Guerrilleros de turismo

H.J. / Burgos
-

Un grupo de 'boinas verdes' se reunió ayer en Burgos para visitar el Museo Histórico Militar y recordar su camaradería

Contemplando algunas de las piezas durante la visita guiada. - Foto: Patricia González

Tienen fama de ser tipos duros y ellos mismos alimentan la leyenda advirtiendo que lo que se comenta de su ‘mili’ es poco comparado con la realidad. Pero ayer eran simplemente un grupo de amigos pasando el día por Burgos y recordando loa buenos momentos que pasaron en el ejército durante sus años jóvenes.

Un grupo de ‘boinas verdes’, antiguos miembros de las Compañías de Operaciones Especiales con sede en Burgos (la mayoría pertenecientes a la 61, 51 o 52), se reunió ayer en la capital burgalesa y visitaron el Museo HistóricoMilitar del cuartel Diego Porcelos.

Se trataba de una reunión de la Asociación de Guerrilleros del Norte (Boinas Verdes de Castilla yLeón y Cantabria), organizada entre otros por Víctor Díez, su vicepresidente y delegado en Burgos. Tenían pensado dar una vuelta por la capital burgalesa, pero a la vista de que el tiempo no acompañaba barajaban quedarse simplemente por Gamonal y meterse entre pecho y espalda una olla podrida, que para eso la meteorología sí que se alió con ellos.

Con la colaboración del propio museo, los guerrilleros tuvieron una visita guiada por el Museo Histórico Militar donde pudieron conocer las valiosas piezas que atesora, la cantidad de curiosidades que allí surgen (entre otras, el nacimiento de la actual bandera española y su diseño a cargo del burgalés Valdés y Bazán) y hasta los polémicos bustos de Franco y el retrato de Juan Yagüe que siguen hiriendo sensibilidades por su evidente carga ideológica.

Entre maquetas, miniaturas, armamento o uniformes los ‘boinas verdes’ disfrutaron de lo lindo, al tiempo que aprovechaban para reavivar la camaradería de la que presumen. Carlos Corada, veterano de la COE 32 de Paterna (Valencia), recordaba «el espíritu del guerrillero, el compañerismo y un entrenamiento constante, muy estricto». Entraban de reemplazo pero acababan llegando a las COE tras una captación y un proceso de selección, estaban hasta 20 días al mes fuera del cuartel, haciendo maniobras o ejercicios de supervivencia en el monte, bajo la nieve o la lluvia, y siempre bajo una férrea disciplina. «Todo lo que se habla y más todavía. La realidad lo superó, pero repetiría», sostenía muy seguro de ello José Francisco Vielba, presidente de los Guerrilleros del Norte.

Y así lo corroboraba Víctor Díez, que preguntado si esa querencia por la dureza está cercana al masoquismo la explica diciendo que «al principio era duro pero posteriormente uno se da cuenta de que eso te ha servido para terminar la mili y estar satisfecho de uno mismo y para conocerse mucho más».

Con los veteranos de Ifni

A su lado, un pequeño grupo de veteranos de Ifni-Sáhara que no se había enterado de que su II Encuentro, previsto también para la mañana de ayer, se había suspendido. Así que Bernardo de Miguel y otros pocos compañeros, de las promociones de 1957 y 1967, se presentaron en el Museo y siguieron las explicaciones que les daban a sus compañeros de las boinas verdes.

Ellos tenían, sobre todo, muchas ‘batallitas’ que contar de sus 17 meses seguidos de mili en la antigua posesión española situada frente a las Canarias, entre Marruecos y el Sahara Español. Aquella era una ciudad atrapada entre una alambrada y el mar, un lugar perdido donde no había nada que hacer (ni nada que defender, sostenían los veteranos) y donde el siroco te quemaba la gorra empapada en agua con solo cruzar el patio.

De aquellas aventuras volvían hechos hombres, como se decía antaño, pero también hartos del calor sahariano y agradeciendo como nunca el fresco de su tierra natal burgalesa donde se quedaron a hacer su vida.