1.500 metros de documentación colman el archivo municipal

F.V.R. / Miranda
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Los pergaminos y actas, que datan de la época medieval, se encuentran repartidos entre las diversas dependencias del Ayuntamiento. El proyecto del Museo contemplaba un único espacio para almacenar toda la información histórica

El proyecto del puente Carlos III, de 1775, incluye la primera representación en plano de Miranda. - Foto: F.V.R.

El archivo municipal desborda de información en el sentido literal de la palabra. Sí, porque todos los datos contenidos en este recinto superan el kilómetro y medio lineal de documentación, una cifra elevada si se tiene en cuenta que solo abarca a Miranda, aunque sí que es cierto que cuenta con pequeños archivos de pedanías como Orón o Suzana.

La paralización del Museo de Miranda ha aparcado lo que iba a ser la concentración del archivo histórico de la ciudad. En una de sus plantas iban a funcionar tanto este recinto como la sala de lectura. Ahora mismo, la documentación no se encuentra concentrada en un lugar sino repartida, aunque controlada, en varias dependencias.

Además de la sala abierta al público, y a la que se accede por una puerta lateral de la fachada principal del Ayuntamiento, el archivo ‘guarda’ papeles tanto en la planta superior del propio recinto consistorial -denominado internamente ‘palomar’-, en una segunda dependencia municipal, además de las tres salas a disposición en las antiguas Josefinas, donde funciona el Conservatorio.

Actualmente están «bloqueados» señala el responsable del espacio, Carlos Díez Javiz, trabajador que espera poder contar algún día con un único recinto lo suficientemente amplio como para ser capaz de albergar toda la documentación evitando el peor inconveniente en estos casos, que los archivos se pierdan o, lo que es peor, que los roben.

El archivo es un recinto prolijo y sencillo, cuyas estanterías están colmadas de cajas catalogadas y de periódicos, de los que se guardan ejemplares donde se hable de Miranda, desde 1975.

Pero ante todo, se guarda todo lo que ha sido capaz de generar el Ayuntamiento desde la Edad Media hasta nuestros días, al menos, lo más importante. Aunque, en este caso, no hay cartas antiguas como sucede en otros archivos municipales ni tan siquiera la hemeroteca fotográfica con la que sí podría contar. De hecho se sabe que algunos fotógrafos se han deshecho de material antiguo en lugar de obsequiárselo, por ejemplo, al archivo.

donaciones. El recinto aún podría atesorar muchísimo más material, pero para ello también haría falta que las familias mirandesas estuviesen dispuestas a donar un fondo de documentación para que éstos no acaben, algún día, perdiéndose. Algo que se hará, de hecho hay contactos apalabrados, para que se haga efectivo cuando esté construido el Museo.

Con tanto volumen de información, el lugar no presenta un aspecto de ‘descontrol’ sino todo lo contrario. De hecho, la primera impresión al recorrerlo es ¿cómo puede entrar tanto material, tan ordenado, en tan poco espacio?

El archivo no es una biblioteca, allí se tiene que elaborar, estudiar, investigar a partir de datos o fechas concretas. Pero no es lo único que se les ofrece a los mirandeses en cuanto a servicios. La mayor afluencia de vecinos es para consultar tanto planos de su casa porque quieren hacer reformas, como de pequeños comerciantes que desean abrir un negocio y quieren saber, exactamente, qué había en el local antiguamente.

Pero, sobre todo, acuden investigadores y se proporciona información sobre arquitectura clásica o medieval, tanto a nivel nacional como internacional, aunque las mayores consultas proceden de sitios como Barcelona, Madrid o Salamanca.

visitas. Hasta hace algún tiempo, los colegios de la ciudad visitaban el archivo en unas jornadas combinadas con educación vial, aunque eso ha mermado. Las visitas guiadas se siguen ofertando, sobre todo, a los colectivos.

Muy pocos saben que ‘tesoros’ guarda el archivo, pero es posible ver el primer libro de actas de la villa, que data de 1530, diversos pergaminos encerados de la edad media conservados con mimo y que parecen adentrarnos a otra época, el documento de confirmación del Fuero de Miranda o la primera representación de cómo era la ciudad a finales del 1700. Con todo, un bonito paseo por otra parte de la historia de la ciudad.