Un conductor ebrio empotra un coche contra la parroquia de Santo Domingo

J.C.O. / Aranda
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El turismo pasó sin rozar ni paredes ni columnas por un estrecho porche soportalado de 14 metros de longitud y dos metros de ancho antes de colarse limpiamente por el hueco de la puerta

No se sabe si fue efecto de las tradicionales limonadas de Semana Santa o quizás  de la ingesta de bebidas alcohólicas de mayor graduación, pero lo cierto es que un conductor borracho empotró con  una monumental suerte o una inusual pericia un coche contra la iglesia de Santo Domingo de la capital ribereña, situada en la calle Ruperta Baraya junto al Hospital Comarcal de los Santos Reyes, sin que afortunadamente hubiera que lamentar daños personales.

El suceso se produjo sobre las seis  de la mañana cuando un Ford Orion blanco, matrícula BU-J, en el que viajaban dos jóvenes de 19 años en sentido centro de ciudad procedente de la carretera de la estación de autobuses, giró repentinamente e impactó contra la puerta del despacho de las dependencias parroquiales anexas al templo, derribándolas y chocando posteriormente contra un tabique interior en el que provocó un hueco de grandes proporciones.

El párroco de Santo Domingo no se podía explicar cómo el turismo había alcanzado milagrosamente el interior salvando un porche soportalado de columnas de unos 14 metros de longitud  y tan solo dos metros de ancho para, tras librar el escalón de la entrada, pasar limpiamente por el hueco de la puerta. «Ha sido una suerte, porque si hubieran chocado contra la esquina de la iglesia o contra alguna de las columnas se podían haber matado», relataba.

¿VOLANTAZO?

Sin descartar la opción de que fuera intencionado, el sacerdote, que se presentó de inmediato en el lugar, explicaba que, al parecer, el copiloto intentó evitar que el conductor continuara al volante dado su estado de embriaguez, agarrándole del brazo, a lo que éste reaccionó dando un volantazo que provocó que el coche girara hacia la izquierda y enfilara hacia el inmueble eclesial. Un extremo que no ha podido ser confirmado por la Policía Local, si bien cobra fuerza ya que al parecer antes de dirigirse hacia las dependencias parroquiales podría haber impactado contra un coche estacionado a su derecha que presentaba un golpe reciente.

«Si no ha sido intencionadamente ha sido un milagro. Si quisieran repetirlo estoy seguro de que no les saldría porque apenas sobran unos centímetros de cada lado», comentaba un feligrés que se acercó a contemplar los daños de primera mano. Y es que el turismo  no llegó a rozar ni paredes ni columnas, algo que no pudieron evitar los bomberos al retirarle, dejando rozones en la fachada.

El conductor y su acompañante, de los que no ha trascendido filiación,  tienen 19 años y viven en la capital ribereña, si bien uno es originario de Asturias. Y aunque fueron trasladados al hospital con carácter preventivo, ya que al parecer uno de se golpeó con la cabeza contra la luna, a primera vista no presentaban lesiones.

El párroco sí señalaba a DB que el joven que iba al volante presentaba evidentes síntomas de haber bebido bastante, extremo que se confirmó al realizarle la prueba de alcoholemia, que, según ha podido saber DB, dio positivo si bien no han trascendido el índice que arrojó al estar sub iudice. Al parecer a los jóvenes les acompañaban más amigos en otros coches, que pararon en el lugar para contemplar su ‘hazaña’, mostrándose sorprendidos del desenlace ya que, según un testigo, se vanagloriaban de «que otras veces hemos ido peor y nunca nos ha pasado nada».