"Entre el 40 y el 60% del público del Hangar viene de fuera"

Á.M.
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Entrevista con el director artístico del Centro de Creación Musical Hangar Burgos

Fueron muchos años en la primera línea del mercado musical. Muchos días con sus noches. Discográficas, salas de conciertos, promotoras... No hubo palo que Tudanca -que ninguna relación más allá de la coincidencia en el apellido guarda con el secretario regional de los socialistas- no tocara durante la época dorada de la industria musical. Regresó a casa buscando tierra firme en la que formar una familia, y coincidió que germinaba en Burgos la iniciativa el Hangar, un proyecto pionero del PP de Juan Carlos Aparicio que marcó un antes y un después para la música local, proscrita hasta entonces a purgar por locales de mínimos.

El contrato de gestión del Hangar se firmó por una década que expira en verano de 2019, momento en el que las dos partes (que pueden prorrogarlo cinco años de mutuo acuerdo) tendrán que tomar decisiones. ese debate se llevó al Pleno el pasado viernes, donde se habló -con y sin conocimiento- del futuro de la instalación. Quizás para quienes saben del funcionamiento de las instalaciones lo que sigue no será particularmente revelador. Para quienes no lo conocen, sí. Además de la dirección artística del Hangar, ‘Pinky’ es locutor de Radio 3 (En órbita) y preside la Asociación Estatal de Salas de Música en Directo.

Este es el último año del contrato inicial del Hangar. ¿Han hablado ya de qué pasará a partir de septiembre?

Pues no porque no depende de nosotros. Tendremos que esperar. Como es sabido, se nos han cortado todas las iniciativas pioneras que hemos ido poniendo en marcha, cosas como los ‘conciertos en familia’ o el mercado de emprendedores. Iniciativas que, por contra, sí se han desarrollado en todas las salas del Estado. Ves que los demás cogen tus ideas y las desarrollan, y aquí te las cortan. Pues no sé si tiene mucho sentido.

¿Esas propuestas nacieron aquí y están triunfando en otras ciudades?

Claro. Se han puesto en marcha en muchos lugares. Aquí funcionaban y en el resto de salas también funcionan. Y muy bien.

¿Cuál ha sido el problema?

Que nos lo han prohibido todo.

Entonces igual se debe a que el Hangar no tiene un reglamento y unas licencias acordes con sus posibilidades...

Puede ser. Quizás debería tener una mayor amplitud de licencias para poder llevar a cabo iniciativas diferentes en un espacio multicultural como debería ser el Hangar.

¿Se sienten atacados?

No, atacados no. La sensación que tenemos es que el público valora mucho las iniciativas que hemos tenido. Por los ‘conciertos en familia’ de los domingos nos felicitaron muchos padres, y lo mismo pasaba con el mercado de emprendedores, que ofrecía una alternativa para los domingos de invierno. Nos hemos visto muy arropados por el público de Burgos y alrededores.

Me refería a quienes viven de denunciar sistemáticamente cualquier alternativa de ocio que se plantee en la ciudad.

Pero ese es uno, que lo mismo que me denuncia a mí ha denunciado a todos los demás. Lo hizo con el Quinta Avenida, el Vagón, el Mirador del Castillo... Eso ha sido así durante años, y es la misma persona que atacó el Electrosonic y muchísimas iniciativas culturales que ha habido en esta ciudad.

Si ha sido así durante años, el Ayuntamiento podría haber tomado las precauciones oportunas disponiendo los reglamentos y licencias oportunas para que esto no suceda.

Desde luego. Ahí sí que tienes toda la razón.

¿Cómo va a ser la programación del décimo aniversario?

Tendremos en marzo a Ian Paice tocando a Deep Purple como parte de una gira española que pasa por Barcelona, Zaragoza, Pamplona y Burgos, fecha que hemos robado a Madrid para tenerlo aquí porque nos parece uno de los conciertos más importantes que ofreceremos en estos 10 años. También tendremos el nuevo disco de Arizona Baby, un nuevo festival de cultura y arte urbano, el regreso de Los Brincos, el monólogo de Tony Moog, que es difícil de conseguir; la presentación del nuevo disco de Natos y Waor, que es el grupo de hip hop más demandado ahora; un concierto especial con Depedro y Corizonas, a Vomitory, que es un grupo mítico de death metal sueco que regresa para celebrar sus 30 años (hará sólo Madrid, Barcelona, Palma y Burgos); tenemos lo nuevo de Dorian y cuatro o cinco presentaciones de grupos locales... Como siempre, hay variedad de opciones y estilos.

Sí, la distancia entre Los Brincos y Vomitory es notable...

(Ríe). Sí, y también haremos algo de indie, probablemente Viva Suecia, y ampliaremos la oferta de hip hop. El 25 aniversario de Zente...

¿Cómo reaccionan al Hangar las bandas nacionales e internacionales?

Muy bien. Tenemos una fama ganada a nivel nacional e incluso internacional y eso se nota. La gente sabe cómo trabajamos, sabe que conocemos el negocio y que eso facilita la labor.

Lo que permanece es el problema del aforo...

Pues sí, seguimos con 900 personas de aforo máximo. Llevamos un año esperando la respuesta del Ayuntamiento. Hicimos las obras que se necesitaban y tenemos el nuevo plan de autoprotección hecho que dice que la sala tiene un aforo de 1.200 personas. Ahora sólo falta que el Ayuntamiento lo reconozca y lo autorice. Hay muchos conciertos que llenamos. Para un promotor, perder 300 entradas es un problema serio, y para nosotros también lo es no tener 300 clientes más porque eso en la barra se nota. Cuando, en 2012, nos redujeron el aforo, tuvimos que suspender como 12 ó 15 conciertos muy gordos que teníamos programados. Teníamos a Jamie Cullum, Slipknot, Machine Head, Bunbury, Sabina dos noches... Teníamos una programación brutal para 2012 y tuvimos que suspender todo porque, como decía, 300 entradas menos es mucho dinero para los promotores. Además, supuso una pérdida de credibilidad importante. A nivel personal, me supuso perder credibilidad delante de promotores y managers.

Es importante explicar a la gente que las bandas, y no la sala, se llevan la taquilla. Que ese es su sueldo.

Sí, es el modelo que hemos elegido, el de no hacer producciones propias. Crear ese modelo no ha sido fácil. Las bandas van a porcentaje o pagan el alquiler de la sala y se llevan la taquilla íntegra.

Esto es también una dotación de salas de ensayo, pero para muchas bandas no resulta atractivo estar sujetas a un horario.

Tenemos un horario amplísimo, de 11 de la mañana a 12 de la noche, salvo la hora de comer, aunque muchos grupos se quedan ensayando. Entendemos que el horario de trabajo de una banda no es la madrugada. Siempre tenemos lista de espera, desde la apertura. Ahora habrá unas diez bandas en lista de espera y 18 grupos ensayando aquí.

¿Cómo va el estudio de grabación?

Muy bien. Después de las últimas mejoras que se hicieron y con la nueva dirección técnica de Cholo (Santiago Manso, de The Fly Army), un chico más joven, más formado, de la era digital y que ha estudiado Pro Tools, se nota. El estudio de grabación tiene ocupado hasta el verano de 2019, y no sólo con bandas de Burgos, sino de Castilla y León y de Madrid. Ese sí que empieza a las nueve de la mañana y puede terminar de madrugada. Aquí se están grabando de 15 a 20 discos cada año.

¿Existe algún control sobre el público que viene de fuera de Burgos?

Sí, sobre todo por la venta on line, que es propia. Ha habido conciertos en los que llegamos a un 60% de gente de fuera. Nosotros pegamos (carteles) habitualmente en Valladolid y Vitoria. Goran Bregovic, que fue uno de los grandes conciertos de este año, vendió fuera de Burgos más de 600 de las 900 entradas que se sacaron. Vino gente de Madrid porque allí se había agotado. En todos los conciertos grandes que hemos tenido, caso de Amon Amarth (banda sueca de death metal melódico), se han venido más de dos terceras partes fuera de Burgos. Es un arco entre un 40 y un 60%. Incluso en bandas como el último tributo a Dire Straits que hemos hecho (Brothers in Band) había más de 150 personas de fuera. Y también influye el precio: ese tributo en el Euskalduna de Bilbao costaba 50 euros y aquí costó 28.

El objetivo último del Hangar es ser un recurso cultural, pero visto así es también un recurso económico.

Claro. El hotel más cercano al Hangar llena prácticamente todos los fines de semana con los grupos y el público. En ocasiones nos han llamado de varios hoteles para contarnos que han funcionado bien un fin de semana de temporada baja gracias al concierto del Hangar. Eso, en febrero, se agradece.

¿En qué se puede mejorar el Hangar?

Seguro que en muchas cosas. Nosotros tenemos iniciativas que queremos poner en marcha para el año que viene, como por ejemplo un escenario joven, algo que creo que es muy necesario. Me refiero a un horario joven, sin venta de alcohol y con oportunidades de micro abierto, de interactuar con artistas, hacer cosas de cultura urbana... De hecho, lo propuse en unas charlas y hay ciudades y festivales, como el Bime, que ya lo han incorporado. Es una vía para minimizar el impacto del botellón.

¿Usted diría que hay una cultura musical entre la gente más joven?

(Ríe). Sí, hombre. Cultura musical tienen, otra cosa es que lo que consumen esté más enfocado hacia un tipo de música concreta. Un 80% está ahora mismo enfocado a la cultura urbana. Consumen hip hop, rap, trap... El resto está en el pop dance o en músicas como por ejemplo la de La M.O.D.A., que han sabido encontrar el nicho de gente joven a la que le gustan otros estilos. Existe un gusto por la música, y de hecho se consume cada vez más música, también en el directo.

Vaya: el rock ha muerto.

Está más complicado. Tiene menos tirón entre la gente joven, pero porque no se ha sabido actualizar. Si le preguntas a la gente joven por un grupo de rock igual te contestan con Fito y Los Fitipaldis, y hablamos de una banda que viene de Platero y Tú, de los años 80. En otros países hay bandas, como Muse, que sí consume gente de 16 a 26 años, aunque aquí su público es de 26 a 46.

Entre otras cosas porque hay que aflojar 90 euros para verlos...

Claro, claro, el precio influye mucho. Si miras las listas europeas de Spotify, ves que en Francia hay muchas cultura urbana, en Alemania hay mucho metal... Todo va por países, y es gente joven quien lo consume. La cultura, el clima, la influencia latina... Todo hace.

El titular es que Despacito mató a Pink Floyd.

(Ríe) Desde luego, todo eso ya no está. Ahora la fiebre a nivel mundial es el reguetón. No hay que olvidar que eso ya entró aquí en los 80 y 90 con aquellos Caribe Mix y las pachangas variadas. La puerta de la música latina a Europa ha sido España.

El futuro es ominoso.

Es lo que hay. Y a partir del 2020 va a ir todo por ahí, por esa mezcla.

Haga balance de esta (casi) década de Hangar.

Nosotros estamos muy satisfechos de lo que hemos hecho. Yo no pensaba que se fueran a hacer tantas cosas, que hubiera tanto flujo de conciertos y tanta variedad. Ha sido muy bien acogido por parte del público. Esta sala la inauguró Vetusta Morla en septiembre de 2009 cuando estaban haciendo pabellones. Aquí ha actuado Amaral gratis, o han pasado Melendi por 15 euros, Love of Lesbian... Hemos hecho todo lo posible porque los promotores respetaran los precios populares. Hacerles entender que aquí no puedes cobrar 50 euros, que se tienen que adaptar a la ciudad y a un espacio que es municipal, que debe ser popular. La suma de todo nos hace estar contentos, pero es que también hemos tenido muchos palos en las ruedas. Lo del aforo, o que a los cinco años nos vinieran reclamando el IBI... En el resto de ciudades los espacios culturales municipales no sólo no pagan IBI, sino que reciben ayudas. Pero, en vez de perder la ilusión, hemos seguido buscando retos y planteando nuevas iniciativas.

Bueno, cuando se oficialice el incremento del aforo podrán volver a programar con más ambición, ¿no?

Claro. Lo de Machine Head estuvimos a punto de hacerlo hace unos meses, pero es que esos 300 tickets a 35 euros que cobran esos grupos es un dineral para ellos y acaban eligiendo otras salas de otras ciudades. Lo importante es que Burgos se ha situado en el mapa nacional e incluso internacional. Yo voy a congresos por toda España en calidad de presidente de la Asociación Estatal de Salas de Conciertos y no dejo de ser el del Hangar de Burgos, que es una forma de llevar el nombre de la ciudad. O cosas como las que están pasando con La M.O.D.A.

Veo que tienen sensación de ‘paternidad’ con La M.O.D.A.

Muchísimo. Su primera grabación y sus primeros conciertos los tuvieron aquí, les metíamos a tocar en cualquier lugar en cuanto podíamos, para poder rodarlos. El circuito de salas que hicieron es un circuito del que yo soy el presidente (sonríe). Yo voy a congresos y llevo discos. En Radio 3 tengo un programa y La M.O.D.A. viene de la mano de Pinky, igual que ahora está sonando Sioqué y esperemos que muchos más grupos sigan esa estela.

También han metido en el cartel de Sonorama o Ebrovisión a los grupos que ganaban el certamen de música joven...

Sí, la relación con Sonorama ha dado mucho al Hangar y viceversa con artistas o patrocinios, siempre hemos tenido un cable abierto que mantenemos. Insisto en que tengo más ideas para hacer, y si no las puedo hacer aquí las haré en otro lado. Pero el nombre del Hangar como centro de creación es conocido ahora mismo en toda España y también fuera.

Hablando de festivales, de aquí echaron al Electrosonic.

Y es una pena. Burgos tiene espacios y parques maravillosos para poder hacer un festival importante. Burgos podría tener un buen festival, no veo por qué no, pero dependerá de las administraciones y las marcas locales. A nivel institucional hay que poner facilidades. Haría falta un festival en condiciones: hemos visto el crecimiento de Sonorama con poquísimos recursos a nivel institucional pero sí con mucha ilusión y patrocinios. El Festival TriBu, por ejemplo, se hizo aquí los dos primeros años y yo conseguí la pasta de los patrocinadores para poder sacarlo a ciertos lugares de la ciudad. Después se ha desvirtuado y ha dejado de tener sentido. Tiene sentido si ofreces algo diferente. Los festivales urbanos son una tendencia enorme, Madrid tiene seis, pero apoyados en salas de conciertos. Burgos se puede plantear hacer un festival urbano apoyado en una sala de conciertos que tiene un nombre nacional. Ahora se hacen las cosas sin sentido, se gastan 40.000 o 50.000 euros en un fin de semana pero no reportan nada. ¿Cuánta gente de fuera viene a ver ese festival? Nadie. ¿Merece la pena gastarse ese dinero en eso? Yo veo que cada vez hay más cosas por hacer, y más en ciudades pequeñas, donde es más fácil poder orquestarlo.