Hoy siempre será todavía

R. Pérez Barredo / Burgos
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El Monasterio de San Juan acoge la muestra 'Campos de Castilla. Hoy es siempre todavía', que celebra el centenario de esta obra cumbre que salvó la vida de Antonio Machado

La exposición está presidida por un retrato del gran poeta andaluz. - Foto: Valdivielso

Campos de Castilla es mucho más que uno de los libros de poemas más hermosos jamás escritos en lengua castellana. El poemario cumbre de Antonio Machado fue, además, su salvación. Una redención no sólo espiritual, sino física. De no haber sido por la escritura de esa obra el poeta sevillano hubiese desaparecido, resuelto como estaba a quitarse la vida tras la prematura muerte de su esposa Leonor. Así se lo confió a Juan Ramón Jiménez por carta: «Cuando perdí a mi mujer pensé pegarme un tiro. El éxito de mi libro me salvó, y no por vanidad, ¡bien lo sabe Dios!, sino porque pensé que si había en mí una fuerza útil, no tenía derecho a aniquilarla».

El vate sevillano había comenzado la escritura de esa cumbre de la literatura española unos años antes de su publicación, quedando marcada por la enfermedad y posterior muerte de Leonor, cuyo corazón se detuvo el 1 de agosto de 1912. La tristeza por la enfermedad y el desgarro y el dolor por la irreparable pérdida de su esposa engendrarán algunos de los versos más hermosos de Machado: Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería. / Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar. / Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía. / Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar.

La exposición ‘Campos de Castilla. Hoy es siempre todavía’, inaugurada ayer en el Monasterio de San Juan de la mano del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, es un tributo a ese libro nuclear en la historia de la literatura española. La muestra, compuesta por parte del legado del poeta que conserva la Institución Fernán González, permite conocer la trastienda de la composición del libro (y de otras obras) a través de manuscritos, hojas sueltas en las que se puede conocer a la perfección el proceso creativo de uno de los grandes genios del siglo XX, con sus anotaciones, tachones, apuntes, correcciones que, con su elegante letra, bosquejó sobre las cuartillas de sus cuadernos el universal poeta andaluz.

Sevilla, Madrid, Soria, Segovia y Baeza, junto con Colliure, donde falleció y aún reposan los restos del vate español, son las ciudades machadianas por antonomasia. Pero ayer, durante la inauguración de la exposición, el director del Instituto Castellano yLeonés de la Lengua, Gonzalo Santonja, reivindicó también a Burgos en esa cartografía esencial del autor de Campos de Castilla, toda vez que es una institución burgalesa la que custodia el inmenso legado de Antonio Machado gracias a su cuñada, Eulalia Cáceres, esposa de su hermano Manuel, quien donó aquel fondo a Bonifacio Zamora en 1948. Sin dar ninguna pista, Santonja adelantó que en unos meses habrá novedades importantes respecto a la relación de Burgos con Antonio Machado. «Burgos es una ciudad machadiana. De las ciudades machadianas imprescindibles», apostilló.

José Manuel López Gómez, director de la Fernán González, se mostró satisfecho con que parte del fondo que custodia la institución de la que es responsable puedan volver a exponerse en Burgos.«Es uno de los más importantes grupos documentales que poseemos».

Las nuevas tecnologías permitirán completar la muestra mediante una aplicación para smartphones y tablets por la que quienes posean esos aparatos podrán verse y descargarse trece poemas de Machado en el entorno del Monasterio de San Juan.La exposición estará abierta hasta el 2 de junio.