Empate entre Minaya y El Cid

I.L.H. / Burgos
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La presentación de 'La tierra de Álvar Fáñez' sirve a su autor, Antonio Pérez Henares, para reivindicar la figura del compañero (y primo-hermano) del Campeador y otorgarle el mismo mérito en la Reconquista que al de Vivar

Antonio Pérez Henares -en el centro- charla con Vicente Ruiz de Mencía (i), que acompañó al autor en la presentación, y el alcalde, Javier Lacalle. - Foto: Patricia

En el monasterio de San Juan, escenario que aparece en la novela, y en una fecha que coincidía con el aniversario de la primera derrota cristiana contra los almorávides (la batalla de Sagrajas, 23 de octubre de 1086), el escudero de Álvar Fáñez, de nombre Antonio Pérez Henares, defendió sin mesnada el honor de quien compartió hazañas con el Campeador pero quedó relegado a un segundo plano en la historia.

Con la novela y el ardor de sus palabras, fue añadiendo damas y caballeros a la hueste del que fuera llamado Minaya (Mi hermano) en el Cantar de mío Cid. El escritor y periodista, colaborador de Diario de Burgos y director de publicaciones de Promecal reivindicó la figura de Álvar Fáñez situándole a la misma altura que la del Campeador en el mérito de la llamada Reconquista:«Lo que hago es poner a los dos a la par;los dos son parte de la Historia y también de la leyenda».

«En España parece que cuando se quiere poner en valor a alguien hay que desvalorizar a otro  -continuó-. No es éste el caso en absoluto. Álvar Fáñez no me hubiera permitido que vituperara a su primo hermano, al que le llamaba Minaya y con quien mantuvo amistad a lo largo de toda su vida. Para poner a Álvar en su sitio no hace falta bajar al Cid de ninguno», sostuvo en la presentación de esta novela histórica fuertemente documentada y apoyada por historiadores medievales como Plácido Ballesteros San José.

En La tierra de Álvar Fáñez el Cid histórico desbanca al del Cantar porque, a juicio del autor, «es más relevante que el del poema». «Rodrigo Díaz tuvo tres hijos: un varón, Diego, que murió en la batalla de Consuegra, y dos mujeres. Una, María, fue condesa de Barcelona -sé que esto a los catalanes separatistas les puede fastidiar- y la otra, Cristina, casó con un infante de Navarra y su hijo fue rey   de Navarra (García Ramírez V), ahí es nada. La figura del Cid es suficientemente grande como para que nadie la ensombrezca. Quien ha quedado históricamente y, sobre todo por el Cantar en un segundo plano, ha sido la de Álvar».  

Acompañado por el Cronista Oficial de la Ciudad, Vicente Ruiz de Mencía, Pérez Henares desgranó con apasionamiento los avatares de una época de la que a veces se reniega:«Desconocemos nuestra Historia y la ignorancia hace que la despreciemos», sugirió en el debate que inició tras la presentación formal. «El libro tiene  cierta actualidad porque ellos se enfrentaron a la primera invasión almorávide, la primera invasión de Al Qaeda (los almorávides son Al Qaeda -recalcó-) y ellos les supieron hacer frente».

Orgulloso de «no perder la referencia del Cantar, desempolvar la historia y ser absolutamente veraz con los paisajes», el autor aseguró haber disfrutado «como un enano» escribiendo La tierra de Álvar Fáñez(Ed. Almuzara), que ya ha agotado su primera edición.