Toda una vida a ritmo de folclore

I.M.L. / Torresandino
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Tres generaciones de cascones se conjuraron para rendir homenaje a Teresa y Orencio, 'culpables' de la recuperación de las jotas locales

Tere se animó a bailar un par de jotas, con sus castañuelas y su sonrisa. - Foto: DB

Hablar de María Teresa Sanz y Orencio Sancho en tierras casconas es hablar de folclore tradicional y de mucho más. Este matrimonio, él profesor en Torresandino durante más de 30 años y ella natural de este municipio, son los culpables de que exista el Grupo de Danzas ‘El Trigal’, fundado hace 32 años y que ha servido para recuperar danzas tradicionales como El pingajo. Por eso, y por todo el amor y esfuerzo que han derrochado a lo largo de todos estos años, sus vecinos y, sobre todo, sus alumnos joteros les rindieron ayer un homenaje sorpresa.

Oculto bajo un festival de danzas burgalesas, que logró congregar a más de 80 joteros de edades comprendidas entre los 4 y los 60 años, los vecinos de Tere y Orencio les fueron a buscar a su casa, les cantaron Las mañanitas y les acompañaron a participar en una misa castellana. De ahí, al frontón donde, al ritmo que marcaba La Marcheta Cascona, la agrupación de dulzaineros local, los distintos grupos de edad fueron recordando alguna de las jotas que los homenajeados les enseñaron en su día.

Ellos no fueron conscientes de que se les estaba preparando este homenaje sentido hasta ayer mismo, y eso que los diferentes grupos tuvieron que ensayar las jotas casi a escondidas. De hecho, la Jota Burgalesa que interpretaron todos juntos al final del festival la bailaron la noche antes por primera vez los más de 80 participantes. Tal fue la sorpresa para Tere y Orencio que asistieron al recital con un montón de recuerdos asaltándoles. «Nosotros nos íbamos los viernes por la tarde a Burgos para aprender yo a tocar la dulzaina y ella a bailar jotas», reconocía Orencio, a lo que Tere apostillaba que «íbamos con el 600 y a veces muy deprisa para llegar a tiempo».

Tal ha sido su amor por el folclore castellano que Tere lo daba todo en las clases y en las actuaciones. «Bailaba con tanta fuerza para enseñarlas que me estropeé el astrágalo y la cadera, ya me han operado de un lado y ahora estoy esperando a que lo hagan del otro», explicaba con orgullo. De hecho, estos esfuerzos sirvieron para que el Grupo de Danzas ‘El Trigal’ haya paseado el nombre de Torresandino por toda la provincia, la región y otros puntos de España, ganando diversos premios en multitud de certámenes. «La profesora de danzas de Lerma me enseño la jota de allí y una vez que coincidimos en un festival me dijo que mi grupo bailaba mejor esa jota que el suyo», recordaba orgullosa Tere.

Ese amor por el folclore se lo han sabido transmitir a más de 100 alumnos que han pasado por sus manos y que no les olvidarán.