Burgos acoge a 18 migrantes llegados este verano en patera

G.G.U.
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Nunca se había producido un ascenso tan rápido hacia el norte. Cáritas y el Ayuntamiento están haciendo un seguimiento para saber si es algo circunstancial o un punto de inflexión que requiere de un dispositivo

El albergue municipal de transeúntes ha acogido en el último mes a once personas, todos hombres, que casi contaban por horas el tiempo que había transcurrido desde que llegaron a la costa andaluza en patera. Un grupo de migrantes subsaharianos que se suma a otro de siete varones en idénticas o parecidas circunstancias a los que recibieron unas semanas antes las Hermanas de la Caridad en la Casa de Acogida de Saldaña. Y si bien es cierto que desde Cáritas -entidad responsable de gestionar el albergue y las plazas conveniadas con esta congregación religiosa- subrayan que la cifra de migrantes africanos acogidos en este momento en estos dos recursos no es excepcional, sí admiten que nunca se había producido un ascenso geográfico tan rápido. «Es que, como decimos nosotros, casi llegaron mojados. Entendemos que los servicios de acogida de Andalucía están tan saturados que, según llegan, les compraron billete para localidades con plazas», dicen en Cáritas.

Desde el pasado enero, por el albergue municipal de transeúntes y la Casa de Acogida de Saldaña han pasado 42 extranjeros que no encajan con el perfil de persona sin hogar porque su estancia en Burgos no se debe al ‘sinhogarismo’, sino a flujos migratorios, bien por razones económicas o, cada vez más, también políticas. La cifra es algo más alta de lo habitual, pero todavía no se considera llamativa ni tampoco inasumible para las entidades que trabajan en coordinación en esta primera fase de la acogida a la población migrante: Accem, Cáritas y las Hermanas de la Caridad. En otra fase posterior también entran Cruz Roja y Burgos Acoge, además de la Comisión Sociosanitaria o el Ayuntamiento. Cada una de las partes implicadas suele destacar que se trata de un trabajo en red y, de hecho, la Gerencia Municipal de Servicios Sociales y Cáritas ya han acordado iniciar un seguimiento de la llegada de migrantes para saber si lo ocurrido en estos dos últimos meses es «algo puntual o el punto de inflexión» hacia una tendencia demográfica a la que hay que atender con un dispositivo específico que, en cualquier caso, tendría que organizar el Ayuntamiento.

Una reflexión que se justifica porque el personal del albergue municipal tiene «la percepción» de que el ‘transeúntismo’ se ha incrementado desde finales de 2017 y se prevé que vaya a más según llegue el otoño, entre otras cosas por los flujos de temporeros, también en aumento. Y si esta situación coincide en el tiempo con una tendencia alcista de población migrante a la que atender, los recursos podrían llegar a saturarse. «Con fecha de 31 de julio no se ha rechazado ninguna demanda de alojamiento de personas inmigrantes por falta de plazas», afirma Polo, antes de matizar que, en cualquier caso, el seguimiento que se está haciendo ayudará a tomar medidas con datos concretos sobre la mesa.

Además, en el caso de estos 18 subsaharianos se da la particularidad de que llegaron directamente a Burgos. En Aranda y en Miranda no ha parado ninguno.

alto nivel cognitivo. Las personas migrantes tienen unas necesidades distintas a las de los transeúntes o a los sintecho, con independencia de su nacionalidad. El responsable de esta materia en Cáritas, David Polo, cuenta que, en este caso concreto, a estos casi veinte subsaharianos ha habido que ponerles en contexto sobre la ciudad, el idioma y ha habido que explicarles cómo funcionan los servicios sociales. Son temas que las personas sin hogar conocen bien, porque forman parte de ellos.

Esa labor de contextualización se adapta a las circunstancias de cada uno y Polo afirma que han constatado que se trata de personas con un cierto poder adquisitivo -«el viaje no es gratis, aunque sea en patera»- y, como también suele ser habitual en estos casos, con un nivel cognitivo alto. «Suelen hablar inglés y francés y, nada más llegar, todos se hicieron el carné de la biblioteca para estudiar el español que les enseñan en asociaciones como Atalaya. Hay alguno que incluso tiene estudios universitarios, pero, en general, son personas valiosas para el mercado del trabajo», destaca Polo, aludiendo a la supuesta reactivación de la economía española.