Una mala noticia para los ladrones de bicis

H.J. / Burgos
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Los creadores de Alfaprotect, la alarma anti robo de bicicletas que ganó el último Startup Weekend de Burgos, esperan tener los primeros prototipos funcionando en unas semanas

Los seis cofundadores posan en el vestíbulo de la Escuela Politécnica del campus del Vena, donde estudian. - Foto: Alberto Rodrigo

En su condición de representante de los alumnos de la Escuela Politécnica, Javier López denunció hace solo 15 días la proliferación de robos de bicicletas en el campus de Río Vena. Él mismo había sido víctima solo unos meses atrás. Pedía a la Universidad de Burgos la instalación de cámaras de videovigilancia y la institución académica anunció medidas. Pero no se conformó con eso.

Junto a otros doscompañeros, se puso a trabajar en una idea a la que llevaban unos cuantos meses dando vueltas: una alarma anti robo de bicicletas. Ya que las cadenas y candados no detienen a los amigos de lo ajeno, y dado que las sustracciones parecen no tener fin, el equipo autodenominado Alfaprotect ha decidido atacar por otro flanco y diseñar un dispositivo que, al menos, disuada a los ladrones emitiendo un sonido que se activa con el movimiento y les deje en evidencia.

 El invento lo han plasmado en el último Startup Weekend (algo así como ‘Fin de semana de las empresas incipientes’ en inglés), un evento pensado para grupos que quieran poner en marcha una nueva idea de negocio. Javier López, Víctor Díez e Iván Ros, (todos estudiantes de ingeniería informática) se juntaron allí con Javier Pérez, Ruth Álvarez y Oksana Kravets y afrontaron el reto. En unas cuantas horas de trabajo intenso se repartieron las tareas y congeniaron a la perfección.

 Tan bien les salió todo que resultaron ganadores, lo que les abrió las puertas del Vivero de Empresas de la UBU, del Plan de Emprendedores de Caja de Burgos o del apoyo formativo y tecnológico de otras empresas. En los últimos días han recibido unas cuantas llamadas de gente interesada en su proyecto y están decididos, con un admirable atrevimiento dados los tiempos que corren, a empezar a concretar su invento.

El mayor mérito, sin duda, está en la originalidad de la propuesta. Pero de nada valdría la imaginación si no se le aplica una ayuda económica. Lo que prosaicamente se conoce como financiación. Y para eso tampoco parece que tendrán problemas: como parte de su premio por ganar el Startup Weekend, Alfaprotect ha obtenido un crédito de 6.000 euros de Trocobuy.

Además, cuentan ya con varios mecenas que aportarán cantidades diversas y sus promotores creen que por ahora será suficiente para fabricar las primeras unidades.

Hablan de tres semanas para tener en la calle esos prototipos y de tres meses para una producción. «Hemos pensado en 1.000 unidades», afirman estos jóvenes con un espíritu que mezcla el ingenio que se les supone a sus titulaciones, la capacidad de trabajo que les obliga a estar muy pendientes de los exámenes que ahora afrontan y el arrojo de ser sus propios comerciales.

En pruebas

Otro cantar sería llegar a la fabricación industrial, para lo que antes tendrán que convencer a los usuarios de la bicicleta, que en definitiva son sus clientes. De momento quieren distribuir unos pocos modelos entre gente influyente en el mundo de la bicicleta que pruebe su diseño, les ayude a mejorarlo y al mismo tiempo lo promocione.

Empezarán por dispositivos sencillos a un precio de 35 euros y que ya se pueden reservar en la web Alfaprotect.net. En el futuro quieren incorporarles GPS para que los usuarios puedan saber a través de su smartphone dónde está la bici, o un microchip oculto en el cuadro que serviría para identificarla en el caso de un robo ya cometido.

En las próximas semanas tendrán que seguir un curso acelerado de cómo convertirse en empresarios. Decidir su constitución como empresa y proteger su invento de alguna forma. Una patente sería demasiado cara para sus posibilidades actuales, pero necesitan asegurarse que su idea, «la solución a los robos de bicicletas», insisten convencidos, queda bien protegida en un mundo en el que las copias y la fabricación a bajo precio acechan a cualquiera que, como ellos, se atreva a inventar algo revolucionario.