Burgos es una ciudad «ejemplar» a nivel nacional en la gestión de los residuos urbanos, los que generan y depositan en los contenedores de colores sus vecinos, pero aún le queda por mucho por mejorar en los ámbitos industrial, hostelero y comercial, «que están mucho menos sensibilizados en este sentido que el ciudadano particular». Esta es la opinión que tienen las empresas que más saben de gestión ecológica, las agrupadas en torno a la patronal Gecobur, que, entre otras demandas, urgen dar una solución a esta problemática. Solicitan, por ejemplo, la puesta en marcha del vertedero de residuos industriales no peligrosos de Abajas, con una capacidad suficiente para atender a las necesidades de los polígonos y el tejido empresarial de la capital, la provincia y otras áreas cercanas, así como dar cumplimiento a las crecientes exigencias de la normativa europea en este ámbito.
Gecobur, integrada en FAE, agrupa a 22 compañías dedicadas a la recogida, explotación, tratamiento, transformación, depuración, minimización y eliminación de residuos orgánicos y no orgánicos, peligrosos y no peligrosos, así como su transporte y comercialización de las materias primas secundarias resultantes. El trabajo con el vidrio, los metales, el cartón, el papel, el plástico, los neumáticos, los palets, los aceites y grasas, los desechos orgánicos, los tejidos, los escombros y un largo etcétera más, genera más de 500 puestos de trabajo directos a los que hay que sumar los del transporte.
El colectivo, fundado en 2011, ha renovado recientemente su directiva, recayendo ahora su presidencia en Fernando Santa Olalla, director general del Grupo Santaolalla, especializado en el reciclaje de vidrio, cuyo mandato se va a centrar, básicamente, en tres frentes: la mejora de la actividad profesional, la lucha contra el intrusismo y las malas prácticas.
A su entender, Burgos dispone de unos gestores de residuos de primer nivel, acorde a su gran peso industrial (sobre todo en la agroindustria y la automoción). Algunos son líderes y referentes a nivel nacional en su actividad. Atienden un amplio abanico de necesidades del territorio, entendiendo como tal un radio de 300 kilómetros.
No obstante, se enfrenta a una «grave» problemática:la gestión de los residuos industriales. Por un lado, Abajas es un vertedero de residuos urbanos y no estaría ni autorizado ni capacitado para recibir los industriales; y, por otro, muchas empresas optan por esconder sus desechos entre los urbanos sacando el problema de su factoría y buscando no dar una solución profesionalizada a estos sobrantes.