Casi 100 personas, frente al cambio en la comida a domicilio

A. del Campo
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La línea fría sustituyó hace un mes y medio al sistema tradicional de cocina casera y los usuarios reúnen firmas vía física y online para pedir al Ayuntamiento de Aranda «que se busquen otras alternativas»

Después de mucho tiempo recibiendo en sus viviendas comida casera a diario y siendo visitados por los propios encargados de elaborar el menú, los usuarios del servicio de comida a domicilio de Aranda no se adaptan a la innovación introducida en agosto. Hace un mes y medio la prestación dejó atrás el sistema rural en que se basaba para dar paso a uno más urbanita, los platos ya no llegarían recién cocinados, sino que lo harían refrigerados, envasados y entregados por un repartidor. 

La modificación ha provocado infinidad de quejas entre los usuarios, que no se adaptan a recibir sus platos de una forma industrial. No siempre sustituir las cosas del pueblo por las de la ciudad es positivo. Hace dos semanas, Mónica, la hija de una de las usuarias de la ayuda, abrió una petición en Change.org (web dedicada a la recogida de firmas en defensa de múltiples causas) bajo el título ‘comida con calidad y diaria para nuestros mayores’. Hoy ya ha conseguido que casi un centenar de personas, 90 para ser exactos, firmen la demanda. El número es elevado si se compara con el de usuarios del servicio, que son 130 según los últimos datos aportados.

Todo empezó en la red social Facebook, donde Mónica hizo pública su disconformidad con el cambio del servicio de comida a domicilio a la línea fría. En su publicación, esta arandina señalaba que antes de difundir sus quejas se había puesto en contacto con el Ayuntamiento pero  ante la falta de medidas decidió compartir su situación. En el escrito publicado hablaba de las deficiencias de los platos que recibía su madre, que, a sus 87 años, «en los primeros ocho días apenas comió». La publicación tuvo repercusión y en los  50 comentarios se podían leer testimonios de otros afectados. «Mis padres tampoco comen desde el cambio», apuntaba Marta. «Mis padres lo usaron y comían muy bien, claro, antes de este nuevo servicio», añadía Asunción.

En el Ayuntamiento insisten en que el anterior concesionario del servicio renunció y que nadie en Aranda optó a coger el relevo, por lo que la solución a falta de la adjudicación definitiva fue el sistema de la línea fría, que, como recalcan, «permite prestar el servicio cumpliendo todas las condiciones sanitarias». Eso sí, animan a los usuarios que tengan quejas a trasladarlas al Consistorio y prometen que «todas serán estudiadas». Esto no convence a Mónica, que tras visitar a su madre para ayudarla en la recogida de la comida envasada de este martes señala que a ella la única solución que le han dado desde el área de Acción Social es «darse de baja» porque «esto es lo que hay», algo que no se puede permitir porque, remarca, necesita el servicio. Por eso pide que «se busquen otras alternativas porque no se puede permitir que un colectivo vulnerable lleve un mes y medio malcomiendo».

Mónica recuerda que «no es un servicio gratuito, sino que tiene un coste de 75 euros al mes. De hecho es el mismo que antes, cuando tenían comida a diario (ahora tienen dos entregas semanales) y dos platos a elegir». «Antes escogías lo que querías,  si pedías pescado tenías que mondar la raspa porque lo habías pedido. Pero aquí te tienes que comer lo que te traigan aunque no puedas tragarlo», añade su madre. Hasta ahora cada familiar o usuario se «está moviendo al nivel que puede, pero se van a unir fuerzas y entregar firmas. Habrá que hablar, negociar o buscar otras alternativas porque está claro que la actual no es una opción eficiente para los usuarios», concluye Mónica mientras su madre guarda, sin mucho ánimo ni gula, los envases en el frigorífico.