La peor película de Hilario

H. J. / Burgos
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Tras 24 años en la empresa y sin una gran experiencia sindical, se ha topado con el mayor reto de su vida: liderar el comité de empresa de una fábrica incendiada y de la que dependen cientos de personas

El presidente del comité, ante la planta calcinada de La Bureba. - Foto: Alberto Rodrigo

Lo dijo el domingo pasado y lo sigue repitiendo cuando se le pregunta por sus sensaciones de estos días: «Es como una película, parecía que el día 16 nos habían convocado allí a los trabajadores, que habían montado un decorado espectacular y un humo de efectos especiales para rodar una película. Y que en un momento dado alguien iba a gritar ‘¡Corten!’, nos íbamos a poner el buzo y a entrar a currar». Para su desgracia y la de tantos compañeros, la tragedia ha sido real. Y encima a Hilario Sancho le toca capitanearla desde el lado del comité de empresa.

En 1990 entró a trabajar a la planta de La Bureba, recién construida (y posteriormente ampliada) y desde entonces tenía su puesto en una línea de producción. En enero cumplirá 4 años como máximo representante de los trabajadores de la planta y ya le había tocado negociar algún pacto y convenio, pero aquello se antoja ahora «un juego de niños» comparado con lo que debe afrontar desde hace una semana.

«Nadie está preparado para esto», reconoce. No era un sindicalista profesional, ni siquiera estaba liberado en su empresa, y ahora el teléfono le quema, le requieren una constante presencia mediática y tiene en su agenda reuniones pasadas y futuras con gente muy importante. Al menos cuenta con el respaldo de la UGT, su sindicato, que pone a su disposición «medios humanos y materiales» al rescate del comité de Campofrío, a nivel autonómico y nacional.

Todo empezó el domingo 16 a las 8 de la mañana. Una llamada de una compañera le sacó de la cama. Hablaba de «un pequeño incendio». Solo tomó conciencia de las dimensiones que aquello empezaba a tomar cuando cogió el coche junto a su domicilio de la carretera de Poza y empezó a escuchar sirenas, y más aún cuando se acercó hasta el incendio y vio la humareda. «Se me pasó la vida por delante, ahí estaban el pasado y el futuro retumbándome. Y todo el rato la misma pregunta:¿Ahora qué?»

La respuesta está en buena medida en manos de la propia empresa y ahí Sancho tiene muy claro que «tenemos la suerte de contar con Pedro Ballvé como presidente». Sorprende que un presidente de comité elogie sin tapujos al responsable de la compañía con la que debe negociar condiciones salariales y laborales, pero así es. «A las pocas horas del incendio garantizó una planta nueva y mejor, nos dijo que debíamos convertir la desgracia en una nueva oportunidad y así será, porque nos sentimos orgullosos de trabajar en Campofrío».

La cultura empresarial, esa de la que tanto se habla en otras firmas a riesgo de quedarse en palabras huecas, parece cierta en la cárnica burgalesa. «Existe un sentimiento de vinculación con la empresa, un cariño que viene de las relaciones familiares, del paso de varias generaciones por la misma fábrica», explica.

Seguramente tenga algo que ver que no haya habido despidos en los años de crisis, que los salarios no se hayan visto tan dañados como en otras empresas y que tuvieran un sistema de contratación ágil que permitía suplir rápidamente las bajas por jubilación por incorporaciones de los temporales. «No ha habido grandes problemas», admite el presidente del comité. Y eso se nota también en la respuesta que hay que dar ahora.

Su prioridad será «que la merma que padecerán los trabajadores sea la menor posible». Cada uno está en una situación dependiendo de su edad, su tipo de contrato o el número de miembros de su familia. Todos mirarán a Hilario Sancho cuando toque hacer balance de la defensa de sus intereses, y él estará deseando que la película de terror que empezó hace una semana acabe cuanto antes y con un final feliz.