vecinos de Cillaperlata custodian su tesoro más preciado. «El cura nos dijo que pusiéramos una alarma en la iglesia para evitar el robo de la virgen. Nos alertaron de que es un rico patrimonio que puede llevarse cualquiera si no tenemos cuidado. No queremos que nos roben lo único que tenemos», aseveró Salcedo, conocedor del valor que para los vecinos del pueblo tiene lo que en el mercado es una obra única.