«Lorca no hizo un retrato de Burgos, fue Burgos la que retrató al poeta»

R. Pérez Barredo / Burgos
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La escritora María Jesús Jabato Dehesa se convierte en la segunda académica numeraria de la Institución Fernán González en un acto solemne y multitudinario

María Jesús Jabato recibió un caluroso aplauso tras tomar posesión de su acta de académica. - Foto: DB/Jesús J. Matías

Con la elegancia de las mujeres que ese otro académico que es Arturo Pérez-Reverte definió «como Dios manda» ingresó ayer de manera oficial en la Real Academia Burgense de Historia y Bellas Artes ‘Fernán González’ la escritora burgalesa María Jesús Jabato. Lo hizo, con un punto de emoción en un salón de plenos de la Diputación abarrotado, con un discurso profundo y brillante, culto y de impecable factura literaria, sin duda a la altura del personaje central de su estudio: Federico García Lorca, a la sazón uno de los poetas referenciales de Jabato. En Torres de Aire y Plata. Los artículos de Federico García Lorca en Diario de Burgos, la flamante nueva académica, que fue contestada por Vicente Ruiz de Mencía, desvela la trascendencia que la ciudad de Burgos, que visitó en 1916 y 1917, tuvo en la vida del universal escritor granadino hasta el punto de afirmar con rotundidad «que Lorca no hizo un retrato de Burgos, sino que fue Burgos quien hizo el retrato de Lorca, que Lorca en Burgos fue un joven que vio el reflejo de sus emociones en el paisaje, en las piedras, en todos y cada uno de los latidos de la ciudad».

Jabato demostró en su discurso haber profundizado en la biografía y la obra del autor de Poeta en Nueva York casi hasta el paroxismo, destripando cada uno de los cinco artículos que el poeta publicó en este periódico y poniendo de manifiesto que ya en ellos no sólo latía el escritor que todavía no era, el poeta que acabaría siendo para asombro y luz del mundo, sino que aquellos textos encerraban las coordenadas que marcarían toda su obra posterior. La obra, nada menos, de uno de los más grandes genios de la literatura del siglo XX.

En el primero de ellos, ‘Notas de estudio. La ornamentación sepulcral’, dice Jabato, ya está presente «todo el desconcierto ante la muerte y la eternidad que subyace» y que «se hará posteriormente evidente en su obra». En otro, titulado ‘San Pedro de Cardeña. Paisaje’, señala la escritora que Lorca muestra « a través del alma del paisaje su propia alma, a través del latido del paisaje su propio latido, a través del ensimismamiento del paisaje su propio ensimismamiento, a través de la visión triste, lírica y romántica de la realidad, su propia tristeza, su propio lirismo y las influencias románticas de su prosa». El análisis minucioso de estas prosas arroja el perfil de aquel joven de 18 años.

¿Cómo era Federico cuando vino a Burgos?, se pregunta María Jesús Jabato para a renglón seguido responderse que el joven vivo y estremecido por la vida del que habló Cernuda; el optimista de fuego que vio en él Alberti; el niño-ángel en palabras de Aleixandre... Era ya todos, era él, aquel ser único al que en Burgos le nació su vocación literaria, como ayer dejó meridianamente claro la nueva académica de la Fernán González: «Las grises torres de aire y plata de la Catedral de Burgos fueron maestras del joven granadino en la difícil asignatura del conocimiento del alma. Porque al igual que Pulgarcito pretendió volver a casa siguiendo el sendero de migas de pan que astutamente derramó en el camino para encontrarlo al regreso, Lorca volvió siempre la mirada agradecida a Burgos, ciudad en la que sintió y se sintió como nunca vivo».