El agua es vida. Los dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno (H2O) que la componen ni los vemos cuando la bebemos o la disfrutamos en el mar, los pantanos, las cascadas o los ríos. Esa fórmula se quedó en los libros de Química guardados en los desvanes. Ahora lo que toca es fijar una mirada de esperanza en nuestros ríos para alejar esa inquietud y tristeza con la que observábamos los cauces secos y pedregosos durante los meses estivales. Pero las lluvias acabaron llegando y las precipitaciones en forma de nieve, y donde antes veíamos tierra y piedras ahora vemos caudales y los ojos, como los de los puentes, se inundan de lágrimas que corren deseosos de saciar la sed de riberas y prados.Más en la edición impresa aquí.